Fundadora y directora general de la consultora Conética

En la sostenibilidad no hay vuelta atrás…

20 de Mayo de 2025
Act. 20 de Mayo de 2025
Silvia Urarte

Hay momentos en los que una innovación transforma nuestra forma de vivir de forma irreversible. No porque sea una imposición, sino porque lo nuevo funciona mejor: es más útil, más accesible, más eficiente. Y, una vez adoptado, simplemente no hay marcha atrás.

 

Durante años revelamos carretes de fotos, rebobinamos cintas de vídeo, desplegamos mapas de papel y enviamos faxes. Hoy todo eso forma parte del pasado. La fotografía digital, el GPS, el correo electrónico y el streaming no solo sustituyeron tecnologías obsoletas, sino que redefinieron nuestras expectativas. Más de 6.800 millones de smartphones en uso, según Statista, 250 millones de suscriptores en Netflix, o un 96% de empresas que ya no usan fax en España son sólo algunos ejemplos de cómo ciertos avances se convierten en estándar.

Y esta lógica no es exclusiva de lo digital. Está ocurriendo, ahora mismo, con la sostenibilidad.

 

Estamos asistiendo a una transición global y multisectorial, tan profunda, que pronto nos parecerá inconcebible haber funcionado de otra forma. La energía solar y eólica ya son, en más de 60 países, la opción más barata para generar electricidad. Según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), en 2023 representaron el 82% de toda la nueva capacidad eléctrica instalada en el mundo.

"Las empresas con criterios ESG consolidados obtienen entre un 8 y un 10% más de rentabilidad a medio plazo"

En la industria, compañías como Siemens, Unilever o Nestlé han integrado estrategias de economía circular y descarbonización, no solo por responsabilidad social, sino porque las métricas lo respaldan: las empresas con criterios ESG consolidados obtienen entre un 8 y un 10% más de rentabilidad a medio plazo (MSCI).

En el transporte, Amazon, DHL o UPS electrifican sus flotas a gran escala. La Agencia Internacional de la Energía (IEA) prevé más de 120 millones de vehículos eléctricos circulando para 2030. Mientras tanto, la movilidad urbana cambia con la micromovilidad, los patinetes eléctricos y las ciudades de 15 minutos.

El comercio no se queda atrás: marcas como IKEA, Patagonia o Zalando apuestan por trazabilidad, reciclaje y modelos circulares. El sector salud también se transforma: el sistema de salud del Reino Unido (NHS) se ha comprometido a ser el primero en alcanzar emisiones netas cero para 2040.

La alimentación avanza en esa misma dirección. El mercado plant-based superó los 20.000 millones de dólares en 2023. Grandes cadenas ya lo han incorporado en su oferta habitual, respondiendo a una demanda social creciente. Lo mismo sucede en la construcción, donde las certificaciones ambientales como BREEAM o LEED se han convertido en condición casi obligada en muchos países, y en la educación, con más de 1.300 universidades alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Incluso la tecnología se convierte en palanca. La inteligencia artificial ya se aplica a la gestión eficiente de recursos, la predicción climática o el rediseño de cadenas de suministro. Startups como Climeworks capturan CO2 directamente del aire, y muchas empresas desarrollan soluciones bioinspiradas para reemplazar materiales tradicionales con otros regenerativos.

"El 75% de los jóvenes europeos prefiere trabajar en empresas con impacto ambiental positivo"

Pero lo más revelador es que el cambio cultural también ha llegado. El 75% de los jóvenes europeos prefiere trabajar en empresas con impacto ambiental positivo (World Economic Forum). Para ellos, el propósito no es un valor añadido: es un criterio de decisión.

Así como una vez dejamos atrás los carretes, el VHS o el gas ciudad, hoy estamos dejando atrás prácticas y productos que ya no encajan con el mundo que necesitamos construir: el plástico de un solo uso, la energía basada en combustibles fósiles, la obsolescencia programada, el desperdicio alimentario, el fast fashion que explota recursos y personas, o el modelo de transporte basado en coches privados contaminantes. Estamos dejando atrás un modelo que ya no se sostiene: el de extraer, usar y desechar. La sostenibilidad ha dejado de ser una opción para convertirse en el nuevo estándar. Y cada vez más, es también el camino más rentable, más innovador y más resiliente.

Porque cuando una solución mejora lo anterior, no hay vuelta atrás. Y en sostenibilidad, ese punto ya lo hemos cruzado.

La diferencia es que, esta vez, no avanzamos a ciegas. Sabemos exactamente hacia dónde queremos ir: hacia un futuro limpio, justo, regenerativo. Y lo mejor de todo es que ya no es una utopía. Es una realidad en marcha.