Durante el año y medio que hace que ocupo el cargo de secretario general de Cecot he tenido la oportunidad y la suerte de participar activamente de numerosas reuniones y sesiones de trabajo con las que conocer de primera mano nuestro tejido empresarial y los retos y necesidades de los diferentes sectores de actividad. Estos encuentros me han servido, además, para escuchar las diferentes propuestas para impulsar la reactivación económica de la Catalunya post-covid y para detectar necesidades en estos momentos de enorme transformación.
Lo cierto es que las empresas afrontan un periodo de enorme incertidumbre provocado por la confluencia de factores como la crisis de suministros, el encarecimiento del coste de la energía, la deriva inflacionista, la falta de personal cualificado en determinadas posiciones, etc. Bajo este entorno tan volátil e inestable cuesta mucho definir planes de reactivación y, por este motivo, ahora más que nunca, hay que escuchar al empresariado para ofrecerles soluciones efectivas que aporten estabilidad en la toma de decisiones.
Cuando hablamos con las empresas del Vallès, una de las regiones más industrializadas del Sur de Europa, hay una constante que genera indignación y unanimidad: la falta de infraestructuras de movilidad interna y de conexión con otros territorios que afecta directamente a los planes estratégicos y, consiguientemente a la toma de decisiones. Y dentro de la lista de infraestructuras que faltan en el territorio destaca una que genera consenso y que se podría implementar de manera ágil y rápida. Hablo de la conexión de la B40 entre Terrassa y Abrera y que, de acá que empezaron las obras en 2009, ha sufrido atrasos detrás atrasos y ha alimentado la desafección del empresariado con la administración pública. Un continuo de "nos engañan" y "nos toman el pelo".
¡Hemos decidido salir de los despachos y de los centros de trabajo de nuestras empresas para decir públicamente que basta de incumplimientos!
Situados en mayo del 2022, restamos pendientes de poder inaugurar los 6,2 km que hay entre Olesa de Montserrat y Viladecavalls. Una infraestructura capital para conectar el Vallès y el Baix Llobregat. Este tramo de la B40, a pesar de tener los deberes hechos desde el 2006 y formar parte de las cuentas públicas desde entonces, va pasando de presupuesto en presupuesto como una condena permanente en los PGE. Ademanes a hablar de reimpulsar nuestra economía y de reindustrialitzar Catalunya, ¿cómo nos podemos permitir que los dos motores industriales del país, el Vallès y el Baix Llobregat, no estén bien conectados? Las tres comarcas representan tan solo el 6% del territorio catalán, pero concentran el 28% de la población y casi el 30% del PIB y de los puestos de trabajo.
La inversión del tramo Terrassa-Abrera de la B40 está más que justificada económicamente en todos los ámbitos posibles: tanto por la movilidad en el territorio, como la previsión de la reducción de emisiones de CO2, la disminución de la accidentalidad a carretera y el incremento de competitividad empresarial y crecimiento económico. Solo hay que revisar el estudio que hizo el Institut Cerdà en 2015 sobre el impulso de la Ronda Vallès que proyecta una disminución de la siniestralidad (reducción de más de 6,5 accidentes anuales) y un ahorro de casi 24 millones de euros anuales, con un impacto macroeconómico en Catalunya de 252 millones de euros.
La última previsión que contempla el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana para la finalización de este tramo es el 2023. Una nueva fecha que el tejido productivo y empresarial del Vallès nos tomamos con las reservas y la incredulidad que comportan la falta sistemática de cumplimientos en las últimas décadas. Sobre todo desde el inicio de las obras, ahora ya hace trece años. Es por eso que hemos decidido salir de los despachos y de los centros de trabajo de nuestras empresas para decir públicamente que ¡BASTA DE INCUMPLIMIENTOS!