Durante muchos años se ha considerado que para ser líder se tenía que poseer un perfil determinado y que aquellos que no lo poseían tenían pocas posibilidades de llegar a serlo. Los tiempos cambian, las necesidades cambian y actualmente el liderazgo se ha democratizado. Los líderes tienen que vivir mucho más cerca de la tierra que del cielo y tener en las personas que los rodean a sus cómplices, compañeros de viaje. Sin ellos no conseguirán lograr los objetivos propuestos, cada vez más difíciles, inciertos y cambiantes.
Las competencias de liderazgo, que han sido la clave del desarrollo, resultan insuficientes en un entorno como el actual. Competencias, para qué? Para crecer, decrecer, innovar, internacionalizar, integrar... En cada ocasión se necesitan unas habilidades diferentes y a veces contradictorias, y de nuevo aparece el equipo del cual se rodea cada líder para afrontar cada situación con la cual se encuentra.
Equipo que en muchas ocasiones, no le reporta directamente, sino que es un equipo de terceras partes subcontratadas con las cuales tiene que lograr unas metas que variarán en función de qué sean los objetivos estratégicos que tendrá que conseguir. Entonces, cuál es la clave del liderazgo en un momento como este? La clave se encuentra en el liderazgo basado en la autenticidad de la persona, en el autoconocimiento que promueve un liderazgo basado en valores, en los valores propios y profundos que todos tenemos, aquellos que no podemos traicionar porque nos estaríamos traicionando a nosotros mismos.
Las organizaciones hablan de valores, pero los valores de las organizaciones son los valores compartidos de las personas que forman parte de la organización. Nadie puede trabajar en una compañía donde sus valores se vean violados de forma consistente, puesto que finalmente acabará abandonando la compañía o bien la compañía acabará prescindiendo de la persona porque esta no encajará con su cultura.
Las personas que lideran basándose en sus valores generan credibilidad y, por lo tanto, confianza, puesto que comparten sus valores con los de las personas de su entorno. Poniendo estos valores en acción se fomenta un liderazgo compartido, entendido por los otros de la organización.
El líder tendrá que apoyarse necesariamente en las personas de su entorno, acompañarlos en su desarrollo y crear un equipo fuerte para poder lograr los objetivos estratégicos.
Nadie espera que el líder sea lo mejor en todas y cada una de las disciplinas que lidera. El que esperan es que los acompañe en su camino hacia el desarrollo, que los implique desde el primer momento en los objetivos y que puedan confiar en él, y esto lo conseguirá si actúa con autenticidad.