• Mas Estela Vino de Luna 2007: con el atractivo del exceso

Mas Estela Vino de Luna 2007: con el atractivo del exceso

Un vino de perfil cincelado por el paisaje llevar del Cabo de Creus

Mas Estela Vino de Luna 2007
Mas Estela Vino de Luna 2007
Joan Nebot
15 de Mayo de 2014
Act. 15 de Mayo de 2014

Uno de los principales criterios a la hora de clasificar los vinos es por su origen. Pero no siempre los vinos responden con fidelidad al lugar que ha visto nacer y madurar los grandes de uva con que han estados elaborados. En el caso de los vinos de Mas Estela, para el Didier Soto yNúria Dalmau es una necesidad imperiosa que su vino refleje su entorno, porque este entorno es la razón de ser de la bodega: se enamoraron del lugar, un pequeño valle del Cabo de Creus, a tres km del Mediterráneo y al pie del monasterio de Salt Pere de Rodes, y por eso el 1989 compraron y se instalaron a Mas Estela.

No fue hasta entonces que decidieron que la mejor forma de para poder vivir en este lugar era recuperar la antigua actividad de la bodega del cortijo y volver al cultivo de las viñas, que casi habían desaparecido con el paso de los años, e incluso volver a cultivar antiguas feixes abandonadas desde la plaga de la fil·loxera a finales del siglo XIX.

Por eso, para conservar este pequeño paraíso, el cultivo es ecológico desde el inicio, sin el uso de productos químicos de síntesis: fungicidas, insecticidas, adobos o herbicidas, y a partir de 1999, además, pasan al cultivo biodinámico para mantener la tierra viva y en equilibrio natural.

Elaboran una gama completa de vinos, que van desde la tradicional garnatxa de Ampurdán, procedente de una solera iniciada el 1990, un blanco elaborado con garnatxa roja y moscatel, con crianza en bóta de acacia, un moscatel dulce y tres vinos tintos, uno de los cuales es este Vino de Luna del 2007, elaborado con un cupatge de garnatxa negra, sirà y un toque de carinyena.

La crianza en bóta ha estado de de un año y medio y la larga estancia en botella el ido afinado, sin llegar a domesticar la fuerza. Tiene, pues, la complejidad cada vez menos habitual de los vinos elaborados sin prisa: ya no hay casi bodegas que aguanten las botellas cinco años a la bodega.

Por un lado, por la necesidad económica de facturar y cobrar los vinos en un tiempo razonable, y de otra, porque no todos los vinos, digamos "modernos", aguantan este tiempo sin caer, sin sufrir una larga agonía a la botella.

No es el caso de este Vino de Luna, que coge el nombre de un relato del escritor de Colliure François Bernadí, que ilustra la convivencia de la pesca y la vitivinicultura a la costa rosellonesa y de la Alt Empordà; y también, porque a la elaboración biodinámica las fases de la luna tienen una fuerte influencia en los vinos.

Es un vino de color granado de intensidad mediana, con el voraviu ya matizado por el paso del tiempo. A los aromasdomina la mermelada de fresones, con toques de regaliz, muy muy acompañada de notas de sotobosque, de brezo y tomillo, y al final de todo, de piedra, de la pizarra rota donde se arraigan los cepos, sin casi tierra suelta.

A la boca es sorpresiva: tiene una entrada voluminosa, pero casi golosa. No se tiene que bajar la guardia, pero, porque un golpe llega al paladar, la musculatura escondida cena la capa de terciopelo se muestra con contundencia, casi con exceso. Está claro que también es excesiva la tramuntana ampurdanesa que barre las viñas del Cabo de Creus y le ha cincelado el paisaje. Pero sin estos excesos, el Cabo de Creus no sería el lugar llevar y fascinando que es, ni podría compartir estos adjetivos con el Vino de Luna.

Semanalmente, VIAempresa presentará un vino catalán, dentro del ciclo Catas, con la colaboración del diario de los vinos catalanes Vadevi