Una mente maravillosa: la realidad que importa

Hay la teoría conspirativa que podríamos estar viviendo en una simulación

Captura de pantalla de una escena de la película Una mente maravillosa | Youtube Captura de pantalla de una escena de la película Una mente maravillosa | Youtube

Hay la teoría conspirativa que podríamos estar viviendo en una simulación. Lo que hemos vivido, lo que hacemos y lo que experimentamos en un futuro está escrito y no hay nada que hacer para cambiarlo. Ante esta hipótesis hay dos opciones: reír y seguir tomando la cerveza con tu amigo que te lo acaba de explicar o creer ferozmente con el hecho de que el guion ya está hecho.

John Forbes Nash, Nobel de Economía 1994

Me estreno en VIA Empresa con este artículo para hablar sobre una película extraordinaria en todos los sentidos. Me lo ponen fácil. Una mente maravillosa (A Beautiful Mind, 2001), explica la vida del matemático John Forbes Nash (1928-2015), ganador del Premio Nobel de Economía en 1994 y que sufrió esquizofrenia. Con todos los respetos, el primer párrafo era para exponer la cruda realidad que sufren 24 millones de personas en todo el mundo con esta enfermedad, que muchas veces no se tiene en consideración y que afecta a nuestro protagonista.

El filme es una gran reivindicación a una personalidad considerada un genio. Revolucionó la economía como estaba entendida hasta entonces y llegó a cuestionar al gran Adam Smith con un ejemplo clarividente. La idea principal es que el libre mercado no sólo se basa únicamente en el egoísmo del individuo, sino que también se tiene en consideración la cooperación del grupo para satisfacer las necesidades de cada uno.

Ron Howard, el director, supo analizar e ilustrar la vida de John Nash inteligentemente. Russell Crowe se pone en la piel del matemático y le interpreta con todos los mínimos detalles; mientras que Jennifer Connelly (Alicia) es la definición del amor, del sufrimiento y de las virtudes de una persona que lo da y lo deja todo.

Poco sociable y perfeccionista

Nash llega a la Universidad de Princeton, junto con Martin Hensen, con una beca de matemáticas bajo el brazo. El protagonista, poco sociable y perfeccionista, recibe constantes presiones para que presente su trabajo, pero no lo hace hasta que no lo tiene acabado. Su compañero de habitación, Charles Herman, es imprescindible para entender ciertos comportamientos. El éxito de sus teorías provocan que sea contratado por el gobierno de los Estados Unidos para descifrar unos códigos secretos de la Unión Soviética.

El Departamento de Defensa norteamericano, bajo la supervisión de William Parcher, le hace otro encargo que se basa en encontrar patrones en los diarios y revistas de mensajes en clave de los soviéticos. La obsesión de Nash con este trabajo llega a puntos extremos hasta que Howard decide revelar que el protagonista sufre alucinaciones a causa de su esquizofrenia y tiene que ser ingresado.

El centro psiquiátrico e ignorar las alucinaciones

No existe ningún compañero de habitación y no fue contratado por los Estados Unidos para ayudar en una misión confidencial contra la antigua Rusia. Antes de ser internado en un centro psiquiátrico, conoce y se enamora de Alicia, con quien tiene un hijo. Ella es la personal vital de su vida que le ayuda a comprender que vive una realidad con paranoias y que son perjudiciales para todos los que le rodean.

El matemático sigue con las alucinaciones, pero aprende a convivir con ellas, ignorándolas. La salud mental es una de las grandes olvidadas, incluso a día de hoy, de la sociedad y películas como estas rompen una lanza a favor para ser conscientes de cuál es la realidad de muchas personas. El filme fue todo un éxito en taquillas, recaudó más de 310 millones de dólares y ganó cuatro Premios Óscar (mejor película, mejor director, mejor actriz de reparto y mejor guion adaptado).

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