EduardZamora (Sabadell, 1958) es un pionero de la seguridad en España. Desde pequeño estaba destinado a serlo: su curiosidad e inquietud lo llevaron a encadenar todo tipo de trabajos desde los 14 años, hasta que, a los 24, quiso experimentar “algo diferente”. Con ese mismo espíritu que había cultivado de joven se presentó a las oposiciones de la Policía Local de Sabadell, y las aprobó, dando paso a una relación muy estrecha con el ámbito de la seguridad, ya que, además de ejercer de policía hasta los 30 años, se graduó en Derecho y licenció en Gestión y Derecho de la Seguridad Privada por la Universitat Autònoma de Barcelona, además de cursar el máster en Prevención de Riesgos Laborales en la Universitat Ramon Llull. Paralelamente, una irresistible oferta del Banc Sabadell desplazó a Zamora del mundo policial al bancario, donde terminó de consolidar su carrera durante los casi 29 años que se dedicó a la dirección de la entidad vallesana, como abogado penalista, director de Prevención de Riesgos Laborales, o director de Seguridad Corporativa, siendo este último el cargo que más tiempo ejerció (20 años).
Aún así, para Zamora el Banco Sabadell no lo ha sido todo, ni de lejos. Actualmente, contagia su pasión por la seguridad en las aulas como profesor universitario de los futuros directores de seguridad, y transmite sus conocimientos a las empresas que asesora desde su propia consultoría, ExperienceSecurityDesign. Zamora subraya que “la seguridad es cuestión de tiempo” y, precisamente, parece disfrutar de una fuente infinita de este valioso activo, ya que también ejerce como presidente de la Asociación de Directivos de Seguridad Integral (ADSI) y del SecurityForum. En su apretada agenda llena de nuevos proyectos y de viajes internacionales, acoge a VIA Empresa para reflexionar sobre la seguridad de las empresas del pasado, del presente y del futuro, en un espacio que, a pesar de no disponer de una cámara acorazada -aparentemente-, está bien asegurado: su casa. Saca su teléfono móvil, desconecta la alarma, y se sienta.
La ciberseguridad se ha convertido en un asunto prioritario para el tejido empresarial. Sin embargo, usted ya se dedicaba a la seguridad de las empresas mucho antes del nacimiento del concepto de la ciberseguridad. ¿En qué consiste la seguridad integral? ¿Tiene alguna relación con la ciberseguridad?
La seguridad integral consiste en, bajo un mismo departamento o dirección, llevar todas las seguridades que afectan a una compañía. La ciberseguridad es una de ellas, igual que la seguridad laboral de los empleados, o la seguridad de otros hechos delictivos que no tienen por qué suceder en un entorno digital. Actualmente, la gente piensa que todo lo que no sea ciber ya no existe, y no es así, continúan habiendo muchos incidentes delictivos que no tienen nada que ver con la ciberseguridad. Sí que es cierto que la ciberdelincuencia se ha multiplicado exponencialmente, porque venía de cero y es muy reciente, pero, por supuesto, todavía hay robos, atracos y otro tipo de fraude, como la falsificación de cheques. La seguridad es una cuestión de tiempo, tiempo para que tú puedas reaccionar e impedir el hecho delictivo.
"La seguridad es una cuestión de tiempo, tiempo para que tú puedas reaccionar e impedir el hecho delictivo"
En este contexto, ¿cómo ha evolucionado el concepto de la seguridad en las empresas en los últimos tiempos?
Se ha focalizado mucho en el ámbito de la ciberseguridad, porque se trata de estructuras que no tenían protección, y porque da lugar a delitos relativamente nuevos y de los cuales se hace muchísima repercusión. Aún así, si comparáramos el perjuicio real de toda la ciberdelincuencia y el perjuicio real de todo el otro tipo de delincuencia, veríamos que esta primera no está por delante, una parte muy grande de los ciberdelitos terminan deteniéndose. Una cosa es cuánta tentativa hay, y otra cuánto hecho delictivo consumado hay.
Además, la gente piensa que, por ejemplo, los atracos han dejado de existir porque ahora prácticamente no se ven, pero hace 30 años eran diarios. Ahora no hay muchos porque los delincuentes tienen otros medios para obtener dinero sin tanta exposición a la posible intervención policial, y a los pocos que hay no se les acostumbra a dar publicidad porque perjudica tu reputación. Y, al fin y al cabo, la reputación de una entidad financiera se basa en que es el paradigma de la seguridad.
¿Cree que las empresas están invirtiendo suficiente en este ámbito?
Las inversiones en seguridad siempre han sido complejas porque nunca sabes si te ven como una fuente de gasto o como una fuente de inversión (ríe). Las empresas cada vez más están cambiando ese chip, antes, o no se protegían, o lo hacían porque la ley les obligaba, como en el caso de joyerías, farmacias, salas de juego o especialmente la banca, que es donde los botines son más altos. Ahora, a pesar de haber pasado de unos 2.500 atracos al año que se producían antiguamente en la banca a unos 100 y algo, la normativa no se ha sabido adaptar, ya que el apartado más extenso y minucioso es el de la seguridad obligatoria en la banca, cuando la incidencia delictiva ya no se produce tanto de forma física, sino cibernética.
Los atracos han dejado de existir porque ahora prácticamente no se ven, pero hace 30 años eran diarios
Hay otros ámbitos a los que también se podría obligar que dispusieran de departamentos de seguridad. Una entidad financiera, por el hecho de tener una sola oficina y aunque no gestione efectivo, está obligada a tener un departamento de seguridad con un director de seguridad al frente. En cambio, cadenas de retail, cadenas hoteleras o grandes hospitales no tienen esta obligación, muchos funcionan por voluntariedad de crear este departamento. Tiene que cambiar mucho la normativa para que no se focalice solo en el ámbito financiero, ya que muchos de los hechos delictivos se han diluido y repartido en otros sectores.
Da la sensación de que los profesionales de la seguridad tienen mala reputación. De hecho, hay un concepto que a veces se usa con un tono despectivo, el de segurata. ¿Es así?
Venimos de épocas que han marcado mucho la seguridad privada, igual que la pública. Los abusos policiales o la prepotencia policial de hace décadas no es la actual, la sociedad ha evolucionado y ahora exige unos comportamientos a las autoridades policiales, es decir, a la seguridad pública, igual que a la seguridad privada. Normalmente, los agentes de ambos ámbitos son respetuosos, intentan no herir sentimientos y no atentar contra derechos, cosa que antes no pasaba, y desde que se cambió la regulación, exigiendo unos cursos de formación a los profesionales de la seguridad, las incidencias se han reducido muchísimo y las administraciones están más encima a la hora de evitar la vulneración de los derechos del ciudadano. Al fin y al cabo, la función de los vigilantes de seguridad es la de dar paz, tranquilidad y confianza.
Ahora que mencionas los dos ámbitos de la seguridad, el público y el privado, ¿cuál es la colaboración entre estos?
Actualmente, las diversas figuras reguladas de la seguridad privada complementan mucho la seguridad pública; cada vez más se trabaja con comités y grupos de trabajo donde se intenta congregar más y mejor el ámbito público y privado. Por ello se cuenta mucho con el sector a través de las asociaciones, sean de profesionales de la seguridad, especialmente Directores de Seguridad, o sean directivos de empresas de seguridad, ambos campos tienen mucho que aportar a la seguridad pública. Al final, la esfera privada no deja de ser un contingente de miles de personas que gestionan incidencias delictivas a diario, y que, en el caso de los vigilantes, están todo el día en la calle, y a pesar de no patrullar la vía pública son miles de ojos expertos que informan a los Directores de Seguridad de las entidades para las cuales trabajan.
Todo esto supone un complemento altísimo y muy bien valorado por la seguridad pública, ya que la administración ha visto que si es capaz de coordinarse bien con el sector privado, puede acabar disfrutando de unas informaciones o de unos ojos en la calle que le pueden dar alertas o informaciones que con sus recursos propios no llegaría nunca a tener.
¿Catalunya es segura?
Me lo preguntas justamente en un momento en que la semana pasada a una familiar le robaron el bolso en una discoteca de Barcelona. También, algunos de los proyectos en que estoy trabajando tratan con gente extranjera que han venido aquí y les han robado los relojes, pero, en ambos casos, estamos hablando de hurtos, y es cierto que este tipo de robos se han disparado en Barcelona, a pesar de que también tienen lugar en el resto de Catalunya y de España. Según mi criterio, lo que es realmente relevante son los hechos delictivos que puedan atentar contra tu físico y provocarte lesiones, como los recientes casos que hemos oído en San Juan. Con todo, si nos comparamos con otros países, la verdad es que estamos en un país muy tranquilo, a pesar de que las embajadas adviertan a los visitantes que vigilen sus pertenencias porque hay hurtos en Catalunya. Pasa mucho más en otros países.
Esto no quiere decir que no tengamos deberes que hacer en materia de seguridad...
No, está claro que los tenemos, el mundo jurídico y judicial aquí tiene mucho que hacer cambiando ciertas normas penales, porque estamos en un momento de la sociedad en el que se confunden los derechos de las víctimas con los de los delincuentes. ¿Qué cara se te queda cuando denuncias a quien te ha robado la cartera y ves que sale contigo a la calle? Por suerte ya ha habido cambios con el tema de la multirreincidencia, y, a mi parecer, sigue siendo insuficiente, la sociedad tiene una gran sensación de inseguridad. Nuestras normativas penales deberían ser un poco más estrictas y no deberían igualar el derecho del delincuente al de la víctima, que también ha de tener derechos, pero siempre dentro de un equilibrio.
Esta inseguridad hace que la gente esté cansada y busque romper con los esquemas que siempre ha tenido como ideología intentando frenar toda esta crisis delictiva, que, por desgracia, implica en buena parte a los emigrantes de otros países, y la gente no entiende cómo a alguien que es multirreincidente no se le puede enviar a su país. Por este motivo, este equilibrio que comentaba será el que nos devuelva la confianza de que vivimos en una sociedad un poco más segura, a pesar de que hacen falta muchos cambios normativos. Ahora bien, vivimos en un país seguro, y lo que no puede ser es que cuando vienen aquí los turistas, sus embajadas les alerten que esto es un nido de delincuencia. No es así.
Volviendo a su trayectoria, ¿recuerda alguna intervención en concreto?
Con casi tres décadas de trabajo en el mundo de las entidades bancarias, evidentemente, hay casos espectaculares. Los que más, los túneles. Hay un caso paradigmático, del cual no revelaré la entidad, en que unos delincuentes intentaron entrar en una cámara acorazada desde dos calles de distancia. Lo hicieron así para que nadie se diera cuenta de que estaban sucediendo movimientos sospechosos en los edificios de alrededor, y durante todo un año hicieron un túnel desde un antiguo restaurante que alquilaron con la falsa idea de ponerlo en marcha, y donde almacenaron las montañas y montañas de tierra que sacaron durante todo ese tiempo. Una operación como esta solo la pueden llevar a cabo bandas expertas que saben lo que tú estás pensando.
"La sociedad ha de tener formación e información de lo que sucede en su entorno"
Daría para una nueva temporada de La Casa de Papel.
Pues perfectamente podría (ríe). Aun así, los robos tipo La Casa de Papel, evidentemente, son ficción, y los expertos cuando vemos este tipo de series rápidamente detectamos muchos detalles que no se sostienen, como la poca seguridad que se representa en las cámaras acorazadas, que deben contar con un pasillo de ronda que impidan a los delincuentes manipular las grandes máquinas que necesitan para poder atacar la cámara.
¿Y cómo terminó este caso?
No es buena idea hacer demasiada publicidad ni de las desgracias que te suceden en forma de hechos delictivos consumados, ya que pueden perjudicar tu reputación, ni tampoco hacer ostentación de los hechos que has podido evitar, porque nunca se sabe cuándo el ego de los delincuentes puede empezar a perjudicarte cuando tú publicas casos de éxito. Por tanto, no te diré cómo terminó. No terminó mal, pero no te diré cómo.
En un contexto mundial y geopolítico cada vez más inestable, ¿qué anticipas que serán los grandes retos que enfrenta la seguridad?
La geopolítica siempre ha sido un problema, en el ámbito político, social y de la delincuencia. Cuando los delincuentes comienzan fraudes que se inician en un país, utilizan un medio de un segundo país y lo consumen en un tercero, como puede ser España, y aquí se genera un grave problema. Muchos delincuentes originan el fraude en países terceros, fuera de la Unión Europea, porque saben que no hay jurisdicción. Es una problemática que sin un sistema judicial ágil, rápido y con una unificación de gestión mundial será muy difícil de resolver.
¿Qué podemos hacer para contribuir a un mundo más seguro?
Portarnos bien. Pero está claro que no todo el mundo se porta bien. Si no yo no tendría mi trabajo, no habría policías y ahora no estaríamos hablando de seguridad. Por tanto, la sociedad ha de tener formación e información de lo que sucede en su entorno. Ha de tener buenos sistemas de protección en su domicilio, con buenos sistemas de reacción. El ciudadano de a pie, que es víctima de la mayoría de la acción delictiva, es el que ha de adoptar una cultura de la prevención, de la seguridad y de no descuidarse.
No lleves según cuánto dinero encima, no lleves según qué reloj, y aún más si vas a según qué barrio o a según qué ciudad. No hace falta que hagas mucha ostentación. Recuerdo hace años, cuando trabajé para una entidad bancaria en México, me decían: “Eduard, ven aquí con dos carteras, una prácticamente vacía y la buena. Cuando te atraquen, que te atracarán seguro porque tienes pinta de gringo, les dices que sí a todo y les das la vacía”.