Politóloga y filósofa

Y cuando se pueda, dar un paso adelante

22 de Septiembre de 2023
Ariadna Romans

Mi generación es la generación de las contradicciones. Es la generación que más formación ha recibido de los últimos años, que hemos tenido más oportunidades para crecer, viajar y conocer cosas. La generación que tiene amigos de la otra punta del mundo, la generación de Internet y la generación de los jóvenes que quieren comerse el mundo. Pero también somos la generación de la saludmental, las presiones y la incertidumbre. Habiéndonos librado de las presiones de la generación anterior, sabiendo que no necesitamos la casa, el marido, el niño, la niña, el perro y la hipoteca, nos ahogamos ante lo que es un mundo de infinitas posibilidades. A esta liberación de espíritu, por más inri, nos acompaña un encarecimiento del costedevida que hace que, habiendo contado con el doble de recursos para nuestro desarrollo que nuestros padres, tengamos la certeza de que nunca podremos llegar al nivel que ellos llegaron. Por no hablar del aumento de las tensiones mundiales, las crisis endémicas del capitalismo o el cambioclimático. Y como nos hemos educado tanto, ahora nuestros niveles de conciencia y ansiedad se disparan por los aires.

 

Por eso, aunque parecía que todos estudiaríamos cosas complejas, viviríamos en el extranjero y dedicaríamos nuestras vidas a la resolución de retos mundiales, somos pocas las que podemos permitirnos el privilegio de hacerlo. Son muchas las amistades que, por motivos económicos o por el miedo a no encontrar nada mejor, se aferran a un trabajo fijo que les permitirá ahorrar lo suficiente para pagar la entrada de una casa o poder ahorrar algo a fin de mes. Esto, claro, teniendo en cuenta que no tengan dificultades para llegar a fin de mes, una realidad que cada día ahoga a más jóvenes de mi generación a pesar de sus mentes brillantemente moldeadas para convertirse en críticas y la gran formación que han sudado para conseguir a lo largo de los años. En toda esta maraña, después hay personas que se preguntan por qué los jóvenes salimos tanto de fiesta o damos una prioridad indiscutible al ocio o los momentos de recreo.

En toda esta maraña, después hay personas que se preguntan por qué los jóvenes salimos tanto de fiesta

Tengo la suerte y la desgracia de vivir en un edificio de pisos compartidos por jóvenes profesionales. Lo llaman coliving, no entraremos en este tema. El caso es que una de las ventajas que tiene esto es que no es necesario dar demasiados pasos para encontrar un potencial amigo. Con Aurora no nos conocemos demasiado, pero siempre nos hemos llevado bien y nos invitamos mutuamente a eventos sociales y cafés colectivos en el bar de abajo. Es una chica que mis compañeros italianos definirían como solar, porque transmite una cierta luz y alegría a todo el mundo con quien se relaciona. Si mi padre le hubiera conocido, diría que es una bellísima persona. El caso es que un día, hablando con Aurora, me dijo que se marchaba al sudeste asiático unos meses. "Estoy harta, de trabajar por una empresa que no me gusta. Estoy cansada y me noto cansada. Tengo veintipocos años, Ari, ¿qué se supone que debo hacer, a esa edad?". Una vez una amiga unos años mayores que yo me dijo que el privilegio era algo terrible, porque es la consecuencia de la fuerte desigualdad que sufren nuestras sociedades contemporáneas, pero que aquellas que tenemos la fortuna de tenerlo, hemos de utilizarlo por las que no pueden.

 

Mi amiga no estaba feliz en su trabajo, y cuando ha podido ahorrar un poco, ha decidido marcharse a un sitio a cumplir su sueño, que no me ha explicado en qué consiste ni falta que hace que lo haga. Viajará, pensará en lo que es importante para su vida, y tendrá una experiencia memorable. Cuando vuelva, le esperaremos, nos contará sus aventuras; quizás haya aprendido muchas cosas, o quizás haya encontrado la confirmación de que como en casa no está en ninguna parte. Pero Aurora es valiente, ha hecho lo que ella deseaba con las herramientas que tenía, ya pesar de las presiones y dudas de todo su entorno en su apuesta, ha puesto una mano en el corazón y otra en los sueños para tomar la decisión acertada. Muchas veces, las circunstancias de la vida no nos permiten hacer lo que queremos, pero algunas pocas veces sí que podemos hacerlo. Es entonces cuando los valientes de espíritu, dudando de todas las formas posibles, dan un paso adelante para perseguir lo que tanto han deseado. Buen viaje, amiga.