En efecto, el caso de Suiza
es muy singular. Atendido su peso económico y financiero, situado en el centro geográfico de Europa, vale la pena dedicarle un artículo para ayudar a comprenderlo más bien.
Desde la creación del
MCE por los seis países fundadores,
Suiza, intuyendo la importancia que podría tener, con una perspectiva a largo plazo, de una
integración de carácter más político, buscó una solución alternativa para los países que, como él mismo, no querían o no podían entrar. Bajo su iniciativa, pues, el 1960 se creó la
Asociación Europea de Libre Cambio (AELE, en francés).formaron parte, además de Suiza, Austria, Finlandia, Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suecia, con el objetivo de eliminar, o al menos disminuir, los obstáculos aduaneros del comercio entre cada uno de sus miembros y la, en aquel tiempo, ya denominada
Comunidad Económica Europea (CEE). Se trataba de una solución intermedia, una especie de anticambra antes de integrarse, eventualmente, a la
CEE. En este sentido, el gobierno suizo de la época, hizo una demanda de admisión a la
CEE el 1961, si bien, en realidad, nunca ha entrado en negociaciones. También es verdad que nunca ha retirado su demanda…
Entre el 1960 y el 1988 Suiza, el mismo que los otros miembros del
AELE, firmó numerosos acuerdos de libre cambio con
la CEE, hasta que, bajo la iniciativa de Jacques
Delors, que en aquel momento presidía la Comisión
de Bruselas, se hizo evolucionar la AELE hacia una fórmula más integrada, un
Espacio Económico Europeo (EEE) en que los tratados y las decisiones ya no eran entre cada país del
AELE y la UE
, sino entre la, entonces, Comunidad Europea (CE), y la EEE, lo cual comportaba una cierta cesión de soberanía de cada sido miembro. Después de tres años de negociaciones muy intensas, Suiza firmó el acuerdo para incorporarse al EEE y lo propuso en votación al pueblo suizo el 6 de diciembre del 1992. Fue rechazado por el 50,3% de votos en contra. Desde entonces, todos los gobiernos que se han sucedido desde el 1992, traumatitzats por aquellos resultados ajustados pero negativos, han buscado y encontrado nuevas fórmulas de aproximación a la UE con la firma de dos
Acuerdos Bilaterales, por los cuales, en la práctica, Suiza se adapta a la legislación de la UE como mínimo con dos desventajas principales:
-
Suiza no puede participar en la redacción, la discusión y la adopción de las nuevas leyes del
Parlamento.
- Dado que los Acuerdos se firman en un momento determinado y que las leyes evolucionan, los mencionados Acuerdos no tardan mucho a quedar fuera del contexto que se buscaba.
- Sin embargo, puesto que
Suiza exporta el 60% de su total a los países de la UE, el gobierno ha pedido la negociación de un tercer
Acuerdo Bilateral, cosa que la Comisión
de Bruselas ve con mucha reticencia.
- Por otro lado, es cierto que Suiza tiene bastantes singularidades, como por ejemplo la práctica de la denominada "democracia directa", la neutralidad, una gestión tradicionalmente austera de su economía con un tipo máximo de IVA del 8%, unas tasas de paro y de inflación muy bajas, una moneda muy sólida, un sector agrícola importando fuertemente subsidiat, etcétera.
- A pesar de todo, el observador objetivo considera que
Suiza tarde o temprano entrará a la UE: cuando las desventajas de no ser superen de manera significativa las ventajas. Cómo, por ejemplo, cuando se firme el acuerdo de libre cambio EE.UU.-UE denominado Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP), ahora en negociación. En efecto, la economía suiza podría verse afectada de manera muy negativa. Y también, a medida que la UE se consolide políticamente.
Este artículo pertenece a una serie de diez que se engloban bajo el título El que todos tendríamos que saber y no olvidar de la Unión Europea, sobre todo las nuevas generaciones