Qué papel representa la Unión Europea en nuestras vidas? Es positivamente determinante? Puede serlo más? O bien, ¿vale la pena continuar haciendo esfuerzos en su construcción? No sería mejor separarse y proseguir nuestro camino como un estado independiente?, o dejar caer el euro y volver a las monedas nacionales?
Estas preguntas, y otros similares, se las formula un número creciente de ciudadanos de muchos países importantes, como el Reino Unido o Francia . También de nuestro país. Son los que se autodenominan "euroescèptics". Y su importancia cuantitativa aumenta. Por qué?
Las causas son diversas. Impulsadas sobre todo durante el largo periodo de la actual crisis económica y financiera. En efecto, el euroescepticisme crece, básicamente por los motivos siguientes:
- Los planes de austeridad y los "recortes" que afectan sobre todo el denominado "sido del bienestar", inciden negativamente sobre millones de ciudadanos, especialmente de los países del sur de la UE (a pesar de que su fuerte endeudamiento y un déficit cada vez más grande ya dejaban prever que, tarde o temprano, se tendría que frenar y dar marcha atrás).
- La incapacidad de los dirigentes europeos de comunicar a sus ciudadanos los objetivos claves de la construcción europea (la paz, afrontar la globalización mejor conjuntamente que individualmente, la libre circulación, la formación internacional y su compatibilidad, la moneda única, etcétera).
- El efecto negativo provocado por un sector cada vez más grande de mediados de comunicación que encuentran más interesante dramatizar los problemas y los aspectos menos positivos, que han, mientras pasan "de puntillas" sobre los positivos, que son más numerosos, pero, desgraciadamente, menos mediáticos. Mencionem aquí, a título de ejemplo, el libro, muy crítico hacia la UE , Goodbye Europe, publicado en 2006 y escrito por dos conocidos economistas italianos, Alberto Alesina y Francesco Giavazzi. O el año pasado, cuando se otorgó el premio Nobel de la Paz a la UE. Se difundieron o esventar a la mayoría de países, y también en España, comentarios dudosos e incluso negativos sobre la oportunidad del premio, cuando resulta evidente el hecho que, para encontrar un periodo de más de sesenta años seguidos sin guerra entre los países de la UE, nos tendríamos que trasladar a seis siglos atrás…
También se cierto que el excesivo protagonismo de las cabezas de estado y de gobierno en las decisiones claves crea un sentimiento real de déficit democrático. El mismo que las etapas de stop and go que se producen el año que precede las elecciones legislativas en un país relevante.
Todo esto hace que el espectro del euroescepticisme pueda pasar factura en las próximas elecciones europeas de mayo de 2014. Es decir, que la participación global sea inferior al 45% de las del 2009 y que una proporción significativa de euroescèptics se instale en el nuevo Parlamento.
Hay que esperar y desear que las campañas electorales de los partidos politics españoles, y también las de los otros países, contribuyan a encontrar los mejores candidatos para ayudar positivamente el desarrollo de la UE, evitando el máximo que se pueda las tradicionales luchas políticas en clave nacional. Haría avanzar la construcción europea en lugar de frenarla una vez más.
Este artículo pertenece a una serie de diez que se engloban bajo el título El que todos tendríamos que saber y no olvidar de la Unión Europea, sobre todo las nuevas generaciones