Ser positivo: ¿se nace o se entrena?

La 'tedtalker' Andrea Vilallonga propone un método para entrenar la positividad

La felicidad se hedera o se construye? | iStock La felicidad se hedera o se construye? | iStock

¿La felicidad se hedera o se construye? Según Martin Seligman, uno de los padres de la psicología positiva, un 50% de nuestra felicidad depende de los genes, un 10% es circunstancial (salud, relaciones, trabajo...) y un 40% es intencional, es decir, depende de nuestras acciones. Esta rama de la psicología estudia la manera de potenciar este 40% "entrenando la positividad como si se tratara de un deporte". Una gran impulsora de esta corriente es Andrea Vilallonga, quien aprovechó el escenario de la Barcelona New Economy Week para practicar lo que ella denomina activismo positivo.

La tedtalker Andrea Vilallonga ha escrito dos libros -Mírate y Enamórate-, y ha impartido centenares de conferencias sobre la imagen, la expresión y la actitud. Cree que la positividad puede facilitarnos la vida a nosotros y a nuestro entorno personal y profesional, pero es importante que vaya alineada con la autenticidad de un mismo. "Tu actitud y tu imagen tienen que ser coherentes con lo que tú quieres que se perciba. Que te veas al espejo, te reconozcas y te gustes", explica.

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Andrea Vilallonga: "Tu actitud y tu imagen tienen que ser coherentes con lo que tú quieres que se perciba. Que te veas al espejo, te reconozcas y te gustes"

¿Cómo reaccionas cuando estás a un atasco?

Vilallonga utiliza un atasco en la carretera como escenario para ilustrar la tipología emocional de las personas. Su reacción ante una dificultad cotidiana como un atasco determina si son negativos, positivos, optimistas, pesimistas o realistas.

Curiosamente, los negativos y los optimistas tienen mucho en común: no son proactivos porque creen que es el universo quien ha puesto todas las cosas a favor o en contra suyo

Curiosamente, los negativos y los optimistas tienen mucho en común: no son proactivos porque creen que es el universo quien ha puesto todas las cosas a favor o en contra suyo y, por lo tanto, no tienen ninguna responsabilidad sobre las cosas que pasan. Mientras los negativos están instalados en la queja, los optimistas creen que todo acabará saliendo bien, sólo hay que esperar y disfrutar de esta espera. Por lo tanto, en un atasco, el negativo diría frases como "siempre me pasa a mí. Ahora me estaré tres horas aquí parado. Qué pérdida de tiempo..."; mientras que la reacción del optimista sería la de aprovechar el momento y cantar o escuchar la radio.

Según Vilallonga, los pesimistas dan un paso más: "no creen que todo está maquinado, pero tienen la certeza que todo saldrá mal". Por lo tanto, ante el atasco el pesimista diría: "No llegaremos a tiempo" o "serán cuatro horas y media como poco". La parte buena de tener un pesimista cerca: detectan con facilidad qué puede salir mal y, por lo tanto, ayudan a hacer planes B.

¿Y el realista? Ajusta sus expectativas a los datos del momento. Se limitan a hacer aquello que es posible. "Son inamovibles, no se cuestionan los estándares ni retan a lo imposible", explica. Por lo tanto, en un atasco, cogerán el Google Maps y verificarán el tiempo de espera, buscarán los motivos y calcularán la gasolina disponible.

La tedtalker avisa que nos podemos ver reflejados a nosotros y a nuestro entorno en más de una tipología porque "somos una u otra dependiente del estado, del entorno, del día y de las circunstancias". Saber en cuál nos encontramos puede ayudar a la hora de en poner marcha las herramientas de la positividad.

El traje de trucha

Villalonga propone una serie de tips para entrenar la positividad, como poner fecha de caducidad a las emociones negativas, sonreír más o aceptar los cumplidos. Algunos de sus consejos tienen que ver con la mirada -enfocarnos en lo positivo- y otros con el habla: cómo nos hablamos a nosotros mismos o las consecuencias de recrearse en las miserias cuando hablamos con los demás.

Andrea Vilallonga: "Si esperas algo a cambio, no lo hagas"

Más consejos: dedicar un tiempo a hacer aquello que nos gusta o ponernos el traje de trucha. Es decir, tener una actitud genuina con la que los comentarios negativos nos resbalen por el cuerpo. Entender la amabilidad desde una perspectiva altruista es otra manera de entrenar la positividad y de evitar la frustración. "Si esperas algo a cambio, no lo hagas", aconseja Vilallonga, y añade: "¿Qué harás hoy para ser feliz?".

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