Cuando una empresa espera semanas -o meses- por una licencia, un permiso o una resolución administrativa, no es solo el tiempo lo que se pierde. Se pierde competitividad. Se pierde capacidad de planificación. Y, sobre todo, se pierden oportunidades que difícilmente vuelven
En Catalunya, esta lentitud se ha convertido en un factor estructural que condiciona el crecimiento. Y afecta tanto a las corporaciones que quieren expandirse como a las pymes, a los profesionales y emprendedores que intentan hacer crecer sus proyectos con seguridad jurídica.
Hoy, una autorización urbanística puede retrasar una inversión estratégica. Una subvención pendiente puede tensar la tesorería de una empresa. Una simple respuesta de un organismo público puede alargarse hasta límites que resultan incomprensibles en un mercado globalizado. En un escenario donde la rapidez decide ventajas competitivas, esta burocracia lenta se convierte en un coste oculto que erosiona oportunidades y desmotiva inversores
"En un escenario donde la rapidez decide ventajas competitivas, esta burocracia lenta se convierte en un coste oculto que erosiona oportunidades y desmotiva a los inversores"
Como abogada especializada en derecho corporativo, veo claro que el problema no reside en el marco normativo -que es rico y garantista-, sino en su aplicación. Con demasiada frecuencia, las administraciones confunden el cumplimiento procedimental con el servicio público. Centrarse solo en el trámite, y no en la finalidad, lleva a un escenario donde el rigor se confunde con rigidez y la garantía con parálisis.
La digitalización ha sido un primer paso, pero es insuficiente si lo que hay detrás sigue funcionando con la misma lentitud. Una plataforma moderna no resuelve nada si los procesos son opacos y la toma de decisiones sigue siendo imprevisible. La tecnología no puede convertirse en una cortina; debe ser una herramienta que simplifique, acelere y dé trazabilidad
Por eso es necesario un cambio cultural profundo: una administración que entienda que facilitar la actividad económica también es hacer política económica. Que la responsabilidad de los gestores públicos debe ir ligada a resultados, no solo a procedimientos. Que la simplicidad normativa y la claridad en los plazos son factores de competitividad.
"La lentitud administrativa es, en definitiva, un síntoma de un modelo que aún asocia administrar con controlar, cuando el verdadero progreso se construye desde la facilitación"
Catalunya lidera sectores de alto valor añadido -industria, investigación, innovación- gracias a la capacidad de sus empresas. Pero esta potencia necesita una administración que trabaje al mismo ritmo. No podemos aspirar a un modelo de alto rendimiento con engranajes institucionales de mantenimiento lento.
La lentitud administrativa es, en definitiva, un síntoma. Un síntoma de un modelo que aún asocia administrar con controlar, cuando el verdadero progreso se construye desde la facilitación. Solo cuando entendemos esta diferencia podemos avanzar hacia una administración que impulse, y no frene, a las empresas.
Aquí es donde se encuentra la verdadera modernización: en el encuentro entre derecho corporativo y eficiencia administrativa. Es en este punto donde podemos generar un entorno más ágil, más seguro y más competitivo. Y es aquí donde comienza, realmente, el crecimiento de un país.