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Gelats D’liri, el delirio de una familia del Empordà para hacer los mejores helados

La familia Pagès no tenía experiencia en hacer helados cuando se hizo cargo de una heladería de la Escala y ahora se han hecho un hueco en el Empordà

Parte del equipo de Gelats D'liri | Cedida
Parte del equipo de Gelats D'liri | Cedida
Bernat Bella
Periodista
10 de Julio de 2023
Act. 10 de Julio de 2023

Josep Pagès y Alícia Llanos abrieron una heladería en la Escala el 2006. No tenían ninguna experiencia y conocimiento sobre la manera de hacer helados, pero vieron la oportunidad y decidieron lanzarse. Diecisiete años después mantienen aquella tienda, pero la calidad de sus productos los permitió ampliar su negocio y empezar a vender a otras heladerías, restaurantes y tiendas gurmet. Así han construido Gelats D'liri, que se ha convertido en uno de los referentes en el Empordà.

 

Heladeros de casualidad

Josep Pagès trabajaba gestionando el personal en una cadena de heladerías con cuatro tiendas, todas ellas en el Empordà. "Aunque me perjudicara porque podría perder el trabajo, dije a los propietarios que tres de las cuatro tiendas no funcionaban y se tenían que cerrar". Y así pasó: dejaron abierto solo el establecimiento de la Escala y Pagès perdió el trabajo.

Un año después, paseando con su mujer, vio que la heladería de la Escala se traspasaba: "No lo entendía, porque el negocio funcionaba". Y, sin haber hecho nunca un helado, decidió coger el negocio y hacerse cargo con su mujer y su hijo de 16 años. Y la bautizó como Zucchero.

 

Josep Pagès: "Aprendes rápido, pero a base de varapalos"

"Aprendes rápido, pero a base de varapalos", explica Pagès sobre el proceso para hacer helados. Tenían claro que querían hacer productos de calidad, que gustaran a la gente y los clientes repitieran. Mucha calidad, buen servicio y precio ajustado eran las premisas que querían impregnar en el negocio. Y con Josep Pagès como responsable de elaborar los helados.

Un objetivo que lograron: "No solo por estar delante la playa ya puedes cobrar mucho por un helado que no esté bueno. Nosotros siempre hemos intentado hacer las cosas lo máximo de bien posible. Y la gente repite y es agradecida".

Pagès: "Un negocio de temporada no es sencillo"

Y la heladería funcionó y era el negocio que permitía ganarse la vida a los padres y a los dos hijos: "Siempre te puedes equivocar, pero vimos que era viable. Un negocio de temporada no es sencillo, porque cuando no trabajas, estás tranquilo, pero en la temporada es muy intenso, son las 24 horas".

Y un día de lluvia en pleno mes de agosto podía hacer caer la facturación de manera importante. Pero el helado gustaba y abrieron una segunda tienda en la Escala.

El salto adelante

Hasta aquí puede ser la historia de muchos comercios locales a cualquier lugar de Catalunya, donde hacen las cosas bien hechas y tienen una buena respuesta de los clientes. Pero la familia Pagès decidió ir algo más allá. La hija de Josep, Alícia, lo explica: "Acabas conociendo muchos clientes, gente que trabaja en muchos sectores diferentes. Y muchos hostaleros nos decían que les gustaría comprar nuestros helados para su restaurante, que les gustaban mucho".

"Si te lo dice una persona, no te lo crees. Pero te lo van diciendo y repitiendo y, al final, lo ves claro", añade Alícia. Y decidieron dar el paso en 2020, cuando la pandemia estaba a punto de estallar y estropear buena parte de la temporada turística. Dejaron una de las dos tiendas y trasladaron el obrador a una nave industrial a Serra d'Aró.

El delirio de los helados

Este fue el germen de Gelats D'liri: "Le pusimos delirio por el año en que lo hicimos, el de la pandemia, y porque nuestros helados son una pasada". Una palabra que también puede explicar su historia y cómo una familia sin ninguna experiencia haciendo helados, aprende y aspira a hacer de los mejores. Además, quisieron desmarcarse de la marca Zucchero y apostar por un nuevo nombre para esta línea.

Alícia Pagès: "No sacrificamos nunca la calidad y no hemos cambiado".

Equiparon la nave, siempre apostando por una producción artesanal y a su medida: "No sacrificamos nunca la calidad y no hemos cambiado". "El tipo de helado que hacíamos al principio, lo mantenemos. Ahora hacemos mucha más cantidad, pero con el mismo sistema de trabajo", insiste Josep. Esta calidad es la que defienden para diferenciarse de tanta competencia.

Y de manera prácticamente inmediata pasaron de hacer helados para dos tiendas propias a elaborar por más de una veintena de clientes entre restaurantes y otras heladerías, teniendo que ampliar también la plantilla al obrador.

El amor por el helado

La familia Pagès tiene claro que la calidad es su gran arma: "El proceso es artesanal, prácticamente los helados salen uno a uno". Por eso apuestan per un crecimiento paulatino y calmado y han tenido que decir no a muchos nuevos clientes que querían sus helados. "Queremos crecer de manera muy controlada para no tener que sacrificar el producto, es lo que nos ha llevado hasta aquí", resalta Alícia.

Su pasión por el helado que hacen les lleva a querer controlar todo el proceso, incluso el envío, que hacen ellos mismos. "Queremos dar el mejor servicio y también explicar personalmente a los clientes cómo tienen que tratar nuestros helados", relata Alícia. Aún así están consiguiendo crecimientos anuales del 10%.

El helado de anchoa o de xuixo

Y el delirio no solo se ve en la aventura empresarial, sino también en la originalidad de algunas de sus propuestas. Cada año apuestan para innovar y sacar nuevos sabores, algunos sorprendentes. Un helado de zanahoria ecológica , uno de vermut, uno de pan con tomate y anchoas de la Escala, uno de xuixo, uno de coca de San Juan o de brunyols del Empordà son solo algunos ejemplos que les han hecho ganar todavía más fama.

Algunos se hacen por ocasiones especiales y otrps, cómo el de xuixo, se quedan em la carta y triunfan entre los visitantes. "Es lo bonito de hacerlo artesano, que puedes probar nuevos sabores. Cuando probamos un postre que nos gusta mucho, lo intentamos hacer en helado".

Así es cómo Gelats D'lir se ha hecho un nombre en el Empordà, con una historia de valentía y amor por el helado de unos recién llegados en este sector. Y que han construido su proyecto rodeados de dificultades: nacieron poco antes de la crisis financiera del 2008 y el gran salto del negocio lo hicieron en plena pandemia. Pero el delirio continúa.