Josep Company Molar era un joven de Celrà que trabajaba en Campsa y fue enviado a Llançà para trabajar en el surtidor de gasóleo del puerto, que suministraba a las barcas de pesca. Era el 1963 y aquel pequeño pueblo del Alt Empordà todavía se mantenía bastante aislado del turismo. Pero ya empezaban a llegar franceses y otros turistas, que se instalaban en pisos que alquilaban los pescadores.
Joan Company: "No cobraba nada, pero ya hacía de intermediario"
Tanto los turistas cómo los pescadores preguntaban siempre a Josep Company si conocían gente para alquilar los pisos. "No cobraba nada, pero hacía de intermediario", explica su hijo, Joan Company. Así, decidió dedicarse a ello y abrió una pequeña oficina turística en el puerto, trabajo que compaginaba con el de la gasolinera.
60 años y tres generaciones después, aquel proyecto se ha convertido en Finques Company, una de las referencias inmobiliarias de pueblo cómo Llançà, Roses o Figueres, con casi 60 trabajadores y una facturación superior a los 4 millones de euros. Un negocio que empezó de casualidad: "Lo enviaron a Llançà por seis meses y ya lleva 70 años".
La explosión del turismo
Fue a partir de final de los 60 y principios del 70 cuando el turismo empezó a llegar en masa a la Costa Brava. De hecho, Josep Company entró a mediados de los 60 al negocio de compraventa de casas y terrenos. Los primeros clientes eran belgas y, sobre todo, franceses. La zona del Cap de Creus quedaba más lejos de Barcelona, pero no de Francia.
Así lo explica Joan Company, actual director: "Llançà está a 16 kilómetros de la frontera y había mucho visitante francés, belga... Era una zona muy virgen en aquella época". La mayoría eran familias que llegaban en coche, buscando una zona más virgen, sol y precios bajos.
Y los primeros apartamentos y casas destinados al turismo se fueron levantando. "Todo ello hizo que el negocio de la inmobiliaria fuera creciendo e, incluso, participáramos de alguna promoción", explica Company.
El oasis de la Costa Brava
Ya a partir de los 70 el crecimiento turístico de la Costa Brava fue masivo. En pueblos cómo Platja d'Aro o Lloret de Mar se levantaban grandes edificios y no primó el respeto por el entorno natural. Por Lluís Company, se produjo un crecimiento desenfrenado y desordenado.
"Por suerte, en la zona norte del Cap de Creus hubo un crecimiento urbanístico bastante controlado. En Llançà solo hay un edificio de más de tres plantas. Es mucho de agradecer", celebra Compañero, que lamenta el crecimiento "exagerado" de otras zonas de la Costa Brava: "Ahora se ven las consecuencias y no se da el nivel que a todos nos habría gustado". "Si pudiéramos volver atrás, se haría diferente", reconoce.
La confianza y el negocio
De este modo, Finques Company siempre se situó en la zona menos explotada y preservada, a pesar de que desde bien al principio ya compraban terrenos para edificar los primeros apartamentos turísticos de la zona. Era el fundador, Josep Company, quién lo llevaba todo de manera muy personal. "Daba mucha confianza, era una persona conocida y conocía mucho la zona y los clientes", resalta su hijo. Un ejemplo de todo es que fue nombrado Juez de Paz de Llançà entre el 1970 y el 1985.
Aprovechando que se hacían los primeros apartamentos para turistas, nacen también las comunidades de vecinos. Y Finques Company lo ve cómo una oportunidad para ampliar el negocio, añadiendo la gestión de comunidades dentro de su oferta. Un paso que, más adelante y en las crisis futuras, sería clave.
La primera gran crisis
Después de casi treinta años de crecimiento turístico, urbanístico y del negocio, a principios de los 90 llega la primera gran crisis por el sector (cómo para toda la economía catalana). Una crisis que impactó de manera muy importante al mercado de segunda residencia. Promociones que no se vendían, proyectos a medias y una bajada de la demanda.
Fue cuando Joan Company y su hermano entraron al negocio. "Decidimos ampliar el mercado y no limitarnos solo a la segunda residencia", explica. Así, abrieron una oficina en Figueres para atender la demanda de primeras residencias. Más adelante también se establecieron en Olot, entre 1998 y 2008. "La empresa ya no era tan familiar y éramos más empleados", recuerda Compañero.
La innovación como pilar
Ya a inicios de los 90, Finques Company apostó por un modelo colaborativo: "Creamos una franquicia inmobiliaria, era absolutamente novedoso e innovador". Todo surge de una visita a una feria inmobiliaria en París, donde anunciaban apartamentos en Llançà. "No sabían ni donde estaba", recuerda Company.
Esto les hizo abrir los ojos: "Nos dimos cuenta que solos difícilmente llegaríamos a penetrar en el mercado para hacer tareas de marketing. Y decidimos juntarnos con inmobiliarias de Costa Brava y compartir producto". Así nació BeiGrup, que reunía oficinas de Torroellade Montgrí o Sant Antoni de Calonge. Cada una mantenía su imagen y proyecto, pero colaboraban entre ellas.
Los disquetes del ordenador
Y los permitió hacer apuestas importantes, que ahora pueden parecer evidentes: "Nosotros y una inmobiliaria de Madrid éramos los únicos en España que teníamos una herramienta para enseñar fotografías de las casas a través del ordenador". Era a principios de los 90 y un repartidor tenía que ir repartiendo los disquetes con las fotos a las oficinas. Tardaban toda la noche para descargarse.
Company: "Siempre hemos puesto en práctica los valores que defendía el padre"
A principios de los 2000 quisieron ir más allá y se unieron con inmobiliarias de fuera de Girona, creando Ceigrup. En aquellos momentos, Finques Company ya está plenamente consolidada: de los 90 al 2005 habían pasado de 6 a 48 trabajadores y de 600.000 a 3,8 millones de euros de facturación. El actual director explica las claves: "Siempre hemos puesto en práctica los valores que defendía el padre: un trato muy personalizado al cliente, transmitiendo mucha confianza y ser reconocidos para hacer las cosas muy hechas".
La gran crisis del 2008
Pero el 2008 llegó la gran crisis del sector inmobiliario. Los tres fundadores iniciales de Beigrup se quedaron la marca Ceigrup y decidieron hacer una nueva estrategia: "Hemos vuelto a los orígenes, volviendo a la provincia de Girona, donde ahora tenemos 17 oficinas". El mismo 2008, a pesar de estar en plena crisis, Finques Company decidió comprar la cartera de una inmobiliaria de Girona y, desde entonces, trabajan también allí. Desde entonces, también incoporan el nombre de Ceigrup a su marca, para potenciar esta colaboración, denominándose Ceigrup-Finques Company.
Una de las claves por haber sobrevivido a la crisis del 2008 fue la diversificación de negocios, puesto que gestionaban más de 500 comunidades de propietarios y más de 1.500 pisos y locales de alquiler: "Gracias a esto mantienes unos ingresos fijas". Además, también te mantiene el contacto con el cliente, que está en el centro de su política: "El sector inmobiliario está muy desprestigiado y nosotros hemos creado una cultura de empresa basada en la confianza y la honestidad".
Company: "No podemos competir, la batalla está perdida"
Y así es cómo Finques Company se ha mantenido durante 60 años y se ha convertido en una referencia en el entorno del Cap de Creus. Ahora ya con la tercera generación al frente, afrontan el reto de un sector que se ha transformado completamente con nuevas plataformas inmobiliarias a internet cómo Idealista o Airbnb.
"Nos tenemos que aliar con todos estos grandes portales. No podemos competir, la batalla está perdida", reconoce Company, que defiende una gran especialización: "Donde no llegan estos portales es enla atención personalizada. Y aquí es donde tenemos nuestro valor". Seis décadas después, defienden los mismos valores del fundador, que empezó en una benzinera del puerto conectando pescadores que querían alquilar su piso y turistas que apenas descubrían este paraíso catalán.