"A mí la igualdad no me interesa". Pocas frases más polémicas se pueden decir en un acto sobre empoderament y talento femenino, como la jornada El síndrome de Maripili: claves para rescatar el talento de las mujeres, organizada por Pimec y Ranstad. Pero su autora, Carmen García Ribas, es periodista y sabe captar la atención a golpe de titulares. "Trabajamos desde la diversidad de talentos y facultades para lograr nuestros objetivos, porque conseguir la igualdad es tan fácil como crear las leyes y aplicarlas", argumenta la ponente. Una reflexión idónea ahora que el presidente del Gobierno ha avisado que es mejor no hablar de temas como la regularización de la igualdad salarial.
García Ribas es la autora del libro El Síndrome de Maripili. Y qué es una Maripili? "Es una mujer que se esfuerza para gustar a todo el mundo en todos los ámbitos de la vida y que tiene miedo a no ser aceptada o estimada". La ponente contrapone este miedo femenino al rechazo al miedo masculino tradicional al fracaso profesional. "Pero es que en la sociedad actual, las mujeres suman los dos miedos, por el que la presión es enorme", concluye.
Según su tesis, las mujeres con el síndrome de Maripili siguen un camino que trae a la devaluación personal, a restarse importancia y a la victimización. "Se establece una ritualització de la insuficiencia, que provoca que la interacción de la mujer con el mundo o con ella misma sea desde la devaluación personal"
La cultura del rehén
La autora relaciona esta relación que establecen muchas mujeres con el mundo y con su entorno profesional con el rol que la sociedad asigna al género femenino. "La mujer es la invitada en un espacio de hombres y está sometida a sus normas", explica. Es el que define como "cultura del rehén". Y que sucede cuando eres el rehén o el invitado de alguien? "Intentas adaptarte a sus normas, no crear problemas y traerte bien", concluye.
García Ribas: "En el trabajo, las mujeres se esfuerzan para demostrar que no se han equivocado con ellas, y este es el comportamiento propio de un invitado"
La consecuencia en el mundo profesional, según García Ribas, es que, mientras a los hombres se los atribuyen las funciones para las cuales se supone que están preparados, las mujeres no llegan a las posiciones que merecen porque tienen que demostrar que pueden asumir la responsabilidad. "En el trabajo, las mujeres se esfuerzan para demostrar que no se han equivocado con ellas, y este es el comportamiento propio de un invitado".
Esta actitud de rehén hace que las mujeres desarrollen una serie de calidades adaptativas para ser aceptadas en sus entornos: sumisión, complaença, docilitat, desvalorización del mismo talento e incluso la infantilització. "La trabajadora Maripili inicia sus argumentaciones con una disculpa y esto el que hace es animar que el resto te discuta y desprecie tu aportación", explica
Visión estratégica
Para la autora del Síndrome de Maripili, sólo hay una salida a esta situación de rehén: la visión estratégica. "Nos concentramos tanto al complacer en nuestros superiores que no planificamos nuestro futuro, y sin planificación es complicado establecer y cumplir objetivos", asegura. De hecho, García Ribas considera esencial adquirir este comportamiento estratégico para "salir de la queja y conseguir soluciones".
En el acto, la ponente preguntó al público qué actitudes hay que adquirir para tener este comportamiento, y las participantes apostaron por dos cuestiones: seguridad y confianza. Pero por García Ribas, más importando que la seguridad es ser capaz de vivir y trabajar desde la incertidumbre del contexto actual. En cambio, remarcó la confianza como la clave para "actuar sin miedo".
García Ribas: "Eliminar el miedo y conseguir la identificación de los trabajadores son las dos cuestiones imprescindibles porque aflore el talento"
Esta gestión del miedo no es una cuestión menor, ya sea desde el punto de vista personal y también desde el de las organizaciones, que tienen la responsabilidad de romper con los entornos en los cuales las mujeres son rehenes y permitir su crecimiento. "Los trabajadores con miedos son personas sometidas, que trabajan peor y que cogen más enfermedades", asegura la comunicadora. Su receta para crear en torno emocionalmente sostenibles es el respeto, el reconocimiento, la concreción en las tareas a realizar y la creación de una cultural empresarial. "Eliminar el miedo y conseguir la identificación de los trabajadores son las dos cuestiones imprescindibles porque aflore el talento".
A pesar de las barreras sociales y las dificultades contextuales, García Ribas asegura que se puede dejar de ser Maripili. "Eso sí, con recaídas", bromea.