
26
de Septiembre
de
2014
Act.
26
de Septiembre
de
2014
Junto a la facultad de Comunicación Blanquerna, sentados en una terraza y con las piernas estiradas, tres chicos risueños sujetan unas birres. Uno de ellos anda encamisat, es el batería de Ruidoblanco, Cristian Cuesta, que le digan a sus groupies que también trabaja en una inmobiliaria. Parece un tipo serio pero enseguida se desabrocha el botón de arriba y empieza a hacer bromas con Guillem Mora y Marc Villano. Son amigos, y también socios. Y falta Javier Vilarrubias, cuarto en combate, y parte fundamental del Festival lo Era. "Es el hijo del masover", nos explican, "también la parte creativa". Lo dicen con afecto. "En realidad todos somos un poco flojos para hacer esto", concluye Marc.
El padre de Javi es el amo de la masía, que es LA MASÍA (imaginen aquí un marco idílico): hectáreas y hectáreas de terreno donde se pone el sol a ritmo de Bigott, donde Oso Leone tocó cuando todavía nohabía los festivales más importantes de España, el festival de qué Mendetz dijo "ser el mejor de toda su vida" –de verdad, hizo un apunte al Facebook– y por donde también pasaron talentos de la escena electrónica local como The Suicidio Of Western Culture, Pional o Boreales. Estos cuatro jóvenes de entre 27 y 28 años han montado el Festival lo Era, el Festival Rural de Música Alternativa y Electrónica, en una masía de Llagostera (por qué a nadie se le había ocurrido antes?). Y lo han hecho muy "poco a poco", a la catalana, creciendo despacio y aprendiz de la experiencia.
El que empezó siendo una fiesta muy guai entre amigos –clásica fiesta que se teva de las manos– ha acabado siendo un festival en toda regla: con sus medidas de seguridad, barras, backstage para los artistas, zona de acampada (cuenta!, que es gratis), Polyklyn, dos escenarios, uno de principal y otro más pequeño para acústicos, zona de merchandising, espònsors como Jäggermeister (no sabes qué es una buena fiesta si no te ha patrocinado Jägger) y Moritz y comer y víveres por si tienes hambre a las 3 de la madrugada. Lo tienen todo pensado y este año más que nunca. En realidad, el primer intento de Festival lo Era tuvo lugar hace cuatro años. Javi y Guille (que entonces estaban en el grupo de música Devianlynx) tenían su primer concierto programado en el País Vasco, pero lo cancelaron. Y cancelar el primer concierto de unos pipiolos que empiezan en el mundo de la música es como sacar a un niño un caramelo y encima pegarle una coca. Qué hacen? "Cómo que nos quedamos con las ganas de hacer nuestro primer concierto pensamos automáticamente en la masía de Javi, era el lugar perfecto para reunir unos cuántos amigos y poder tocar a nuestro aire", explica Guille. Y así lo hacen. Llaman amigos con bandas, entre ellos Cristian (Ruidoblanco) y con poco, con muy poco, y unos cuántos patente en forma del escenario, montan una especie de festival, más bien una fiesta entre amigos, todo muy de poca monta. 200 personas, una barra que hacía 2 m "y los mojitos que se acabaron a la media hora", suelta en Marc. La gente lo pasó bien, muy bien, y la presión de ir recibiendo Whatsapp durante un año de "a ver cuando repetimos", "cuando es la próxima fiesta a la masía?" provoca una segunda festassa. Pero todavía no oficial. Se reúnen unas 500 personas, que es el límite considerado "fiesta privada", estamos hablando del 2012, y un año más "echan" de colegas y repiten con discjòqueis amigos como Pau Roca, Yall o Hernán Lagos. Pero a partir de aquí ya se replantean cosas, porque si de un año a otro han pasado de 200 asistentes a 500, tiene que significar algo: la masía Can Gascones engancha, la gente quiere repetir. "Y además que se nos agotaban los colegas músicos, tampocotenemos tantos, teníamos que buscar más", relata Cristian.
El Festival lo Era hace un salto. Se ponen serios, pero sin corbata ni esmoquin, y convencen el señor de la masía (padre de en Javi) que todo irá bien. Hay que ser un padre muy simpático para dejar tu casa para un festival. Y piden licencias y lo legalizan. Y se pueden imaginar que aquí, en Llagostera, donde nunca se había hecho nada igual, la cosa cuesta de echar. Pero sólo al principio. "Se pensaban que éramos unos "raveros" que veníamos aquí a hacer una festassa, pero al final han entendido que situar un festival en un entorno así es una promoción genial para la localidad (de poco más de 8.000 habitantes) y que nuestra intención era involucrar el pueblo y trabajar para hacer algo seria". Y ahora están tan contentos.

Este año, además, en su segunda edición oficial, han ampliado los días de festival: una fiesta en la plaza mayor del pueblo con conciertos gratuitos y una fiesta posterior en un bar. También han decidido que la comida del festival será a cargo de un bar del pueblo, dejando de banda pijadas como la hummus o el sushi (en los festivales grandes uno puede comer el que se le pase por el hacia cualquier hora) , y apostarán por las longanizas, el fuet, la tortilla y la morcilla "de toda la vida". Y el 30 de agosto se ha celebrado, ahora sí, el Festival lo Era, en la Masía Can Gascones –buscadla al Google Maps, por favor– con grupos como We Are Standard, Simian Mobile Disco, Baths, Anímico, Cuchillo o El Pequeño de Can el Eril. Contrataciones internacionales, como las de este año, con Simian Mobile Disco y Baths, las deben de en parte a sus amigos de la promotora de conciertos CloudyDogs que los han ayudado en esto de ir presentarse al extranjero y decir "hola amigos, como estáis, somos el Festival lo Era". Y ahora sí, que empiece la fiesta.
"Intentamos traer música que nos gustaría a nosotros y que no es tan común de ver en festivales. Es relativamente fácil hacer un festival como la mitad de los que se hacen en España: con Vetustas Morlas y Loris Meyers y Love of Lesbians y cosas así", hablan en plural, como metiendo en un saco a todo este grupo de música pop-rock-indie española, que no deja de ser una moda y que atrae masas. Ellos creen que su forma, aunque mucho menos comercial, y orientada más a frikies de la música (ellos los primeros) es la mejor manera de diferenciarse. Pensáis que cuando hablan de festivales saben del que hablan. Han pisado desde los festivales más top, ellos los llaman "con personalidad", como el Primavera Sound o el Sònar, y también han pisado cosas gigantes y espectaculares como el Glastonbury, hasta campos de guerrilla como el FIB o el Arenal Sound y otros más naturales e idílicos como lo Tabicas da Coura, en Portugal. Son unos expertos en festivales y por eso han creado algo pareciendo a aquello que a ellos los gustaría vivir como músicos y como asistentes.
"Muchos de nosotros somos o hemos sido músicos y por eso nos gusta tratar los artistas como nos gustaría que nos hubieran tratado", explica Cristian. En la zona de artistas de la Era están como casa, con billar, futbolín, pàdel, piscina y comer durante las 24 horas. Es uno "te dejamos la masía y disfrútala cómo si fuera tuya". No nos extraña que uno de los componentes de The Suicidio of Western Culture celebrara el año pasado el aniversario de su hija en plan familiar en globo y pastel. Explica la leyenda que la niña no quería irse. "Pero los asistentes también están muy bien, eh, no solamente los artistas", añade Marc. En este festival pagas solamente 25 euros, los vasos de cerveza son grandes (aleluya!) y reciclables, no hay espectáculos solapats porque solamente hay dos escenarios y el 50% del público es masculino y el otro 50% es femenino. Parece un dato tonto, pero es importante, "tú estás por aquí y ves a chicas y esto está muy bien", bromean entre risas, "de verdad, hablo de verdad, no es tan común ver a tantas chicas en un festival!". Todos asienten orgullosos y lo celebran con un trago de cerveza. Este año, además, porque los asistentes puedan disfrutar de la piscina –restringida durante el festival a artistas– han organizado una Pool Party con 8 h de electrónica sin cesar para ir calentando motores para el festival grande.

Justo en este momento irrumpen un grupo de amigas que los saludan eufóricas y bromean con la camisa de Cristian ("te veo mucho encamisat últimamente Cristian, que está pasando?", dice una de ellas) y después confirman el que traíamos hablando durante todo el rato. Están dispuestas a dar un golpe de mano en el que haga falta: hacer de voluntarias, a la barra o al backstage, donde sea. En todo festival se necesitan amigos, gente dispuesta a ayudar. Durante las horas que dura el festival será difícil verlos a ellos tranquilos y relajados a la hierba. Al contrario, disfrutan poco de los conciertos, aseguran que no han "vivido" de verdad ningún Festival lo Era. Hay muchas cosas que hay que preparar y muchas emergencias de última hora, como aquel año que para enchufar la tostadora saltaron los plomos y se quedaron sin electricidad las neveras. "Este año no hay tostadora", asegura en Cristian. Y fin del problema. Lo explican como un drama pero pleno de afecto. Aquí hay un poco la gracia del lo Era, el punto "casero" y rural de hacer un festival en un lugar donde antes pacían las cabras.
A la pregunta de sí quieren crecer, de sí quieren convertirse en un Glastonbury a la española, ellos dicen "que no, que no a cualquier precio". Valoran por encima de todo la tranquilidad de escuchar música en plena naturaleza, de no hacer colas para ir al baño, por una birra, para cenar, para todo, del no bullici, de no escuchar nada por culpa de macroescenaris que te sitúan a metros del artista. Bien, vale, y que si por ellos fuera traerían Radiohead, pero todavía no pueden. Lo pronuncian con una contundencia épica que interpretamos como mayúsculas. "Si algún día traemos Rardiohead pondremos la entrada a 100 euros y no nos importará nada y ya está", dicen no sin cierto delirio y volviéndose un poco locos. "Yo por Thom Yorke me cambio de acera", añade Marc. Y rápidamente inquire Cristian: "No me copies, que esto es mío". "Pues es de todos", sesuma Guille. Pero mientras tanto, mientras no puedan enviar un correo a Yorke diciéndole "hey friend, come tono Llagostera", lo Era seguirá siendo este festival rural, acogedor y familiar, descubridor de joyas musicales que harán hablar durante el año siguiente, y un ejemplo de como las cosas pequeñas también pueden ser maravillosas.
La sección Jóvenes Extraordinarios es una colaboración con el proyecto Jóvenes (sobre)salientes.
El padre de Javi es el amo de la masía, que es LA MASÍA (imaginen aquí un marco idílico): hectáreas y hectáreas de terreno donde se pone el sol a ritmo de Bigott, donde Oso Leone tocó cuando todavía nohabía los festivales más importantes de España, el festival de qué Mendetz dijo "ser el mejor de toda su vida" –de verdad, hizo un apunte al Facebook– y por donde también pasaron talentos de la escena electrónica local como The Suicidio Of Western Culture, Pional o Boreales. Estos cuatro jóvenes de entre 27 y 28 años han montado el Festival lo Era, el Festival Rural de Música Alternativa y Electrónica, en una masía de Llagostera (por qué a nadie se le había ocurrido antes?). Y lo han hecho muy "poco a poco", a la catalana, creciendo despacio y aprendiz de la experiencia.
El que empezó siendo una fiesta muy guai entre amigos –clásica fiesta que se teva de las manos– ha acabado siendo un festival en toda regla: con sus medidas de seguridad, barras, backstage para los artistas, zona de acampada (cuenta!, que es gratis), Polyklyn, dos escenarios, uno de principal y otro más pequeño para acústicos, zona de merchandising, espònsors como Jäggermeister (no sabes qué es una buena fiesta si no te ha patrocinado Jägger) y Moritz y comer y víveres por si tienes hambre a las 3 de la madrugada. Lo tienen todo pensado y este año más que nunca. En realidad, el primer intento de Festival lo Era tuvo lugar hace cuatro años. Javi y Guille (que entonces estaban en el grupo de música Devianlynx) tenían su primer concierto programado en el País Vasco, pero lo cancelaron. Y cancelar el primer concierto de unos pipiolos que empiezan en el mundo de la música es como sacar a un niño un caramelo y encima pegarle una coca. Qué hacen? "Cómo que nos quedamos con las ganas de hacer nuestro primer concierto pensamos automáticamente en la masía de Javi, era el lugar perfecto para reunir unos cuántos amigos y poder tocar a nuestro aire", explica Guille. Y así lo hacen. Llaman amigos con bandas, entre ellos Cristian (Ruidoblanco) y con poco, con muy poco, y unos cuántos patente en forma del escenario, montan una especie de festival, más bien una fiesta entre amigos, todo muy de poca monta. 200 personas, una barra que hacía 2 m "y los mojitos que se acabaron a la media hora", suelta en Marc. La gente lo pasó bien, muy bien, y la presión de ir recibiendo Whatsapp durante un año de "a ver cuando repetimos", "cuando es la próxima fiesta a la masía?" provoca una segunda festassa. Pero todavía no oficial. Se reúnen unas 500 personas, que es el límite considerado "fiesta privada", estamos hablando del 2012, y un año más "echan" de colegas y repiten con discjòqueis amigos como Pau Roca, Yall o Hernán Lagos. Pero a partir de aquí ya se replantean cosas, porque si de un año a otro han pasado de 200 asistentes a 500, tiene que significar algo: la masía Can Gascones engancha, la gente quiere repetir. "Y además que se nos agotaban los colegas músicos, tampocotenemos tantos, teníamos que buscar más", relata Cristian.
El Festival lo Era hace un salto. Se ponen serios, pero sin corbata ni esmoquin, y convencen el señor de la masía (padre de en Javi) que todo irá bien. Hay que ser un padre muy simpático para dejar tu casa para un festival. Y piden licencias y lo legalizan. Y se pueden imaginar que aquí, en Llagostera, donde nunca se había hecho nada igual, la cosa cuesta de echar. Pero sólo al principio. "Se pensaban que éramos unos "raveros" que veníamos aquí a hacer una festassa, pero al final han entendido que situar un festival en un entorno así es una promoción genial para la localidad (de poco más de 8.000 habitantes) y que nuestra intención era involucrar el pueblo y trabajar para hacer algo seria". Y ahora están tan contentos.

Este año, además, en su segunda edición oficial, han ampliado los días de festival: una fiesta en la plaza mayor del pueblo con conciertos gratuitos y una fiesta posterior en un bar. También han decidido que la comida del festival será a cargo de un bar del pueblo, dejando de banda pijadas como la hummus o el sushi (en los festivales grandes uno puede comer el que se le pase por el hacia cualquier hora) , y apostarán por las longanizas, el fuet, la tortilla y la morcilla "de toda la vida". Y el 30 de agosto se ha celebrado, ahora sí, el Festival lo Era, en la Masía Can Gascones –buscadla al Google Maps, por favor– con grupos como We Are Standard, Simian Mobile Disco, Baths, Anímico, Cuchillo o El Pequeño de Can el Eril. Contrataciones internacionales, como las de este año, con Simian Mobile Disco y Baths, las deben de en parte a sus amigos de la promotora de conciertos CloudyDogs que los han ayudado en esto de ir presentarse al extranjero y decir "hola amigos, como estáis, somos el Festival lo Era". Y ahora sí, que empiece la fiesta.
"Intentamos traer música que nos gustaría a nosotros y que no es tan común de ver en festivales. Es relativamente fácil hacer un festival como la mitad de los que se hacen en España: con Vetustas Morlas y Loris Meyers y Love of Lesbians y cosas así", hablan en plural, como metiendo en un saco a todo este grupo de música pop-rock-indie española, que no deja de ser una moda y que atrae masas. Ellos creen que su forma, aunque mucho menos comercial, y orientada más a frikies de la música (ellos los primeros) es la mejor manera de diferenciarse. Pensáis que cuando hablan de festivales saben del que hablan. Han pisado desde los festivales más top, ellos los llaman "con personalidad", como el Primavera Sound o el Sònar, y también han pisado cosas gigantes y espectaculares como el Glastonbury, hasta campos de guerrilla como el FIB o el Arenal Sound y otros más naturales e idílicos como lo Tabicas da Coura, en Portugal. Son unos expertos en festivales y por eso han creado algo pareciendo a aquello que a ellos los gustaría vivir como músicos y como asistentes.
"Muchos de nosotros somos o hemos sido músicos y por eso nos gusta tratar los artistas como nos gustaría que nos hubieran tratado", explica Cristian. En la zona de artistas de la Era están como casa, con billar, futbolín, pàdel, piscina y comer durante las 24 horas. Es uno "te dejamos la masía y disfrútala cómo si fuera tuya". No nos extraña que uno de los componentes de The Suicidio of Western Culture celebrara el año pasado el aniversario de su hija en plan familiar en globo y pastel. Explica la leyenda que la niña no quería irse. "Pero los asistentes también están muy bien, eh, no solamente los artistas", añade Marc. En este festival pagas solamente 25 euros, los vasos de cerveza son grandes (aleluya!) y reciclables, no hay espectáculos solapats porque solamente hay dos escenarios y el 50% del público es masculino y el otro 50% es femenino. Parece un dato tonto, pero es importante, "tú estás por aquí y ves a chicas y esto está muy bien", bromean entre risas, "de verdad, hablo de verdad, no es tan común ver a tantas chicas en un festival!". Todos asienten orgullosos y lo celebran con un trago de cerveza. Este año, además, porque los asistentes puedan disfrutar de la piscina –restringida durante el festival a artistas– han organizado una Pool Party con 8 h de electrónica sin cesar para ir calentando motores para el festival grande.

Justo en este momento irrumpen un grupo de amigas que los saludan eufóricas y bromean con la camisa de Cristian ("te veo mucho encamisat últimamente Cristian, que está pasando?", dice una de ellas) y después confirman el que traíamos hablando durante todo el rato. Están dispuestas a dar un golpe de mano en el que haga falta: hacer de voluntarias, a la barra o al backstage, donde sea. En todo festival se necesitan amigos, gente dispuesta a ayudar. Durante las horas que dura el festival será difícil verlos a ellos tranquilos y relajados a la hierba. Al contrario, disfrutan poco de los conciertos, aseguran que no han "vivido" de verdad ningún Festival lo Era. Hay muchas cosas que hay que preparar y muchas emergencias de última hora, como aquel año que para enchufar la tostadora saltaron los plomos y se quedaron sin electricidad las neveras. "Este año no hay tostadora", asegura en Cristian. Y fin del problema. Lo explican como un drama pero pleno de afecto. Aquí hay un poco la gracia del lo Era, el punto "casero" y rural de hacer un festival en un lugar donde antes pacían las cabras.
A la pregunta de sí quieren crecer, de sí quieren convertirse en un Glastonbury a la española, ellos dicen "que no, que no a cualquier precio". Valoran por encima de todo la tranquilidad de escuchar música en plena naturaleza, de no hacer colas para ir al baño, por una birra, para cenar, para todo, del no bullici, de no escuchar nada por culpa de macroescenaris que te sitúan a metros del artista. Bien, vale, y que si por ellos fuera traerían Radiohead, pero todavía no pueden. Lo pronuncian con una contundencia épica que interpretamos como mayúsculas. "Si algún día traemos Rardiohead pondremos la entrada a 100 euros y no nos importará nada y ya está", dicen no sin cierto delirio y volviéndose un poco locos. "Yo por Thom Yorke me cambio de acera", añade Marc. Y rápidamente inquire Cristian: "No me copies, que esto es mío". "Pues es de todos", sesuma Guille. Pero mientras tanto, mientras no puedan enviar un correo a Yorke diciéndole "hey friend, come tono Llagostera", lo Era seguirá siendo este festival rural, acogedor y familiar, descubridor de joyas musicales que harán hablar durante el año siguiente, y un ejemplo de como las cosas pequeñas también pueden ser maravillosas.
La sección Jóvenes Extraordinarios es una colaboración con el proyecto Jóvenes (sobre)salientes.