Ingeniero y escritor

La financiación: cuando los catalanes no sabemos negociar

30 de Septiembre de 2025
Xavier Roig VIA Empresa

Me cuesta mucho entender que ni los informadores ni la población sean capaces de hacer cuatro cálculos muy básicos. Hablo ahora de la famosa Financiación Singular, esta especie de invento imposible de materializar y que los políticos se han sacado de la manga. No sé si tan solo ellos, los políticos, son conscientes de que este tipo de arrebato financiero nunca funcionará tal como lo están vendiendo. Para hacerlo rápido y corto: ¿han creado este concepto para mantenernos engañados e ir pasando el rato? ¿O bien ellos son víctimas de su propio engaño y tampoco entienden nada? Todo esto, yo lo ignoro. 

 

Vamos por partes. En España solo hay dos sistemas de financiación para las comunidades autónomas: el régimen común y el régimen foral. El régimen foral se regula por dos leyes hechas a medida para el País Vasco y para Navarra. El resto se regulan por el régimen común -con algunas disposiciones excepcionales aplicables a Canarias, a Ceuta y a Melilla-. El resto de comunidades autónomas pasan todas por el mismo tamiz. Este tamiz consiste en el hecho de que el Estado recauda el dinero y después lo distribuye utilizando unas reglas en parte pactadas y a veces por aplicación del simple “porque me da la gana”. Quiero decir que el sistema es, en buena parte, discrecional. El Estado asigna más o menos dinero a una comunidad autónoma según le conviene. 

"El sistema es, en buena parte, discrecional: el Estado asigna más o menos dinero a una comunidad autónoma según le conviene"

Como que de sistema foral no tendremos -porque los criterios de lo que se entiende como territorio foral están limitadas a la Constitución-, los catalanes nos tenemos que contentar con lo que se conoce como régimen común. La falacia conocida como Financiación Singular parte de un principio un poco ilusionante -por eso me permito calificarlo de falacia-. Hoy por hoy, el dinero que recibe Catalunya son unos determinados que, con todo el dinero que reciben todas las otras autonomías, más las que se queda el Estado, suman, pongamos por caso, 100. Muy bien. Si Catalunya, con esta Financiación Singular, tendrá que recibir -nos dicen- más dinero: ¿me pueden explicar quién es que recibirá menos? Mi padre, para estos casos, utilizaba una frase lapidaria: de un panecillo no se puede hacer un pan de kilo. Con todo, quiero significar que la discusión no será banal. 

 

Hay un camino para llegar a una nueva redistribución del dinero -que, insisto, implica que otras comunidades ingresen menos-. Consiste en el hecho de que los partidos centrales españoles (PSOE, PP, y otros extremistas de izquierda y de derecha) impongan a sus sucursales un criterio que parece lógico y que, aquí sí, tendría que llevar a los catalanes a rebelarnos de manera radical y, si quieren ustedes, con características de insumisión. Hablo de lo que se conoce como criterio de ordinalidad. Es decir, si cada comunidad ocupa una posición en el ranking de recaudación de impuestos por cápita, esta posición no tendría que poder cambiar después de haberse asignado transferencias de “solidaridad” -esta palabra tan hispana que tanto acostumbra a gustar a los estirados-. Este tendría que ser el estandarte que tendrían que enarbolar todos los partidos que se presentan en Catalunya -españoles o catalanes- por el simple hecho de que no defender este principio de ordinalidad califica a cualquiera, sin excusa, como traidor. 

Pero aquí topamos con otro problema: los puros. “¡Esto es autonomismo!”. “¡O concierto económico, o nada!”, dicen unos. Otros lanzan improperios del tipo “¡vendidos!”. Y es que a los catalanes, en algún momento, quizás nos ha caracterizado el pactismo -pienso que hace años que perdimos esta característica-, pero estamos incapacitados para la negociación hábil y sofisticada. La de largo recorrido. ¿Es el principio de ordinalidad una herramienta que nos puede hacer ingresar más dinero, de momento? Pues, de momento, ¡cogámosla! ¿Que quizás adoptarla nos hace renunciar en un futuro a cualquier otra mejora? Incluso las aspiraciones a un concierto económico. ¿A que no? Pues, ¿por qué no nos apuntamos?

"Muchos catalanes admiran del PNV la habilidad de arañar alguna cosa de Madrid. Y es porque, sin perder el objetivo final, van haciendo camino"

Muchos catalanes admiran del PNV (los vascos) la habilidad de arañar alguna cosa de Madrid. Y es porque, sin perder el objetivo final, van haciendo camino, consiguiendo objetivos que parecen superficiales, pero que ayudan a avanzar. Porque forman parte de un todo, de un objetivo mayor. Unos empresarios catalanes, unionistas ellos, visitaron el PNV durante unos días. Se deshacían en elogios sobre como los dirigentes del PNV trataban con Madrid, en contraposición a la radicalidad catalana. Como que los vascos calaron a los huéspedes catalanes, antes de marchar les hicieron un comentario: “Una pequeña observación. Sobre todo, no os confundáis. Nosotros somos independentistas. Lo que pasa és que ahora no toca”.