Jaume Estalella Solé y Emília Vivó Pujadó fundaron una tienda de grano, piensos y algarrobas en La Llacuna el 1916. Con los años, se convirtieron en charcuteros y llevaban sus productos a todo el país. Fue el origen de Mallart .
Cinco generaciones después, Ernest, el hijo de los últimos propietarios, no podía hacerse cargo del negocio porque tenía discapacidad intelectual y decidieron traspasar el negocio a la Fundació Mas Albornà, que trabaja con personas con discapacidad. El objetivo es crecer y aportar valor social a sus embutidos.
Los inicios en La Llacuna
La Llacuna es un territorio privilegiado para la elaboración de los embutidos. Situado en el Gran Penedès, su altura y las corrientes de aire lo convierten en lugar ideal. Es por eso que a principios de siglo XX muchas familias se dedicaban a la charcutería. Una de ellas fueron los Mallart, que empezaron con una tienda de víveres donde también criaban y vendían cerdos.
El 1928 empezaron a elaborar las primeras butifarras, que repartían por Vilafranca, Barcelona y Sant Martí con autobuses propios. Incluso, después de la Guerra Civil distribuían alimentos de primera necesidad cómo pan y carne. Y van pasando los años, manteniendo el obrador de la charcutería y la tienda de víveres.
La historia de Ernest
En los años 90, Maria Lurdes Mallart e Ignasi Fernández toman el relevo hasta el 2018. A las puertas de la jubilación, el relevo no está garantizado, porque su hijo, Ernest, que trabaja en ek obrador, tiene discapacidad intelectual y no puede asumir la gestión del negocio.
Y aquí es donde aparece la Fundació Mas Albornà, tal como explica su director general, Joan Clotet: "Los padres se encuentran con la disjuntiva de qué hacer con el negocio: o se lo venden, y entonces qué pasaría con su hijo, o buscar una fundación. Y nos vienen a ver y nos explican el proyecto". Y es así como se hacen cargo de Mallart: "Ernest es el protagonista por quien estamos aquí". Ahora, continúa trabajando en el obrador.
Impulso a los embutidos
"Somos una entidad asistencial, con un centro de día, una residencia y ofrecemos servicios. No teníamos ninguna experiencia con embutidos, más allá de comerlos", detalla Clotet, que destaca que fue una oportunidad para la Fundació. Así, deciden buscar un experto charcutero y adquirieron un nuevo espacio en La Llacuna, que habilitaron como obrador.
Clotet: "Cuando cogemos Mallart, las ventas están en bajada"
"Cuando cogemos Mallart, las ventas están en bajada. Los padres ya eran mayores, a punto de jubilarse. Cogemos su conocimiento, pero como empresa no estaban en su punto álgido", recuerda el director general. El funcionamiento era muy casero, con la tienda y obrador compartiendo edificio con la vivienda. La Fundació moderniza el proceso, pero manteniendo el espíritu artesanal.
Entre el 2018 y el 2022, la facturación ha pasado de 150.000 además de 400.000 euros y sus embutidos ya se pueden encontrar supermercados cómo el Esclat, AlCampo, Caprabo, Casa Ametller o Corte Inglés. La voluntad es continuar creciente.
Embutidos con valor
Hacer viable el negocio es el objetivo de la Fundació Mas Albornà, pero todo ello con unos valores muy claros y buscando la integración de las personas con discapacidad. Así lo resume Clotet: "Tradición, historia, compromiso social e innovación". "Los embutidos tenían que ser de calidad, fundamental para tener futuro", deja claro.
Una vez gustan, es cuando pueden explicar la historia social detrás del proyecto de Mallart. Hasta que ponen en valor unos productos "buenos para el estómago y el alma".
El Penedès en el corazón
La historia de Mallart va muy ligada con el Gran Penedès. Ya en 90, son pioneros en la recuperación de la tradición del Paté de Llacuna. Además, hacen especialidades singulares cómo el pan de hígado de nueces, tarrina de cap y pota y embutidos de jabalí aconteciendo un referente de calidad al territorio.
Ahora se han especializado con el Gall del Penedès: "Aportamos el valor social, que es lo más importante, pero no nos podemos olvidar del territorio". Y son elaboradores exclusivos de este gallo, elaborando productos únicos y especializados. "El único lugar en el mundo donde se hace paté del Gall del Penedès es en nuestro pequeño obrador de la Llacuna, destaca Clotet.
Y todo ello con la esencia de la Fundació Mas Albornà, que da trabajo a más de 300 personas con discapacidad y factura más de nueve millones de euros. "Lo que nosotros buscamos haciendo todo esto es el paro cero para todas las personas con discapacidad", sentencia.