La aventura de Katia con el mundo de la lana se remonta a los años de la Guerra Civil. La abuela de Sònia Castelló tenía una pequeña tienda de lana y su marido, cogiendo esta idea, fundó más tarde una empresa de este tejido alrededor de Manresa. Era el nacimiento de Hilaturas Génesis, el 1951. Fue el embrión de Katia, que nació cómo un producto de hilo de la empresa y ha acabado siendo el buque insignia, convirtiéndose en uno de los referentes en Europa a la hora de vender hilos y materiales de textura y manualidades a una cincuentena de países de todo el mundo.
La industria e Inditex
"La industria textil entonces tenía mucha importancia", explica Sònia Castelló, tercera generación y actual consejera delegada. Hilaturas Génesis inició su actividad vendiendo especialmente en tiendas especializadas en costura y, rápidamente, se introdujo en el sector del tejido industrial.
"Al principio no nos conocía nadie. Íbamos a las ferias con coches, lo llevábamos todo entre nosotros. Hemos picado mucha piedra, nos hemos dado a conocer y hemos hecho una muy buena atención al cliente", destaca Castelló. Finalmente, se hicieron un lugar como proveedores de la industria textil, llegando a vender incluso a Inditex . Este salto se produjo con la segunda generación, que también llevó los productos de Hilaturas Génesis más allá de las fronteras catalanas.
Los orígenes de Katia
Para vender al sector industrial, necesitaban un hilo más especializado y crearon tres nuevos productos. Uno de ellos tuvo un gran éxito y su nombre era Katia. Este es el origen de la marca, que después cogería vida propia.
La marca propiamente dicha surgió en los años 80 con la vocación clara de dirigirse al público que cosía y tejía en casa suya, ampliando mercado más allá de la industria: "En el mercado de lanas había muchas empresas y todas eran de artículos muy básicos. Katia quiso diferenciarse y hacer hilos de fantasía, que salían de lo normal y estaban vinculados a las modas".
Además, hicieron una apuesta que también fue toda una innovación en el sector: ofrecían un servicio completo. Vendían la lana y los hilos, pero también los patrones, para que los clientes se pudieran inspirar y coger ideas. Así, empezaron a publicar revistas de costura: "Fue muy revolucionario".
La gran crisis del textil
Sin saberlo, la apuesta por Katia acabó siendo un salvavidas del negocio familiar. En los años 90, el sector textil empieza a vivir una fuerte crisis, en parte producida por la deslocalización. Las grandes marcas empiezan a mirar hacia Asia para ahorrarse costes y la industria local sufre una vez casi mortal.
"Cuando China entra con fuerza en el textil, mucha gente se va a producir fuera. Y las fábricas, cómo la nuestra, tienen que decidir entre cerrar y dejar solo las oficinas o cerrar completamente", recuerda Castelló. En su caso, optaron por el cierre total de Hilaturas Génesis, después de más de cincuenta años de vida. Se materializó el 2007. Un año, explica la actual consejera delegada, en que también murió su padre, que había estado toda la vida vinculado a Génesis.
La salvación de Katia
El negocio, pero, sobrevivió gracias a Katia y la apuesta por el sector de los trabajos manuales textiles. Mientras mucha industria local cerraba puertas y abandonaba el sector, Hilaturas Génesis encontró su relevo en Katia. "Nos gustaría que nos vieran cómo un referente en manualidades textiles, que sepan que ofrecemos muchas alternativas diferentes, para los grandes y para los pequeños, de los modernos a los tradicionales. Ofrecemos creatividad", relata Castelló.
Una creatividad que han llevado a más de una cincuentena de países y que ha triunfado, siendo el empresa líder a España y una de las referentes a Europa del sector. Una prueba de esto son los más de 150.000 seguidores que tienen a Instagram. Y es que para Katia, la comunidad es clave: antes estaba en las tiendas, ahora en la red. E igual que antes fueron pioneros al ofrecer hilos y patrones, ahora comparten su conocimiento a internet.
El salto a Estados Unidos
La internacionalización de Katia viene de lejos. A través de representantes o distribuidores propios, han abierto mercados en Francia, Bélgica, Holanda, Alemania o Italia, que son los principales. Su objetivo es ahora asaltar los Estados Unidos. Y, para hacerlo, han optado por la venta online directamente al consumidor final, sin dejar de lado las tiendas. "Mucha gente ya nos conoce y ahora se los queremos vender directamente", explica Castelló.
La Covid cómo una oportunidad
El 2020 llegó la Covid y el mundo tambaleó. Muchas cadenas de suministro se rompieron y el sector textil fue uno de los más perjudicados. Pero no fue el caso de Katia. Igual que la población recuperó las cocinas para hacer pan y comidas de todo tipo, mucha gente también recuperó antiguas aficiones cómo tejer y los trabajos manuales textiles. "La gente tejió mucho más, las manualidades crearon un gran bienestar y ayudó mucho a las personas".
Sònia Castelló es una gran defensora de la costura: "En una época donde todo el mundo está conectado todo el día a la pantalla, hacer cosas con las manos merece la pena, va muy bien y genera mucho bienestar". De hecho, tienen un proyecto con escuelas, el Minicrafter, donde ofrecen lanas gratuitamente para actividades extraescolares: "Saber que puedes hacer cosa con las manos, genera autoestima y autonomía". Dejar el mundo virtual y recuperar nuestros orígenes, ni que sea por unos momentos, y reconectar.
El crecimiento de ventas
En los últimos años, Katia había ido aumentando su catálogo y pasó de ser una empresa de lanas a ofrecer todo aquello necesario para las manualidades textiles. Y a pesar de que los inicios fueron complicados, la covid ha supuesto un punto de inflexión. En los últimos tres años, el comercio electrónico ha aumentado un 130% y sus ventas globales han crecido un 20%. "Nuestro objetivo es ser referente en manualidades textiles", enfatiza la consejera delegada.
Y para hacerlo se mantienen en los tres pilares que siempre han defendido: creatividad, comunidad y bienestar. Así, Katia ha pasado de ser un producto de una empresa textil a convertirse en una referencia en las manualidades textiles y la salvación de un negocio familiar. Con una facturación de unos 30 millones de euros anuales y un centenar de trabajadores, la mayoría a su planta de Castellbell i el Vilar.