Pharma Mar es la empresa de la familia Fernandez Sousa-Faro. | Cedida
Pharma Mar es la empresa de la familia Fernandez Sousa-Faro. | Cedida

La sorprendente historia de Pharma Mar

Roger Vinton analiza la fortuna de los Fernández Sousa-Faro con Zeltia, Pescanova y un fármaco contra el cáncer

A finales de 1998 un reducido grupo de personas invitadas por el broker Benito & Monjardín se reunían en la sala de actos de la Bolsa de Barcelona. El motivo del encuentro era escuchar los proyectos que José María Fernandez Sousa-Faro tenía previsto llevar a cabo en la empresa familiar que encabezaba, la compañía química Zeltia. La firma hacía sólo unas semanas que se había estrenado en la primera división de los mercados bursátiles, es decir, había abandonado el mercado de "corros" para empezar a cotizar en el mercado continuo, la plataforma electrónica donde se compran y venden las grandes empresas españolas. En realidad, Zeltia, con sede en O Porriño (Pontevedra), no era ninguna empresa nueva, sino que tenía detrás una larga historia dedicada a la producción de insecticidas, con algunas marcas tan conocidas como ZZ Paff o Casa Jardín. En sus inicios, en 1939, estuvo muy vinculada al gran bioquímico catalán Ferran Calvet Prats (1903-1988), experto en alcaloides. Precisamente, en la película Os fillos de solo (2017) se explica de pe a pa la historia de la fundación de Zeltia, que estuvo empapada de un fuerte componente político, en consonancia a unos tiempos muy cercanos al final de la Guerra Civil.

"La fortuna de Fernández Sousa-Faro iba mucho más allá de los beneficios de la química Zeltia porque eran los propietarios de Pescanova"

La fortuna de Fernández Sousa-Faro, pero, iba mucho más allá de los beneficios que les proporcionaba la empresa química, porque eran también los propietarios de Pescanova, firma pionera en la ultracongelación del pescado en alta mar, y que a lo largo de décadas ha conseguido colocar sus productos en millones de hogares españoles. Además de José María, a quién ya hemos presentado, el otro miembro de esta segunda generación familiar es su hermano Manuel. Durante la segunda mitad de los noventa los hermanos José María y Manuel se fueron distanciando, hasta refugiarse cada uno de ellos en una empresa diferente; mientras Manuel se hacía fuerte en Pescanova, José María pasaba a ostentar en solitario los destinos de Zeltia. A pesar de esta aparente desproporción -Pescanova era mucho más grande que Zeltia- el futuro cogería una trayectoria sorprendente

Pero volvemos a aquella reunión de finales de 1998 en Barcelona, donde José María Fernandez Sousa-Faro quería explicar sus planes. Todo lo que relató, ante la mirada sorprendente de los asistentes, no tenía nada que ver ni con insecticidas ni con pescado congelado, sino que la idea era mucho más atrevida y guardaba relación directa con una de las enfermedades más temidas: el cáncer. Había llegado a la conclusión que si el origen de la vida en el planeta se encontraba en los océanos y estos eran la madriguera de una parte significativa de todos los seres vivos -muchos de ellos todavía desconocidos- probablemente la sustancia que permitiría acabar con el cáncer también sería allí, escondido en algún rincón del fondo marino. Los asistentes a la reunión, muchos de ellos potenciales inversores, abrieron los ojos como platos y empezaron a escuchar sin perder detalle. El plan era tan simple como ambicioso, y consistía en ir obteniendo sustancias de organismos subacuáticos que pudieran mostrar alguna actividad antitumoral. Además, en el momento de hacer la presentación ya estaban examinando algún producto prometedor que se encontraba en fase de pruebas. Y para rematar la clave de un plan perfecto, disponían de la flota de Pescanova para hacer la investigación y captura de los organismos marinos. En una época en que la telefonía móvil ya se había popularizado, fue fácil que el proyecto deslumbrante que se estaba presentando a puerta cerrada traspasara los límites de la pequeña sala de actas por, de forma inmediata, salpicar la cotización de Zeltia de aquel día, que empezó a escalar posiciones. No obstante esta primera locura, el resto del año y el comienzo de 1999 fue bastante tranquilo para las acciones de la compañía gallega.

"Fueron unos días de fiebre bursátil, en qué muchos inversores más que duplicaron su inversión en sólo cinco días, el sueño de todo bolsista"

La revolución llegó a mediados del mes de febrero del 2000, cuando un informe de los analistas del Santander situaron el valor teórico de las acciones en 70 euros, cuando en aquel momento cotizaban un poco por encima de los 30. Basaban sus cálculos en las probabilidades que el compuesto que Zeltia tenía más avanzado, bautizado como TE-743, pudiera superar la fase de análisis y saliera al mercado. La reacción de la bolsa no se hizo esperar, de forma que las acciones de Zeltia consiguieron el hecho insólito de subir durante cinco días consecutivos el máximo permitido en el mercado -en aquellos momentos un 15% diario- hasta llegar a cotizar por encima de 60 euros el 22 de febrero. La fiesta todavía se prolongó durante unas horas del día siguiente, cuando la cotización agotó de nuevo el límite del 15% para ensartarse hasta los 70 euros, precisamente, el precio que los analistas habían calculado en su informe. Llegados a este precio, la histeria colectiva que se había desencadenado durante la semana para poseer acciones de Zeltia se frenó en seco y la mayoría de inversores empezaron a vender para materializar sus ganancias increíbles. La estampida de inversores vendiendo sus títulos a incautos que pensaban que la fiesta no había acabado provocó que las acciones hicieran el recorrido inverso al de los últimos días, hasta agotar el límite de variación del 15%, pero ahora de bajada, parándose en los 51 euros y medio.

Fueron unos días de fiebre bursátil, en qué muchos inversores más que duplicaron su inversión en sólo cinco días, el sueño de todo bolsista. Y todavía más, algunos de los asistentes a aquella reunión de finales de 1998 que habían quedado convencidos de los planes de Fernández-Sousa Faro, y que ya en aquel momento habían comprado acciones de la empresa, obtuvieron una rentabilidad cercana al 200% o, en otras palabras, triplicaron en unas pocas semanas, siempre y cuando hubieran sabido vender en el momento en que los títulos llegaban a la línea de los 70 euros.

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Pero más allá de este episodio, la vida de Zeltia, continuó. El primer cambio relevante fue la escisión de la pequeña sociedad que hacía la investigación marina, denominada Pharma Mar, de la casa matriz Zeltia, y con aquella denominación sería conocida en los mercados a partir de entonces. En los años siguientes, la cotización de Pharma Mar vivió cierto declive porque los resultados no acababan de ser los esperados, a pesar de que con un transitar siempre salpimentado de subidas verticales y caídas a plomo, en función de los resultados en los análisis clínicos de sus productos. El verano del 2003, por ejemplo, se vieron subidas y bajadas alrededor del 20% en un solo día, siempre en función de las noticias que llegaban de la Agencia Europea del Medicamento respecto a la aprobación o el rechazo del mencionado TE-743, el fármaco estrella de Pharma Mar.

Finalmente, en 2009, las autoridades europeas aprobaron la comercialización en el continente del TE-743, ahora ya con el nombre comercial de Yondelis, un medicamento indicado para el tratamiento del cáncer de ovario. La noticia de la aprobación tuvo el efecto ya repetido muchas veces desde la locura del 1999, en este caso con una subida de la cotización del 34% sólo en un día. Una década después, el Yondelis ya es un compuesto consolidado dentro de los tratamientos contra el cáncer de ovarios y contra los sarcomes de tejido blando, a la vez que se pone a prueba a menudo con otros tipos de tumores. Además, Pharma Mar también tiene en el mercado un segundo producto menos conocido cómo es el Aplidin, indicado para casos de mieloma múltiple, pero sólo aprobado en Australia. Y, por supuesto, continúan rastreando los fondos marinos en busca de más moléculas que permitan hacer un salto cualitativo en la lucha contra el cáncer. En el consejo de administración de la compañía encontramos los exministros Ana Palacio Vallelersundi, Eduardo Serra Rexach y Carlos Solchaga Catalán, además de Blanca Hernández Rodríguez, de la familia de los propietarios de Ebro Food, el gigante mundial del arroz.

"El propietario de Damm, Demetrio Carceller, aseguró indignado que Pescanova había sido una "puñetera estafa""

Por cierto, antes hemos dicho que la separación de los hermanos Fernández Sousa-Faro cogería un camino inesperado con el paso de los años, y es que mientras la pequeña Pharma Mar se abría en el mercado farmacéutico y empezaba a generar algunos centenares de millones de euros, la gigantesca Pescanova hacía, el 2013, una gran fallida, incapaz de superar la gestión nefasta de Manuel Fernández Sousa-Faro, que había dejado una deuda impagable de más de 1.500 millones de euros. La magnitud del derrumbamiento fue tal, que el propietario de Damm, Demetrio Carceller, aseguró indignado que Pescanova había sido "una puñetera estafa". Y es que la cervesera había invertido 40 millones de euros.

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