Hace unos años una filtración era una cosa que salía a la pared que da al patio de luces mientras una voz interior decía: "es lo Picó que os lo dice". Pero desde que Julian Assange le tomó el lugar en nuestro imaginario, las filtraciones salen a servidores de Internet, disco duros, claves USB y teléfonos móviles. La última –última a la hora de escribir este artículo– ha sido
la megafiltració de los Papeles de Panamá que podría ser un título de programa de Discovery
pero que es
la filtración más grande de la Historia. También hace gracia que hablamos de papeles cuando del que estamos hablando es de información digital.
En esta megafiltració, menos el país, todo es grande:
11,5 millones de archivos de uno de los despachos de abogados especializados en empresas deslocalitzades (
offshore companies) más grande del mundo, que gestionan los más ricos del mundo y que suman un total de 2,6
terabytes. Si sumamos todas las filtraciones anteriores –Wikileaks (1,7GB), los Offshore Secretos (260GB), Luxemburgo (4,4GB) y HSBC (3,3GB)– no hacen ni 300GB. En campos del Barça, los Papeles de Panamá serían el campo y todo el resto de filtraciones sumadas una de las áreas.
Esencialmente el que ha pasado es que en los últimos 50 años
con el proceso de digitalización de la información hemos digitalizado por extensión también nuestra vida: quién somos, nuestras relaciones, nuestro trabajo, nuestros valores y los ladrones y los serenos. Pero l
se reglas para jugar a guardias y ladrones en un mundo analógicoson unas y en uno de digitalson otras. Y aquí vienen los problemas. En el mundo físico –pensáis en un diario– la información es estática, relativamente barata de proteger, difícil de copiar y cara de mover, exactamente al contrario que en el mundo digital donde el que
resulta caro es mantener la información segura y quieta. En el mundo digital el estado natural de la información es fluir. Y esto los ladres emigrantes digitales no lo deben de saber bastante bien.
Siempre que pienso en la diferencia entre información digital y analógica me viene a la cabeza el caso de un amigo mío que tenía
un contencioso con la Administración por culpa de una multa. Hacía tiempo que estaba con alegaciones y todo el papeleo que esto comporta hasta que lo citaron finalmente porque revisara el expediente físicamente, puesto que digitalmente no se podía. El funcionario dejó un patracol encima la mesa y sefue a hacer el café y a leer
El Mundo Deportivo mientras mi amigo esperaba impaciente para poder ver toda la información. A la cabeza de media hora que nadie le dijera ni asno ni bestia, mi amigo optó para filtrarse el patracol, marchar como si nada y tal día hará un año.
Ventajas de ser analógico.