La Jijonenca, la heladería catalana de sangre valenciana

La empresa creada en El Vendrell por naturales de Jijona ha recibido ofertas de supermercados para fabricar "millones y millones de litros" pero siempre las ha rechazado porque va contra su filosofía

El director general de la Xixonenca, José Abad El director general de la Xixonenca, José Abad

A pesar del nombre, La Jijonenca es una empresa catalana: nació en 1968 en El Vendrell. Bien, matizamos; se creó en Tarragona pero sus impulsores eran 19 heladeros artesanos oriundos de Jijona. Igual que hacían los valencianos en otros sectores (cómo en el arroz o la naranja), subían año tras año a hacer el verano y vender helados por toda la costa catalana con sus icónicos carretes. Un día decidieron que juntos llegarían más lejos que yendo cada cual por su parte y conformaron Industrias Jijonenca SA (INJIHESA). Funciona como una especie de cooperativa (sin serlo) y es la única heladería del estado que no fabrica marcas blancas y mantiene su filosofía empresarial de servir sólo productos hechos artesanalmente. Comentamos las claves del éxito con su director general, Pepe Abad.

Las claves del éxito: la unión y la perseverancia

Dicen que la unión hace la fuerza. Y esta es la primera clave a la cual apunta Abad: "Se unieron para fabricar helados de una manera más lógica, con más medios, pero siempre de forma artesana y juntan las recetas tradicionales de cada cual. Así montaron la fábrica en El Vendrell". "Una heladería no puede ofrecer 30 o 40 sabores si eres artesano, puesto que tienes que hacerte la fruta, el turrón, la mermelada... necesitarías un almacén enorme y una maquinaria que no te podrías permitir", explica.

Mantener la esencia del helado artesano y no hacer marcas blancas son las claves del éxito de La Jijonenca

La segunda clave asegura que ha sido "perseverar": "Somos conscientes de quién somos y que queremos. Aquí nadie ha querido facturar nunca muchos millones ni tener muchos beneficios". "El éxito fue tan grande" que fueron sumándose nuevos socios a la primitiva sociedad hasta llegar a los 700 socios y las 900 heladerías que tienen en la actualidad. De la marca dependen unos 4.500 trabajadores, 130 de los cuales están en la fábrica.

A medio camino entre empresa al uso y cooperativa

La Jijonenca tiene un funcionamiento peculiar. No es una empresa familiar al uso (puesto que cada heladero es dueño de su establecimiento), pero tampoco es una cooperativa. El director general, Pepe Abad, es economista y no pertenece a ninguna de las familias heladeras de los inicios, que hoy van por la tercera generación.

La propiedad de los locales es de cada socio, y esto explica porque a veces encontramos por las calles heladerías con otros nombres (Llorens, Sirvent...), que dentro venden la marca La Jijonenca; es una asociada más. Con los años, esta característica ha sido una gran ventaja para la empresa. Si alguna vez alguien se ha preguntado cómo es posible que la marca esté presente en las calles céntricas de las ciudades más turísticas de la costa, es muy sencillo: a pesar de que la empresa tiene 50 años, la mayor parte de los heladeros que la conforman trabajan desde hace más de 100 años. "Hoy sería imposible comprar un local donde estamos ahora", asegura Abad.

La fábrica de Vendrell pasó a la historia hace unos años porque la expansión urbana le impedía crecer más y decidieron concentrar toda la producción en Jijona. Allí se juntó con la fabricación de barquillos y turrón (todo artesanal, de hecho, es la única heladería que continúa haciendo sus propias salsas, mermeladas, frutas, turrones, etc., para incorporar al helado). También tienen un centro logístico y de distribución en La Rueda (Sevilla) y otro en la Bisbal del Penedès, que inauguraron en 2018.

Cómo pasaba en sus orígenes, Abad detalla que hoy el principal consumidor del Estado de sus helados son los catalanes, seguido de los andaluces, y en tercer lugar estarían los valencianos. También han abierto alguna heladería en Francia y Portugal y exportan "muy poco volumen" y "productos muy seleccionados" a pequeños supermercados de Europa. La idea es tener más presencia en las zonas hoy más "abandonadas", como el centro y norte peninsular abriendo 100 nuevos puntos de venta (el ojo está, sobre todo, en el País Vasco), pero no tanto internacionalizarse. "No buscamos volumen. Y de momento así no nos ha ido mal", apunta el director general.

La Jijonenca ha preferido mantener su filosofía a crecer con helados industriales en los supermercados, a pesar de haber tenido la oportunidad

A pesar de gestionar unos beneficios de 1,7 millones y una facturación de 16 millones de euros que se ha mantenido estable en los últimos años ("y sin subir los precios"), Abad hace gala de la modestia innata de los sectores tradicionales. Remarca que la filosofía de la empresa se mantiene fiel a los orígenes, no trabajar con marcas blancas ni grandes supermercados, a pesar de haber tenido "la oportunidad" de hacerlo y con "ofertas de millones y millones de litros". "Nunca hemos querido, a pesar de que es el sector que más ha crecido. Queremos continuar con la calidad, iría en contra de nuestra filosofía de la heladería artesanal. Si alguna vez hemos hecho algo para algún supermercado, ha sido muy especial y puntual", sostiene Abad.

Tradición y artesanía no significa inmovilidad. Lo sabe bien La Jijonenca, y cuando se acaba la temporada de verano, las máquinas humanas no paran de desarrollar nuevos productos. Este año han añadido a su oferta, entre otros productos, sorbetes de zumos naturales ecológicos. También trabajan en líneas sin azúcar o con bajo contenido y en nuevos sabores. "Intentamos ir por ante las tendencias del mercado", comenta el director general.

Més info: La Jijonenca celebra 50 años con la apertura de una planta en Tarragona

Hablamos de estacionalización, el talón de Aquiles de los helados. Pepe Abad asegura que han hecho "muchas campañas" pero ninguno de ellas "ha tenido éxito". Alrededor de un 90% del producto se vende de abril a septiembre, y el 10%, el resto del año, pero lo tienen asumido. Tampoco es que le preocupo demasiado a la empresa porque no se los sobra mucho tiempo; los dos o tres meses justets para preparar la siguiente campaña, hacer mantenimiento de la maquinaria a la fábrica y que los trabajadores marchan de vacaciones. Abad explica que en los países nórdicos el helado es un producto que se consume todo el año como postres porque siempre ha habido un "exceso de lácteos que tenían que consumir, mientras que al Estado español había mucha variedad de fruta todo el año".

Cómo en toda empresa con una larga trayectoria de éxitos, La Jijonenca también ha visto alguna toma de decisión no demasiado acertada. Abad cita la compra de una fábrica de turrón en Jijona para complementar el helado, un producto de verano. "No puedes terminar la campaña del helado en octubre y, cuando tienes que estar desarrollando la próxima, ponerte a hacer turrón. Creo que fue un error", afirma. Ahora tienen claro que el futuro de La Jijonenca pasa, como no podía ser de otro modo, por los helados artesanos. Objetivo, la costa norte: mar Cantábrico.

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