"Pensamos que las empresas vienen de Estados Unidos; tenemos muchos referentes locales de éxito, pero no nos los creemos". La periodista Mar Galtés quiere reivindicar con su último libro -Barcelona Startup- las startups catalanas, empezando por las que se crearon cuando este tipos de empresas emergentes se conocían como las puntocom hasta llegar a las más actuales. Es una compilación de más de 150 historias de compañías catalanas que explican también cómo se creó el ecosistema emprendedor de Barcelona: "Nos ha costado ver que las startups son un sector estratégico y no cuatro frikis".
De hecho, Galtés cree que el ecosistema digital de Barcelona se formó de manera inconsciente, con "mucha gente trabajando separadamente". En un acto de presentación virtual organizado por el 22@Network, la periodista explica que hasta el año 2016 no se empezó a tener conciencia de la existencia de un ecosistema como tal. Fue con la creación del Pier01, la sede del Barcelona Tech City, que empezó el proceso de sensibilización, primero del propio sector, y después de la sociedad en general. A pesar de que este segundo todavía está a medias.
"Barcelona se ha quedado anclada en el relato de que se hizo una gran transformación para los Juegos Olímpicos; esto todo el mundo lo tiene en el imaginario", explica. En cambio, "cuesta mucho que la gente entienda qué es el 22@". En este sentido, destaca la importancia de que los medios expliquen qué pasa en este ámbito, cómo se están haciendo las cosas y cuáles son las empresas emergentes catalanas con más potencial del momento.
"Me obsesiona el caso de Fractus"
En el libro hay más de 150 startups, pero algunas historias han marcado más a Galtés durante los 20 años que ejerció como periodista en La Vanguardia. "Yo era la jovencita de la sección de economía y me pusieron a escribir sobre las puntocom, en un momento en el que no era evidente hacerlo; me lo fui creyendo y el libro ha salido de todas estas historias", relata. Uno de los casos que más la han marcado ha sido el de Fractus: "Me obsesiona".
"Nos quedamos en startups, pero falta el paso de convertirlas en compañías tecnológicas que darían trabajo a miles de personas", según Mar Galtés
Es una empresa nacida en la UPC que ha hecho posible que todos los teléfonos móviles perdieran su antena. "Si fuera de Estados Unidos o de Israel sería un caso de éxito y se estudiaría en las universidades, pero es de aquí y nadie la conoce", reivindica Galtés. Privalia es otra de las empresas que la fascinaron. De hecho, para poder escribir un artículo sobre ella, tuvo que hacer malabares: "En el periódico teníamos una norma no escrita: las empresas tenían que facturar 1.000 millones de pesetas como mínimo para salir. Los de Privalia no cumplían con el estándar, así que nos inventamos un reportaje sobre cómo las compañías se deshacen del exceso de stock para poder escribir sobre la empresa".
Entre las startups de éxito más modernas destaca Glovo y Badi, de los primos Oscar y Carlos Pierre. Sobre la primera, se declara "superfan": "Tenemos que ser conscientes de que una empresa de Barcelona sea capaz de crear un genérico a nivel casi mundial, es muy importante". En el caso de Badi, recuerda que la startup no encontró inversores españoles, pero sí norteamericanos y europeos. "Nos lo tenemos que creer; hay empresas muy chulas", insiste.
La clave para Galtés es la internacionalización. A pesar de que es fácil conseguir financiación en los inicios, las startups tienen serias dificultades cuando les toca crecer: "Nos quedamos en startups, pero falta el paso de convertirlas en compañías tecnológicas que darían trabajo a miles de personas". Dar el salto de escala requiere más fe, según la periodista especializada en el ecosistema emprendedor. Pero también se define como una "optimista" y asegura que los meses de coronavirus sólo habrán sido un pequeño parón en las inversiones. La clave: creer.