130 años haciendo las mejores mones de Pascua

La Pastelería Fiel Sierra de Igualada celebra el aniversario afrontando nuevos retos como el envejecimiento de los clientes habituales y la competencia de los productos de pastelería de los supermercados

El año 1886, los hermanos Josep y Fiel Serra alquilaron el local de Hace falta Pico, en la calle Nueva número 20 de Igualada, para abrir una pastelería. Apenas tenían 18 y 20 años, y eran originarios de Concabella, un pueblecito cercano en Guissona. A la cabeza de dos años adquirieron el espacio en propiedad, y lo remodelaron. Uno de los hermanos plegó, y el otro siguió al frente de la pastelería Fiel Sierra, un punto de referencia en Igualada que este año cumplirá 130 años.

Fidel Serra Camats, segunda generación y abuelo del actual propietario, vivió y trabajar en diferentes ciudades de Francia, para aprender y perfeccionar el oficio. Gracias a este periodo, la tienda de la calle Nueva aumentó su renombre y refinar su oferta, incorporando productos de pastelería francesa. También trabajó a Libro y Serra, una reconocida confitería barcelonesa que se encontraba a la ronda Sant Pere. Más adelante, su hijo grande, Francesc Serra Sistaré, cogió el relevo de la empresa familiar.

Años más tarde, el negocio pasó a su sobrino, Fiel Sierra Font, que es la cuarta generación y ya hace veinte años que se ocupa. "El tío no tenía hijos, y a mí desde pequeño ya me gustaba el oficio", explica el actual propietario. En cuanto a las próximas generaciones, todavía es pronto para hablar, pero sí que uno de sus tres hijos – de 14, 12 y 5 años- lleva el nombre de Fiel, "la etiqueta de la casa".

Las mejores Mones de Pascua
Desde los inicios, el espacio de hace falta Fiel Serra reunía una pastelería y un pequeño economato. Además de dulces, hoy todavía se pueden encontrar otros artículos como galletas o cava. El producto estrella de la casa son los Caramelos del Patufet, que todavía se elaboran y envuelven a mano. Cada caramelo tiene un pareado diferente del envoltorio, y estos son de diferentes colores según los gustos. Estos caramelos se venden a la pastelería, y también en otros puntos como Mont Santo Benet. También elaboran las típicas Cocas de Igualada, carquinyolis y turrones de Nadal. Pero, sin duda, unon de los productos que tiene más buena fama son las Mones de Pascua.

Además, son un ejemplo de producción de kilómetro cero, en productos como el café, que tuestan y muelen ellos mismos, el cabello de ángel, del cual elaboran todo el proceso, y el codonyat, hecho con membrillo de cosecha propia.

El secreto: la calidad
Cuál es el secreto para que una pastelería se mantenga abierta 130 años? Para Fiel Serra es "buscar la máxima calidad, adaptarse en las novedades que van saliente, y dar siempre un buen servicio al cliente".

Con esta fórmula el establecimiento ha fidelitzat a diferentes generaciones de igualadins, y combinan los clientes de toda la vida con otros que "lo prueban por primera vez, y los enganchas". "A veces, alguna persona grande que había vivido en Igualada o hacía tiempo que no vendía, pasa por la pastelería y se alegra mucho que todavía exista, y nos explica anécdotas de cuando lo traía mi tío", añade Serra.

Hoy, la pastelería se enfrenta a retos como el envejecimiento de los clientes habituales, o la competencia de los productos de pastelería de los supermercados. Al ofrecer un producto que no es de primera necesidad, han notado los efectos de la crisis y la caída del poder adquisitivo. Los clientes ahora compran menos cantidad: "Antes se hacían mones inmensas, y ahora cada vez son más pequeñas, puesto que así pesan menos... Pero nosotros tenemos el mismo trabajo a la hora de hacerla", explica. "Hay gente que compra poco porque no llega, pero aunque sea menos cantidad, lo valora y lo disfruta".

En este sentido, el prestigio del establecimiento y el valor añadido del producto es una garantía de futuro. "Quizás el precio es más elevado que en otros lugares, pero el resultado está a la altura", recalca el propietario. "Muchos de nuestros clientes vienen cuando tienen que hacer una mona de pascua, un regalo...y quieren quedar bien".

Otro de los obstáculos a los cuales tiene que hacer frente el establecimiento es a la caída de la actividad a la calle Nueva, donde antes había comercios e incluso una discoteca, y la pastelería era un lugar de paso, ahora a pesar de seguir siendo una vía céntrica, ha perdido esta vitalidad y los clientes se tienen que llegar expresamente a la pastelería.

Abrir el abanico de servicios
La fórmula que se ha adoptado para afrontar estos retos ha sido abrir el abanico de oferta. Así, desde hace 12 años la pastelería también acoge un amplio espacio de cafetería. Y además de la venta al por menor, se provee de productos a diferentes comercios gastronómicos como bares, restaurantes, hornos de pan, tiendas de delicatessen, organizadores de acontecimientos o tiendas de víveres, entre otros.

También se ofrece de forma directa un servicio integral de càtering para almuerzos empresariales, acontecimientos sociales, brunchs, cocktails... Cuentan con más de 350 referencias de productos artesanales de primera calidad, la gran mayoría de elaboración propia.

Un edificio modernista
La fachada del edificio donde se encuentra la pastelería es obra del arquitecto modernista Isidre Gili y Moncunill, autor de varias construcciones destacadas de este estilo en Igualada, y también en Barcelona, Lleida y Logroño. De la fachada sobresale una cabeza de dragón de hierro forjado, que es una polea.

A lo largo de los años se han ido tirando modificaciones al establecimiento. A la fachada, en las sucesivas reformas, siempre se han conservado las letras originales de Fiel Sierra. Del primer obrador todavía se conservan los hornos, que se pueden ver en el espacio donde hoy se encuentra la cafetería. Además, hace diez años se recuperaron los vitrales del año 54 que daban en la calle, y se han incorporado en el espacio interior. Y detrás del azulejo hay un mosaico de baldosas dedicado a la Virgen de Montserrat, patrona de los pasteleros.



Los comercios históricos, un símbolo de identidad
Para Fiel Sierra, los comercios históricos dan identidad a los municipios, en un momento en que las franquicias están uniformizando las ciudades. "Si todas las pastelerías fueran una franquicia, tanto sería ir a una como la otra, puesto que siempre encontrarías los mismos productos", defiende. Además, garantizan más diversidad en la oferta: "cada cual tiene sus productos, y su manera de hacer, si comes un cruasán aquí o en otro lugar no tendrá nada a ver".

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