Muria, la miel catalana que triunfa en Harrods

La familia Muria se dedica a la producción de miel desde el 1810 y exportan el 50% de su producto al exterior

Rafel Muria Martí, quinta generación de Miel Muria |Cedida Rafel Muria Martí, quinta generación de Miel Muria |Cedida

La historia de la familia Muria está ligada a la miel desde el 1810. Seis generaciones después, esta empresa situada en el Perelló, el pueblo de la miel, es uno de los referentes del sector y su producto incluso se encuentra en Harrods, los grandes almacenes de Londres reconocidos por la calidad de los productos que expone.

Lo que empezó a principios de siglo XIX cómo un trabajo de apicultor para sobrevivir y vender en el mismo pueblo, hoy en día es una compañía que fabrica 150.000 kilos de miel al año y factura unos 2 millones de euros. Y siempre con el amor por las abejas y la miel : "Hacen oro".

Apicultores de subsistencia

Rafel Muria Queralt fue el primero de la saga a desarrollar la tarea de apicultor y, su hijo, Rafel Muria Llambrich (1850) fundó y presidir el 'Ligajo de colmenas', una asociación que tenía 225 asociados y 1.820 colmenas. Fue el 1888. Sus aportaciones no se quedaron aquí y fue de los primeros profesionales a cambiar la antigua arna (donde las abejas hacen la miel) de paja y corcho por una de madera y de forma cuadrada.

Esta innovación no fue menor, puesto que permitió practicar la transhumància, que consiste a ir trasladando las abejas en diferentes zonas según el clima y buscando las mejores floraciones. Primero lo hacían en poblaciones próximas y, actualmente, ya se mueven por todo Catalunya, de las Terres de l'Ebre a los Pirineos.

Muria: "En aquella época, era más bien por supervivencia. Hacían la miel y la vendían en el mercado del pueblo"

"En aquella época, era más bien por supervivencia. Hacían la miel y la vendían en el mercado del pueblo", explica Rafel Muria Martí, quinta generación. Y recuerda una anécdota que ha ido pasando de padres a hijos: "Mis abuelos se situaron en fincas labradoras. Durante la Guerra, incluso los soldados venían a curarse con nuestra miel porque no había bastante antibióticos".

De los mercados del Perelló a Barcelona

El negocio se mantuvo en este nivel hasta que Rafel Muria Martí y su padre decidieron dar un paso adelante. Hasta entonces, la venta era sobre todo en el mercado local y a mayoristas que pasaban por el Perelló. "Para que se lo ganen los mayoristas, ya lo hacemos nosotros", pensaron.

Més info: El Perelló, el pueblo de la miel

Y empezaron a profesionalizar el negocio e ir a venderlo a mercados de Barcelona . Esto implicó tener que envasar la miel, puesto que hasta aquel momento la vendían a granel. "Fue muy complicado porque teníamos que ir a una capital donde estaban acostumbrados a tener productos de calidades diferentes. Por ejemplo, no entendían que la miel se podía cristalizar", recuerda. Y tuvieron que hacer una tarea casi de evangelización.

De en Catalunya el mundo

Una vez hecho el camino a Barcelona, el siguiente paso era abrirse a otros países. Y es el que hicieron Rafel Muria Martí y su hijo. Con el apoyo de la Generalitat visitaron algunas ferias del sector, para darse a conocer. Y todo cambió en París: "Estábamos en una feria y pasó la jefa de compras de Harrods. Le gustó nuestro packaging y se enamoró del producto. Lo quería".

Y después de dos meses de negociación, cerraron un acuerdo para que Miel Muria se vendiera en estos grandes almacenes. "Fue un antes y un después", asegura Rafel Muria Martí. Y la relación ya se alarga desde hace cinco años: "Nos ha hecho diferentes, por el hecho de estar en un mercado más selecto".

Este "sello de calidad" que les aporta la confianza de Harrods les ha permitido ir a otros mercados. Y hoy en día el 50% de sus ventas ya son al exterior. Francia, Inglaterra, Países Bajos, Alemania, Polonia, Arabia Saudí o Dubai son algunos de los principales países donde están presentes.

El secreto del éxito

El responsable de la empresa resume su éxito a través de tres patas que les hacen diferentes: el packaging, la calidad y la historia. "La gente quiere una historia real, y nosotros la tenemos. Somos seis generaciones", resume. En cuanto al envase, destaca su apuesta para diferenciarse del resto. Y, en relación con el producto, una calidad que los ha permitido incluso obtener reconocimientos internacionales.

"Intentamos ser una empresa diferente", enfatiza. Y, lógicamente, mantener el espíritu artesanal desde hace casi 200 años: "La abeja transforma el néctar de la flor en miel. Nosotros lo cogemos y la ponemos dentro de un bote, de la manera más natural".

"La miel es un producto que, cuanto más natural, más calidad tiene", resume.

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