La cita es de F. Nietzsche y me va en su punto en el paisaje actual de la realidad: "A veces la gente no quiere escuchar la verdad porque no quiere que sus ilusiones se vean destruidas". Todos tenemos derecho a la ilusión, pero no siendo ilusos. Cómo tendríamos que ser servidores de la verdad, aunque esta rompa los esquemas de nuestra creencia o de nuestra apariencia.
El momento presente es un paroxismo de la neurosis, de la NO-verdad, de las apariencias difusas, como máscaras chinas que tan sólo dibujan perfiles sin la concreción de los contenidos. Es innegable que la evolución económica en España empezaba a progresar por el buen camino (crecimiento anual del 1,3%, cuando pudo haber sido a fin de año tres o cuatro decenas más). Pero esto no obsta para tener que reconocer que seguimos en un marasmo de la ocupación, la tasa de paro de la cual es hoy del 23,67%, por debajo del existente el 2011 (En Cataluña, del 19,10%).
La pregunta obligada seria: qué podría suceder en la economía española, si no se dieran ahora los síntomas deflacionaris en la zona euro, con una Alemania que sufre los efectos del desgaste de los mercados internacionales? A qué niveles llegaría la economía catalana de hoy, sin los efectos negativos del delirio político en el cual se vive la pasión emancipacionista?
Las inversiones se han frenado, las cautelas están puestas a los mercados financieros, los simulacros de boicot –de los cuales no se habla- perturban la normalita. Alguien puede dudar que la economía es la realidad verdadera de la política en este momento de sufrimiento social ante la insinuada salida de la crisis? Casi 1,8 millones de familias tienen a todos sus miembros al paro.
Cáritas cubre las necesidades primarias a 2,5 millones de ciudadanos españoles. Y, por otro lado, la EPA nos indica que en los últimos doce meses se han creado 274.000 nuevas ocupaciones, y la tendencia de los últimos meses apunta a una propensión por la contratación indefinida en menoscabo de la temporal. Dato razonablemente valorado por la creación de 46.000 nuevas empresas a lo largo de los últimos tres trimestres, que permite proyectar una expectativa, a fin de año, de 60.000 empresas de nuevo cuño.
Dato, pues, de la verdad estadística, es decir, empírica, pero que ciertas apariencias –más bien carencias del desastre del que venimos- pudieran ensombrecer, como la niebla emborrona la volumetría de las cosas. A menudo, esta niebla es la epidermis de los ilusos, y Cataluña sin duda sufrirá en su economía las consecuencias de tanto ilusionismo desatado. Desde la responsabilidad formulo mi reflexión: la política lo soporta todo ("menos el ridicul", añadiría Josep Tarradellas), la economía, no. Quienes quieran optar por las apariencias, que lo hagan, sabiendo que se están auto engañando.