Seabots, los robots catalanes para acabar con los microplásticos del mar

Seabots ha desarrollado robots autónomos que recogen datos al mismo tiempo que pueden recoger desechos y microplàstics de los mares y océanos

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Unos robots autónomos y acuáticos que navegan por el mar con el objetivo de recoger datos y microplásticos. Este es el proyecto de Seabots , una empresa con sede en Barcelona que quiere aportar su grano de arena a la preservación y estudio de mares y océanos con una tecnología propia y puntera.

En tres años de vida, sus robots ya navegan por Estados Unidos, Ecuador, Emiratos Árabes o Xina haciendo tareas diversas. Un sistema que permitirá conocer mucho mejor el agua que nos rodea y preservarla mejor.

La tecnología como puntal

Los orígenes de Seabots se encuentran en GPAInnova, una plataforma tecnológica creada por Pau Sarsanedas y un grupo de amigos el 2013 con el fin de impulsar proyectos innovadores con un alto componente tecnológico. En diez años, el grupo ya ha sacado a la luz diversas iniciativas, factura unos 23 millones de euros el año y colabora con más de 600 clientes internacionales.

Uno de los proyectos más destacados ha sido Seabots, que vio la luz el 2019 cómo la primera empresa derivada de GPAInnova. "Yo venía del sector marítimo y conocía las principales problemáticas donde podíamos aportar valor a través de la digitalización y robotización", explica Pau Guasch, CEO de Seabots .

Un pequeño robot autónomo

Con esta premisa empezaron a trabajar en un robot que navegara por la superficie de aguas tranquilas (puertos, ríos, embalses...) para recoger datos de interés. De este modo, se sustituyen los métodos tradicionales de grandes embarcaciones y muchos trabajadores que tienen "unos costes elevadísimos"

"Creamos un robot de menos de un metro que permite hacer hidrografía, vigilancia y control de las aguas", resume Guasch. Con este robot pueden mesurar la calidad del agua, inspeccionar el estado de infraestructuras o realizar mapas. Y lo presentaron en una feria de Southampton el 2019, donde tuvo muy buena aceptación. Hasta entonces, empresas o instituciones necesitaban grandes barcos o mucha gente para recoger datos que ahora se podían captar con un robot autónomo de menos de un metro.

Guasch: "Captamos el interés del principal fabricante mundial de instrumentación marina"

Así lo recuerda el CEO: "Captamos el interés del principal fabricante mundial de instrumentación marina, que es japonés. Y desde entonces estamos colaborando con él". Visto el éxito, ya crearon un equipo de ingenieros que se dedicara al proyecto, que tiene una gran complejidad por todas las tecnologías que se concentran en un pequeño aparato.

Y se empezó a abrir el mercado, llegando a clientes de China, Estados Unidos, Emiratos Árabes o Malta, entre otros. En dos años, han fabricado 32 robots y han colaborado con Nueva Pescanova (que lo utiliza para controlar el agua de las piscinas donde cultiva camarones en medio del mar), el Departamento de Transportes de Malta, el Port de Barcelona o el empresa Hidrovias do Brasil.

La lucha contra los microplàstics

Desde bien pronto, Seabots tenía una mirada medioambiental. Los responsables tenían claro que tenían que afrontar este gran reto y lo hicieron introduciendo nuevas tecnologías. Ya en el 2020, modificaron los robots para que pudieran recoger basura de la superficie del mar, cómo sólidos flotantes o hidrocarburos. De hecho, ya hicieron una prueba instalando cientos de boyas en el litoral catalán para recoger microplásticos. Con los robots y un sistema mejorado, quieren ir más allá: "Es una nueva línea de preservación y restauración del medio. Podemos hacer sistemas autónomos que vayan recogiendo microplásticos".

Todo ello para ofrecer un robot que recoja datos del mar, al mismo tiempo que limpia la superficie de plásticos y otros desechos. Hoy en día, los microplásticos son una de las grandes amenazas de los océanos, y se han encontrado en todo tipo de organismos y peces e incluso en nieve acabada de caer en la Antártida. A prácticamente cualquier rincón del océano, hay.

Pau Guasch: "Somos la única que tenga estas dos vertientes: la recogida de datos y de basura. Confiamos en este propósito"

"El objetivo es reducir el gasto, el riesgo humano y el riesgo ambiental", resume Guasch sobre los robots de Seabots. Reconoce que el nivel tecnológico puede ser similar a otras empresas de la competencia, pero que la mayoría están orientadas a la hidrografía o a defensa. La gran diferencia de Seabots es que añaden un propósito, un valor, que es el de preservar el medio ambiente.

"Somos la única que tenga estas dos vertientes: la recogida de datos y de basura. Confiamos en este propósito", enfatiza.

Llegar a los océanos

El hecho de ser un robot de menos de un metro imposibilita que navegue a mar abierto. Pero su tecnología es adaptable a embarcaciones de cualquier medida, que se podrían controlar remotamente: "Lo hemos puesto en un barco de siete metros y funciona desde el móvil, cogiendo los datos". Uno de los objetivos es abrirse a grandes industrias.

Actualmente, el 50% de sus clientes son empresas de servicios topográficos y, el resto, son centros de investigación y administraciones públicas que quieren datos para estudiar los mares y impulsar las políticas adecuadas. Y el reto actual es ampliar el modelo de negocio, desarrollando una plataforma propia para recoger ellos mismos los datos y vender el servicio a empresas e instituciones. Un sistema que sería mucho más escalable y permitiría entrar a grupos con menos recursos.

Además, también están trabajando en robots que puedan zambullirse, para que puedan hacer inspecciones y modelo tridimensionales.

La posidonia, la Amazonas acuático

La recogida de basura no es el único fin ambiental de Seabots . A través de un proyecto financiado por la Unión Europea y con la colaboración del CSIC, están investigando cómo actúa el carbono azul dentro del mar, el CO₂ que queda acumulado en la posidonia. "La posidonia tiene un interés ambiental y económico del cual no somos conscientes", señala Guasch, que añade: "Vendría a ser el Amazonia acuático, pero multiplicado por diez".

Esta planta, a menudo molesta por muchos bañistas y que mucha gente se pregunta por qué no se puede retirar de las playas, acumula grandes cantidades de dióxido de carbono que se ha acumulado durante millones de años. Si se degrada la posidonia y este gas sale a la atmósfera, "aceleraría de forma dramática el cambio climático". Desde Seabots están colaborando al analizar cuanto carbono azul se acumula y poder actuar en campañas de sensibilización.

Un proyecto que resume a la perfección su propósito: recogida de datos y cura del medio ambiente. En un momento casi dramático por los mares y océanos, emergen proyectos catalanes cómo Seabots con el objetivo de combatirlo.

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