Crisis del 2008: 10 años después

La quiebra del banco de inversiones norteamericano Lehman Brothers marcaba oficialmente el inicio de la Gran Recesión del 2008. Fue el 15 de septiembre, ahora hace exactamente 10 años, que el banco con activos superiores a 640.000 millones de dólares y con más de 26.000 trabajadores se declaraba en quiebra. Cómo en el crac del 1929, la exuberancia irracional causada por las políticas monetarias y creditícies muy expansivas llevadas a cabo por los Bancos Centrales con la connivencia de los gobiernos y el apoyo intelectual de los economistas keynesians y monetaristas mainstream, con tipos de interés artificialmente reducidos, acababa mal. Acababa muy mal el 2008, el 1929 y en tantas otras ocasiones, en que pinchaba la burbuja creada por los excesos monetarios y financieros.

Ahora hace 10 años, fue la burbuja inmobiliaria financiada con un exceso de deuda. Una década después, las autoridades políticas y financieras, con el fariseisme complaciente de buena parte de la academia, nos anuncian con cofoisme que la crisis se ha superado, después de cargar los rescates financieros a los hombros de los contribuyentes. Pero es realmente así? Pues no. El intento de solución de la crisis ha comportado políticas monetarias no convencionales y ultra expansivas. La compra de deuda soberana por parte del banco emisor ha hinchado los balances de los Bancos Centrales y deprimido el tipo de interés hasta situarlo en terreno negativo.

"El intento de solución de la crisis ha comportado políticas monetarias no convencionales y ultra expansivas"

Concretamente, y en cuanto a España, el 22% de la deuda pública está en manso del BCE (más de 250.000 millones de euros). Del resto, el 16% está subscrito por los bancos nacionales, el 44% corresponde a inversores extranjeros y los particulares españoles tienen el 18%. La deuda soberana de España supone el 12% de los más de 2 billones de euros inyectados por el BCE. Pero este dopaje en toda regla tiene fecha de fin y será el enero del 2019. A partir del año próximo, por lo tanto, se empezará a notar el síndrome de abstinencia en un Gobierno, el español, acostumbrado siempre a estirar más el brazo que la manga.

Cuando progresivamente el tipo de interés recupere valores positivos, el peso de la enorme deuda pública se dejará sentir. Hay que recordar que, en virtud de la modificación del artículo 135 de la Constitución, el pago de intereses es prioritario. Se resentirán, y mucho, las pensiones, la sanidad y la educación públicas. El Estado del Bienestar puede quedar definitivamente fracturado y desarticulado. En estas circunstancias, la mejora de la financiación autonómica continuará siendo una quimera, y es previsible más recentralització de los servicios básicos. Una hipotética quiebra del Estado español, por otro lado, no vendría de nuevo. Sólo en el siglo XVI, cuando la Corona explotaba un imperio mundial, recordamos que ya quebró hasta tres veces (1557, 1575 y 1596).

"Una hipotética quiebra del Estado español, por otro lado, no vendría de nuevo"

A escala mundial, también hay razones que apuntan a una crisis global a partir del año próximo. Nada podrá hacer para evitarla la extensa regulación financiera derivada del 2008 (ley Dodd-Frank, intensificación de las supervisiones y controles, dotación de fondo anticrisis...). Los EE.UU. están normalizando su aberrante política monetaria, subiendo también el tipo de interés despacio. Por el 2020, se estima que tiene que situarse entre el 3% y el 4%. Las crecientes tensiones comerciales provocadas por la Administración Trump con la China y Europa reducirán el crecimiento e incrementarán la inflación.

El gigante chino reducirá también la expansión, con problemas de sobrecapacitat y burbujas provocadas por la herencia monetaria tan expansiva. Y los países emergentes, muchos de ellos frágiles, pueden sufrir un tsunami financiero provocado por la repatriación del dólar norteamericano, que devolverá en el país de origen en búsqueda de rentabilidades más elevadas. La pérdida de inversiones extranjeras y el declive secular del precio de las materias primeras exportadas contribuirán a una crisis exterior y de balanza de pagos. Las bolsas mundiales y las acciones de las empresas, tremendamente sobrevalorades después de una década de estímulos monetarios, se hundirán. Y cómo responderá Donald Trump en un año electoral? Repetirá el monumental error de desviar la atención de los problemas internos originando un nuevo conflicto bélico internacional con la China, Corea del Norte o Irán? Si es así, el choque, de consecuencias impredecibles, provocaría una inmediata escalada del precio del petróleo y una doble crisis de inflación y estancamiento, pareciendo a las de 1973 y 1979.

La activación de la próxima crisis, consecuencia de la mala resolución de la Gran Recesión del 2008, se encontrará con Estados hiperendeutats y Bancos Centrales cargados de deuda pública. Retomar nuevas tandas de Quantitative Easing de dopaje salvaje mediante estímulos monetarios y fiscales, en un cuerpo social debilidad, será más difícil. Se ha intentado resolver la crisis del 2008 creando una monstruosa burbuja de deuda pública. Esto es un gran error. Estemos preparados, pues, para los llantos y el crujir de dientes.

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