‘El método Williams’: el peligroso ejemplo de pensar que tienes un hijo prodigio

La presión que ejerce el padre con Venus y Serena no la tendría que vivir ningún niño y niña

Will Smith en 'El método Williams' | Youtube Will Smith en 'El método Williams' | Youtube

El deporte es maravilloso. Es un aliado para tener una buena salud, una referencia para enseñarte los valores primordiales, una gran herramienta para desconectar y, en definitiva, un recurso para ser feliz. La lista de beneficios es larga, pero también se debe ser consciente que se puede convertir en tu peor enemigo. La línea entre amor y odio es muy fina, y todo lo que rodea el deporte puede acabar derivando en múltiples problemas personales, sean físicos o mentales. Reinaldo Marcus Green ha decidido trasladar el deporte a la gran pantalla y el resultado con El método Williams (King Richard, 2021) es de medalla de oro. También la actuación de Will Smith, que a pesar de su polémica y lamentable bofetón al presentador Chris Rock, ha significado su primer Oscar como el mejor actor.

Venus y Serena Williams son dos de las mejores tenistas de todos los tiempos y su historia es de película. Por si no fuera suficientemente complicado poder llegar a la élite de un deporte, las hermanas Williams lo hicieron por partida doble y siendo las líderes. Las dos han sido número 1 mundial del circuito y no han parado de acumular Grand Slams, Juegos Olímpicos y Masters 1.000.

Venus, la hermana mayor, fue la primera en llegar y tocó el cielo conquistando Wimbledon. No estaba satisfecha con una vez, sino que lo hizo en cinco ocasiones; mientras que Serena tuvo a su hermana de referencia y es considerada actualmente una de las tenistas más grandes. Luce 23 Grand Slams, una auténtica barbaridad, superando a sus compañeros de profesión masculinos, donde domina Rafa Nadal, con 21. Se tiene que decir que, de momento, la reina de títulos es Margaret Court, con 24 majors.

Que quede por escrito que ningún padre o madre tendría que decidir el futuro de sus hijos

Ya habiendo contextualizado la magnitud de dos estrellas, vamos con todo a por el film. El padre de Venus y Serena, Richard Williams (interpretado de manera excepcional por Will Smith), cansado de su trabajo monótono y limitado económicamente, decide idear un plan para sus dos hijas: convertirlas en tenistas profesionales. Se da cuenta de las espectaculares cifras que mueve el sector y piensa en la ‘magnífica’ inversión que supondría. Que quede por escrito que ningún padre o madre tendría que decidir el futuro de sus hijos.

El señor Williams se convierte en el entrenador personal de las dos y se centra en aspectos técnicos y físicos. Con los recursos que dispone pretende que tengan la mejor preparación posible y la verdad es que lo consigue. Dos diamantes en bruto que, al final, necesitan la ayuda de técnicos profesionales para acabar de dar el salto.

La película se centra en la cara más desconocida de Venus y Serena, la de los inicios. Es la parte más golosa sobre dos referencias deportivas que llevan en el negocio más de dos décadas. Vivieron y crecieron en Compton (Los Ángeles), zona conflictiva y escenario de uno de los momentos más delicados. Richard va a defender a sus hijas y acaba apaleado por uno grupo de jóvenes.

No hay absolutamente nada que apare el plan de Williams. A la mínima opción que tienen, Venus y Serena demuestran de lo que son capaces sobre la pista y a partir de aquí es como un tsunami, imparable a su paso. Los primeros torneos que disputan son la gran constatación que lo mejor está por llegar.

Es el relato de una lucha antirracista, de reivindicación, de sueños y que tiene el objetivo que las hijas no tengan que vivir la misma realidad por la que ha pasado

También es de justicia decir que el film refleja la cara más amable de la historia y se evitan las situaciones más duras. La obsesión del padre con el plan llega hasta puntos insostenibles y, al final, tiene que ceder en su idea principal. No es solo un plan deportivo del padre, sino que va más allá. Es el relato de una lucha antirracista, de reivindicación, de sueños y que tiene el objetivo que las hijas no tengan que vivir la misma realidad por la que ha pasado.

Venus y Serena han sido dos ejemplos de superación, de sacrificio y de empoderamiento. Ubicados en el contexto de los Estados Unidos, es la victoria de dos deportistas negras en un deporte que era de blancos, como se comenta en la película. En definitiva, épica y heroicidad que se podría traducir en la fórmula mágica para Hollywood.

¿Qué dosis de ficción hay? Nos tenemos que creer que es lo más fidedigno posible y lo que se sabe es que Venus y Serena participaron en la producción y el padre aprobó el guion. El mensaje del film es potentísimo, la fuerza de la familia, los sueños, la reivindicación y el antirracismo, pero también hay una doble lectura muy peligrosa.

La presión que ejerce el padre con Venus y Serena no la tendría que vivir ningún niño y niña. Al final, los más pequeños practican deporte para aprender, competir y pasarlo bien. Y sí, son dos casos de absoluto éxito, pero son únicos. Los padres y madres que se piensen que tienen en casa a la próxima Venus, Serena o Alexia, o al próximo Messi, Rafa Nadal o Pau Gasol están muy equivocados y no le hacen ningún favor a nadie.

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