
28
de Diciembre
de
2013 - 09:37
Las industrias culturales se encuentran en un momento de cambio profundo, amenazadas por los recortes y la dificultad para encontrar financiación, pero también por los cambios de modelo en el consumo cultural. Una situación que obliga las empresas culturales a replantear su función, definir nuevos objetivos y enfocarse hacia nuevos públicos.
Así coincidieron a apuntarlo los tres gestores culturales reunidos por el Club Industrias Culturales ESADE Alumni en un debate sobre el futuro del negocio cultural.participaron Pepe Serra, director del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), Salvador Sunyer, director del Festival Temporada Alta de Girona y Javier Fernández, director de Cinesa , que dieron algunas pistas sobras las acciones que se pueden llevar a cabo para garantizar la viabilidad de las industrias culturales. Y la máxima es clara: renovarse o morir.
Plantear nuevos retos
"Pensar que un museo es un contenedor y que tiene que tener un único relato para un único público es mucho del siglo XIX e incluso pretencioso. A un museo setendría que entrar con dos preguntas y salir con diez". Así es como describe Pepe Sierra su ideal para los museos del siglo XXI, que entiende que se tienen que convertir en espacios "experiencials y vivenciales". Una renovación de concepto que, no obstante, "tiene que tener clara la naturaleza del lugar y su filosofía".
Más allá de su rol como escaparate de las principales producciones teatrales catalanas e internacionales, desde el Festival Temporada Alta también se está trabajando en el proyecto 'La ciudad del teatro', con el que se quiere dotar Girona "de una personalidad diferente y única" relacionada con las artes escénicas. Entre otros iniciativas, se prevé crear un premio de teatro con eco internacional y traer la educación teatral a las escuelas. Es una muestra de la implicación del festival con la ciudad que lo acoge pero también de los objetivos de futuro marcados por sus responsables.
Buscar dinero por nuevas vías
Una de las principales preocupaciones que comparten los gestores culturales hoy es la investigación de financiación. "El directores de museos somos programadores, pero sobre todo, fundrisers", afirma Serra, remarcando la importancia de captar nuevos recursos privados y patrocinios.
Al Temporada Alta actualmente exploran nuevas vías de financiación y buscan fórmulas para aumentar los ingresos privados, que hoy representan un 26% del total del presupuesto del festival. Por eso han impulsado iniciativas como el "club del mecenazgo" o el asesoramiento de empresas para encontrar financiación. En este sentido, Salvador Sunyer destaca la importancia del regreso económico que el festival tiene en las ciudades que lo acogen, especialmente en el ámbito del hosteleria y la restauración.
Hacia nuevos públicos
"Al público le tienes que dar el que quiere y más. Y si no venden, lo tienes que ir a buscar ofreciéndole algo nueva". La receta de Salvador Sunyer es compartida por la mayoría de gestores culturales que, hoy, son conscientes que hay que conocer las peculiaridades del público para ofrecerle una experiencia personalizada. "Se tiene que conocer el público que tienes, pero también el no-público", dice Pepe Serra, consciente que hay "múltiples minorías" con las cuales "se tienen que crear vínculos estrechos, pero no banalizando, sino generando instrumentos porque cada cual pueda tener su propia experiencia".
Cinesa, con un millón de socios, ha encontrado la manera de conectar con sus "múltiples minorías" a través de los mailings y las redes sociales, medios desde donde pueden conocer los hábitos de sus espectadores y hacerlos recomendaciones y ofertas a medida. La cadena de cines, además, también apuesta para ir a buscar espectadores en la "nube" con iniciativas como Zomvi, una de las muchas plataformas de Video donde Demand (VOD) accesibles actualmente.
El cine tiene futuro
Las líneas de actuación que Cinesa está aplicando con bastante éxito demuestran que la exhibición cinematográfica, si se replantea, puede tener futuro por delante. Futuro que pasa por la proyección digitalizada, que permite no sólo pasar películas sino retransmitir conciertos, óperas y otros acontecimientos. Y por un replanteamiento de precios. Hace unas semanas, la fiesta del cine trajo a las salas más de 3'5 millones de espectadores en los tres días en que se venían entradas a precios muy reducidos.
El rol de la administración
Las industrias culturales han mantenido siempre una relación de amor-odio con la administración que se intensifica con los recortes en los presupuestos de cultura. "Tenemos que reivindicar la cultura es un elemento de primera necesidad y discutir qué espacio ocupa en los presupuestos de la Generalitat", considera Pepe Serra, por quienes "el problema es que no hay una governança profesionalizada de las instituciones culturales. El tipo de governança está obsoleta, el management a la administración pública es una calamidad".
Por Javier Fernàndez, de Cinesa , hace falta que la administración se ponga las pilas y destine dinero público a preservar las salas de cine, porque sino "irán cerrando salas, la oferta será cada vez más pequeña, basada en películas de gran impacto comercial y en lugares con un gran público potencial".
Así coincidieron a apuntarlo los tres gestores culturales reunidos por el Club Industrias Culturales ESADE Alumni en un debate sobre el futuro del negocio cultural.participaron Pepe Serra, director del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), Salvador Sunyer, director del Festival Temporada Alta de Girona y Javier Fernández, director de Cinesa , que dieron algunas pistas sobras las acciones que se pueden llevar a cabo para garantizar la viabilidad de las industrias culturales. Y la máxima es clara: renovarse o morir.
Plantear nuevos retos
"Pensar que un museo es un contenedor y que tiene que tener un único relato para un único público es mucho del siglo XIX e incluso pretencioso. A un museo setendría que entrar con dos preguntas y salir con diez". Así es como describe Pepe Sierra su ideal para los museos del siglo XXI, que entiende que se tienen que convertir en espacios "experiencials y vivenciales". Una renovación de concepto que, no obstante, "tiene que tener clara la naturaleza del lugar y su filosofía".
Más allá de su rol como escaparate de las principales producciones teatrales catalanas e internacionales, desde el Festival Temporada Alta también se está trabajando en el proyecto 'La ciudad del teatro', con el que se quiere dotar Girona "de una personalidad diferente y única" relacionada con las artes escénicas. Entre otros iniciativas, se prevé crear un premio de teatro con eco internacional y traer la educación teatral a las escuelas. Es una muestra de la implicación del festival con la ciudad que lo acoge pero también de los objetivos de futuro marcados por sus responsables.
Buscar dinero por nuevas vías
Una de las principales preocupaciones que comparten los gestores culturales hoy es la investigación de financiación. "El directores de museos somos programadores, pero sobre todo, fundrisers", afirma Serra, remarcando la importancia de captar nuevos recursos privados y patrocinios.
Al Temporada Alta actualmente exploran nuevas vías de financiación y buscan fórmulas para aumentar los ingresos privados, que hoy representan un 26% del total del presupuesto del festival. Por eso han impulsado iniciativas como el "club del mecenazgo" o el asesoramiento de empresas para encontrar financiación. En este sentido, Salvador Sunyer destaca la importancia del regreso económico que el festival tiene en las ciudades que lo acogen, especialmente en el ámbito del hosteleria y la restauración.
Hacia nuevos públicos
"Al público le tienes que dar el que quiere y más. Y si no venden, lo tienes que ir a buscar ofreciéndole algo nueva". La receta de Salvador Sunyer es compartida por la mayoría de gestores culturales que, hoy, son conscientes que hay que conocer las peculiaridades del público para ofrecerle una experiencia personalizada. "Se tiene que conocer el público que tienes, pero también el no-público", dice Pepe Serra, consciente que hay "múltiples minorías" con las cuales "se tienen que crear vínculos estrechos, pero no banalizando, sino generando instrumentos porque cada cual pueda tener su propia experiencia".
Cinesa, con un millón de socios, ha encontrado la manera de conectar con sus "múltiples minorías" a través de los mailings y las redes sociales, medios desde donde pueden conocer los hábitos de sus espectadores y hacerlos recomendaciones y ofertas a medida. La cadena de cines, además, también apuesta para ir a buscar espectadores en la "nube" con iniciativas como Zomvi, una de las muchas plataformas de Video donde Demand (VOD) accesibles actualmente.
El cine tiene futuro
Las líneas de actuación que Cinesa está aplicando con bastante éxito demuestran que la exhibición cinematográfica, si se replantea, puede tener futuro por delante. Futuro que pasa por la proyección digitalizada, que permite no sólo pasar películas sino retransmitir conciertos, óperas y otros acontecimientos. Y por un replanteamiento de precios. Hace unas semanas, la fiesta del cine trajo a las salas más de 3'5 millones de espectadores en los tres días en que se venían entradas a precios muy reducidos.
El rol de la administración
Las industrias culturales han mantenido siempre una relación de amor-odio con la administración que se intensifica con los recortes en los presupuestos de cultura. "Tenemos que reivindicar la cultura es un elemento de primera necesidad y discutir qué espacio ocupa en los presupuestos de la Generalitat", considera Pepe Serra, por quienes "el problema es que no hay una governança profesionalizada de las instituciones culturales. El tipo de governança está obsoleta, el management a la administración pública es una calamidad".
Por Javier Fernàndez, de Cinesa , hace falta que la administración se ponga las pilas y destine dinero público a preservar las salas de cine, porque sino "irán cerrando salas, la oferta será cada vez más pequeña, basada en películas de gran impacto comercial y en lugares con un gran público potencial".