En enero, la salida de DeepSeek R1, un modelo chino de código abierto, hizo caer las acciones de Nvidia como si fuera el fin de los tiempos GPU. La alarma era clara: un modelo potente, más eficiente y entrenado con mucho menos hardware había llegado, y —mira por dónde— venía de China, no de Mountain View. De repente, parecía que ya no harían falta millones en infraestructura para hacer IA de alto nivel. ¿Nvidia perdía el sentido?
Pues no.
La bolsa temió que DeepSeek se hubiera entrenado sin GPUs Nvidia, lo que ponía en duda su liderazgo —especialmente con las restricciones de exportación a los chinos. Pero el susto duró poco.
Lo que venía era una revolución. Pero no contra Nvidia, sino gracias a Nvidia. Lo que pasó después fue que miles de ingenieros de todo el mundo empezaron a descargar DeepSeek como si fuera el Emule del 2003. Abrieron el código y se dieron cuenta de algo colosal: pueden tener potencia de IA extrema en local, sin permisos, sin suscripciones y sin compartir datos con ningún gigante.
Es la paradoja de Jevons en acción: cuanto más eficiente es la tecnología, más se utiliza, y más demanda crea.
Aquí hace falta un inciso para explicar cómo fueron de generosos los chinos ofreciendo una licencia Open Source en vez de Free Software. Porque no, en China no quisieron la dominación mundial a través de DeepSeek, como se ha insinuado en algunos foros paranoicos.
Los chinos no liberaron DeepSeek bajo una licencia que obligue a compartir las mejoras. No hicieron como el Free Software más militante. Eligieron una licencia más relajada (Open Source), y eso hizo que miles de proyectos se lanzaran sin miedo. Porque sí: todo el mundo quiere potencia, pero sin líos legales.
Si todo el mundo utiliza DeepSeek, todo el mundo necesitará hardware. Y Nvidia lo tiene —y mejor que nadie en el mundo mundial. A pesar de haber protagonizado la caída más bestia en Wall Street cuando DeepSeek salió en enero, acaban de anunciar un crecimiento interanual del 69%. No está mal para una empresa que supuestamente había quedado tocada.
"Porque sí: todo el mundo quiere potencia, pero sin líos legales"
De hecho, este mayo, el mismo Jensen Huang presentó el DGX Spark, un monstruo capaz de mover modelos con centenares de miles de millones de parámetros. Estamos hablando de medio petaflop en FP64 que cabe debajo de la mesa. Y si Nvidia mantiene el ritmo de mejora actual, en diez años tendremos en casa más potencia que el Marenostrum 5, que tiene 314 petaflops. En realidad, en 2034 tendremos 256 con Nvidia, pero solo un año después, en 2035, serán 512 petaflops.
Sí, el Marenostrum 5. El superordenador del Barcelona Supercomputing Center, que ya no está dentro de una capilla barroca, sino en un edificio nuevo, moderno y con refrigeración líquida. Pero eso no impide que dentro de poco una torre doméstica, bien ventilada, sea 1,63 veces más grande que el Marenostrum actual.
Esto, por mucho que suene a ciencia ficción, es exactamente lo que ha abierto DeepSeek.
Sí, es chino.
Y sí, es libre. Solo el software, claro —pero es la gracia. ¿Quién quiere chatarra sin pensalla?
La disrupción, pues, no es que Nvidia cayera en bolsa durante 48 horas. Es que OpenAI ha tenido que mover ficha, Meta se consuela con LLaMA, pero al sacar la última versión —a toda prisa— hicieron trampas en las evaluaciones, y continúan sin tener un modelo que razone con solidez. Se están quedando atrás, y es una lástima. Microsoft ha subido DeepSeek a Azure, Amazon lo ha integrado a SageMaker y Google lo ha incluido a Vertex. Todos añadiendo un modelo chino a sus plataformas como si nada.
Lo más potente de esta oleada es que el Open Source, por primera vez, no ha venido de Europa ni de Estados Unidos. Ha venido de China. Y con una licencia tan permisiva que a OpenAI solo les queda hacer ver que siempre habían querido ser 'open'.
La estrategia es clara: si lo abrimos, lo lideramos.
Y funciona con una eficiencia que hace sudar a los líderes de antes de ayer.
"La disrupción, pues, no es que Nvidia cayera en bolsa durante 48 horas. Es que OpenAI ha tenido que mover ficha"
En este contexto explosivo, vertiginoso, imprevisible, alguien dice que “no nos hemos puesto”. El presidente de la Fundació puntCAT —que tiene que empujar nuestra cultura digital adelante— dejó ir en una entrevista: "Ya hace 2,5 años que hablamos de ChatGPT y todavía no nos hemos puesto" y que "la cosa no es tan vertiginosa como nos quieren hacer creer". El entrevistador era el presidente Artur Mas. La conversación está en YouTube.
Bien. Supongo que si esperas que la disrupción venga con el himno de Europa de fondo y el acta de la UNESCO en la mano, quizás sí. Pero si miras qué está pasando en el mundo real, pasa que el código se abre y la potencia, que antes era un muro, ahora se hace pequeña y cabe debajo de la mesa. Lo único que queda claro es que nos estamos poniendo tarde. Incluso quedando boquiabiertos después de hacer excursiones guiadas al Marenostrum 5.
Afortunadamente, DeepSeek continúa sin pedir permiso.
¿Y el hardware de Nvidia? Es solo un defecto transitorio del software.
O dicho de otra manera: gracias a DeepSeek, el futuro es abierto, potente y portátil. Lo que no sea eso, es nostalgia disfrazada de prudencia.
"Si miras qué está pasando en el mundo real, pasa que el código se abre y la potencia, que antes era un muro, ahora se hace pequeña y cabe debajo de la mesa"
Acabo con un detalle que hasta ahora me he contenido de dejar ir, conformándome con un Marenostrum 5 en casa en 2035: si la potencia sigue doblándose cada año —como va haciendo Nvidia—, en 2036 tendremos en casa más de tres Marenostrum 5 debajo de la mesa. Y en 2040, dieciséis.
Cuando te digan que esto de la IA no va tan rápidamente, sonríe y piensa que quizás dentro de 10 años estarás simulando el clima de Marte mientras acabas un TikTok y tu gato te enciende el microondas con voz.
Sí, esto último es absurdo. ¿Pero quién sabe?
Nosotros, mientras tanto, vamos haciendo jornadas sobre “qué es esto de la IA” en el centro cívico del barrio.