La nueva vida del hospital de cartón después de 108 años

El edificio, único en Europa e ideado con carácter efímero, es un símbolo de la arquitectura prefabricada y se trasladó desde una fábrica alemana hasta el Pirineo de Lleida

El hospital de cartón de la Torre de Capdella, en el Pirineo de Lleida | Cedida El hospital de cartón de la Torre de Capdella, en el Pirineo de Lleida | Cedida

​Hoy en día, en tiempos de pandemia, se ha conseguido que los hospitales se levanten y construyan de forma rápida para atender las necesidades urgentes y las emergencias sanitarias. A pesar de que el hito puede parecer relevante e innovador, no lo es tanto. Hace 108 años, en la Torre de Capdella (Pallars Jussà), en el corazón del Pirineo de Lleida, la empresa Energia Elèctrica de Catalunya instaló un hospital de cartón, un tipo de instalación de campaña destinada a atender a los heridos en los accidentes que se produjeran durante las obras de construcción de la primera central hidroeléctrica de Catalunya. La instalación tenía que suministrar electricidad a Barcelona y trabajaban unas 4.000 personas. Más de un siglo después, el Ayuntamiento de la Torre de Capdella ha iniciado un proceso participativo para que sean los vecinos los que decidan el tipo de proyecto de reconstrucción de un edificio que se encuentra en mal estado de conservación.

Volviendo a la comparativa entre el pasado y el presente, ya hace más de 100 años que se utilizaban materiales constructivos como el cartón, que con la covid-19 se ha reimpulsado por su componente higiénico. El proceso participativo, único en la zona en relación a la conservación de un elemento patrimonial, tiene que permitir, en una primera fase, que los vecinos decidan el destino del hospital de cartón, para después concretar los usos. Proveniente de la fábrica de la empresa alemana Christoph&Unmack, el hospital se trasladó por piezas hasta la colonia industrial de Capdella, donde se construía la central hidroeléctrica. Uno de los misterios del hospital es saber cómo ha resistido más de un siglo en una zona fría como el Pirineo, teniendo en cuenta que estaba pensado como una construcción efímera.

Un patrimonio de la Vall Fosca

La directora del Museo Hidroeléctrico de Capdella, Eva Perisé, entidad que ha impulsado el proceso participativo, comenta que "la idea es restaurarlo con cartón, por eso se ha pedido asesoramiento y colaboración al Museu Molí Paper de Capellades, pero el uso que se tiene que hacer a posteriori lo tienen que decidir los vecinos, puesto que es un patrimonio de la Vall Fosca".

La arquitecta técnica e investigadora Sígrid Remacha, encargada de organizar el proceso participativo, recuerda que se trata de un edificio que corresponde a un modelo económico, de fácil colocación y durabilidad alta. Igual que si se tratara de un hospital moderno, una de sus alas se destinaba a la atención y la cura de los enfermos y la otra a las intervenciones pequeñas y a las cirugías. Una cocina y los servicios separaban las dos estructuras. Según los investigadores, el hecho de haber soportado más de un siglo a la intemperie en el Pirineo lo ha convertido en un icono de la arquitectura industrial prefabricada.

Remacha explica que para averiguar la singularidad del hospital de cartón, investigadores europeos y de universidades canadienses y argentinas están haciendo un trabajo de investigación para saber si se construyó algún otro edificio de estas características. Mientras los expertos analizan qué cartón es el más adecuado para reconstruir el equipamiento de la forma más fiel posible al original y los vecinos deciden los usos y el tipo de construcción, en la Vall Fosca pueden levantar la cabeza con orgullo y reivindicar que más de un siglo antes de que aparecieran los hospitales de campaña como el de Wuhan (China) o el Isabel Zendal de Madrid, ellos ya tenían uno en la Torre de Capdella. Y el suyo es de cartón.

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