A menudo me piden de cuál forma la crisis incide en la generalización de la economía verde. La respuesta tiene que ser ambivalente. Por un lado, las empresas buscan por encima de todo disminuir los costes de producción para ser más competitivas y los consumidores quieren reducir el precio a pagar por los productos y servicios que quieren adquirir. Esto implica que las estrategias tradicionales de pagar algo más para producir o adquirir un producto de menor impacto ambiental –sea un alimento ecológico o un recargo voluntario en los billetes de avión para compensar las emisiones de CO2 plantando árboles- entran en crisis o, cuando menos, tocan techo y no llegan más allá de las minorías más sensibilizadas.
Por el contrario, la crisis resulta una oportunidad de primer orden para avanzar en la universalización de los comportamientos sostenibles a través del ahorro en los procesos de producción , un ahorro que puede trasladarse a los precios al consumo.
Por eso, hay que cambiar la percepción tradicional que sostiene que aquello que es sostenible es más caro por la ecuación inversa: una relación directa entre ahorro y sostenibilidad. Ahorro en los procesos de producción a través de la disminución de la energía requerida y/o de la autogeneració de la misma energía. Ahorro en la utilización de agua, de suelo y de techo, de primeras materias a través de la adquisición de las que provienen del reciclaje. Disminución de las pérdidas y de los residuos y valorización de los que se generan, sea para convertirlos en energía o, mejor todavía, por reintroduir-los en el proceso productivo como primeras materias o productos intermedios.
Pero, por parte de los consumidores, la ecuación ahorro igual a menor impacto ambiental casi siempre funciona. Desde comprar los productos frescos sin envasar -o en envases grandes, en vez de varios de pequeños- hasta optimizar los aislamientos térmicos para reducir el consumo energético. Desde utilizar preferentemente el transporte público o compartir el vehículo privado hasta intercambiar residencias para alojarse durante las vacaciones.
La crisis, por lo tanto, presenta una gran oportunidad para avanzar en la universalización de la economía verde siempre que modificamos el viejo paradigma de sostenibilidad igual a aumento de costes y de precios y lo sustituimos por ahorro igual a sostenibilidad.