La paradoja lampedusiana

El nadador David Meca explica a los alumnos de ESIC Barcelona cómo practicar los valores de la resiliencia, la innovación constante y la toma de decisiones

David Meca en Esic Barcelona | David Rodríguez David Meca en Esic Barcelona | David Rodríguez

"Hay dos películas que no tendría que haber visto nunca: La Fuga de Alcatraz y Tiburón". Con este ejemplo, cargado de humor, el nadador y multimedallista- consiguió 28 campeonatos del mundo-, David Meca define la capacidad de gestionar los riesgos a los cuales se enfrentó durante su carrera profesional. Riesgos impuestos y otros buscados. Ante un auditorio mayoritariamente de estudiantes de la escuela de negocios ESIC Barcelona, Meca compartió cómo se logra Nadar hacia la orilla del éxito. Entre los valores para llegar, destacó la constancia, el esfuerzo y la ilusión que, en su caso, abandonan el estatus de palabras vacías para acontecer historias de vida. Meca insistió en todo momento en que "el deportista y el campeón se hacen en base a esfuerzo, no nacen con este talento".

Sólo repasando los hechos más destacados de su vida personal y profesional, Meca pudo ir introduciendo conceptos que lo han ayudado para salir adelante. De un niño que con cinco años necesitaba botas ortopédicas y con problemas de asma a un deportista de élite, que ha recorrido tres vueltas y media al mundo nadando. Esfuerzo, sacrificio y resiliencia. Esta última la utilizó en 1999, uno de los momentos más complicados de su trayectoria. En Brasil, lo acusaron de dopaje y le impusieron una sanción inicial de cuatro años. "Al día siguiente de comunicármelo, decidí que tenía que incrementar el ritmo de entrenamientos, tenía que demostrar mi inocencia y ser todavía más fuerte. Tomar la decisión más difícil posible para lograr el éxito".

Innovar o hundirse

En aquel momento, donde todo parecía estar hundiéndose, el que puede calificarse como el peor diagnóstico para un nadador, que siempre tiene que ser capaz de mantenerse. Era la oportunidad de practicar con la teoría económica y bregar con la gestión de la dificultad y la capacidad de superación. David Meca se inventó una serie de retos y gestas, que lo llevaron a cruzar nadando a las Islas Canarias, hacer una travesía de 130 kilómetros entre Xàbia e Ibiza, escaparse simbólicamente de la prisión de Alcatraz y batir el récord del mundo nadando tres veces entre la Península y Marruecos a través del Estrecho de Gibraltar.

El momento en el que todo parece perdido es el instante de tomar las decisiones más difíciles

Este contexto, en el cual todo parecía perdido, es según Meca, el instante de tomar las decisiones más difíciles. Como en una especie de revolución lampedusiana, el nadador recomendó a los estudiantes, futuros empresarios, innovar o morir. "Es necesario cambiarlo todo para que todo continúe igual". A partir de aquí, cultivó el espíritu de lucha, que lo ha llevado a ser uno de los nadadores referentes en el ámbito internacional. Con esta actitud, a la cual David Meca atribuye más de un 80% del éxito, las medallas fueron cayendo.

Continuar nadando

"David, sigue, sigue...". Estas palabras de su entrenador son las que impulsaron al nadador catalán a emprender una batalla judicial de más de dos años para demostrar su inocencia ante las acusaciones de dopaje del Comité Olímpico Internacional (COI). La receta de Meca parece sencilla. "Ante las crisis y las adversidades, hay que continuar nadando". En el momento de hacer balance, concluye que "si me muriera hoy sería un hombre feliz".

Meca: "si me muriera hoy sería un hombre feliz"

Después de retirarse del mundo deportivo, ahora hace más de una década, David Meca ha querido compartir sus experiencias de gestión del riesgo y de las dificultades aplicadas al ámbito empresarial. Él, que en muchas ocasiones nadó acompañado de tiburones, asegura ahora que los verdaderos peligros se encuentran en nuestro interior, lejos del agua. El consejo, como le comentó su entrenador, es continuar nadando acompañado de valores como el trabajo en equipo, gestionar la presión, que siempre se vincula al éxito, y asumir un liderazgo que permita motivar, dar confianza y aceptar las sugerencias y críticas.

En una expresión que suena extraída de un manual de gestión empresarial, David Meca reivindica la importancia del aprendizaje después de haber caído varias veces. Son las segundas oportunidades que, recuerda, da la vida. Oportunidades de justicia poética como que los mismos dirigentes del COI que lo acusaban de dopaje tuvieron que entregarle las medallas que ganó en el campeonato del mundo de Hawai en 2000. La misma casualidad que hizo Joan Antoni Samaranch, que entre 1980 y 2001 dirigió el COI, tres días antes de morir escribió sobre Meca que encarnaba los valores del olimpismo: 'Citius, Altivos, Fortis'. "Más rápido, más alto, más fuerte".

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