

Sin entrar en la discusión sobre la legitimidad de una agencia gubernamental de abrir el equipaje privado de un pasajero sin notificarlo u obtener una autorización judicial, hay que decir que las cerraduras –en total ocho modelos diferentes– fueron diseñados por una empresa llamada Travel Sentry y sólo la TSAtiene las claves... en teoría.
El año pasado, el diario Washington Post publicó un reportaje en el cual sepodía ver, por primera vez, una fotografía de las ocho claves maestras. A partir de aquella imagen, un grupo de hackers creó los diagramas necesarios para reproducirlas y las publicaron en Internet. Aún así, un tiempo después, se descubrió que los planos no estaban completos –faltaba la clave número 8 –, y que las siete restantes no funcionaban del todo bueno.
Ahora, coincidiendo con la conferencia de hackers HOPE, el mismo grupo de seguridad ha actualizado el diseño original de las siete claves y ha publicado la octava que faltaba, poniendo a disposición de todo el mundo que lo quiera los diagramas necesarios para imprimir las claves en 3D.
A la práctica, esto quiere decir que cualquier persona con acceso en Internet puede ir a un Fab-Café e imprimirse una copia de las ocho claves que permiten abrir cualquier maleta del mundo.
Según sus creadores, la publicación en la red de estos diagramas no pretende poner en riesgo los viajeros, sino concienciarlos de cómo es de frágil en realidad la seguridad física y forzar al mismo tiempo a la TSA a diseñar un sistema más seguro.
Sin embargo, parece que la idea no ha surgido demasiado efecto. En unas declaraciones, la agencia norteamericana ha informado que no está preocupada sobre esta filtración y que según ellos esto no supone ningún riesgo para la seguridad aérea, puesto que sólo se trata de productos de consumo del usuario final que en ningún caso forman parte de las competencias de la TSA.