Hace tiempo que intuimos que los modelos de liderazgo heredados están obsoletos. La mayoría de las empresas sigue funcionando con manuales escritos para otro siglo, con líderes que confunden autoridad con jerarquía, poder con influencia, control con seguridad. Y la verdad es que eso ya no es sostenible.
El management que dominó durante décadas se ha quedado sin respuestas frente a la complejidad del mundo actual. Mandar ya no es liderar; mandar es solo dar órdenes. Y hoy necesitamos líderes que sirvan: a las personas, a los equipos, a los clientes, a la sociedad.
El problema no es menor. Seguimos promocionando a directivos que creen que crecer es acumular poder, cuando deberían hacer crecer a otros. Seguimos confiando en jefes que limitan la iniciativa en lugar de liberarla. Seguimos rodeándonos de quienes controlan hasta el último detalle, en vez de confiar en la inteligencia colectiva que tienen delante.
Las consecuencias se ven cada día: desconfianza, rotación de talento, equipos agotados, culturas mediocres. Nadie se siente inspirado en organizaciones que solo saben medir resultados, pero olvidan cultivar sentido.
¿Podemos hacer algo distinto? Sí, y urge.
"Nadie se siente inspirado en organizaciones que solo saben medir resultados, pero olvidan cultivar sentido"
Podemos empezar por dentro. Un líder que no se trabaja a sí mismo nunca podrá transformar a otros. La Reeducación Ejecutiva significa eso: desaprender inercias caducas, abrirse a nuevas formas de pensar y practicar un liderazgo que no se mide solo en cifras, sino en progreso humano.
Podemos atrevernos a dejar de mandar y empezar a servir. A liberar en vez de limitar. A confiar en vez de controlar. Y sí, cuesta. Porque supone renunciar a seguridades viejas para ganar relevancia nueva. Pero el resultado es otra liga: organizaciones que no solo funcionan, sino que florecen.
Quizá no podamos cambiar el mundo entero. Pero sí podemos dejarlo un poco mejor de lo que lo encontramos. Y eso empieza en cada decisión de liderazgo que tomamos hoy.
Los viejos líderes nunca entrarían ahí. Los nuevos, todavía estamos a tiempo.