El Sénia, la frontera que se hace visible en pandemia

Las relaciones sociales y comerciales, intensas entre el Montsià y el Baix Maestrat, se ven perjudicadas por el cierre perimetral, que afecta los comercios al por menor y les quita cerca de la mitad de la clientela

Vista aérea de la costa del Jardín de Sol de Río y el delta del río Sènia en Vinarós | iStock Vista aérea de la costa del Jardín de Sol de Río y el delta del río Sènia en Vinarós | iStock

El rio Sénia es la frontera administrativa que separa Catalunya y el País Valencià. Pero que no les hablan de separaciones al vecindario de sus tierras, de las comarcas del Baix Maestrat (perteneciente a la provincia de Castelló) y del Montsià (Tarragona): son muchos los puebles colindantes donde las relaciones sociales y comerciales son diarias y no entienden de líneas divisorias al mapa. Con la Covid-19, tanto el Govern como el valenciano decretaron el cierre perimetral como medida restrictiva para reducir los contagios y los puentes del Sénia se han roto (metafóricamente, claro). Esta frontera que allí dicen que es invisible, ahora, con la pandemia, se ha materializado.

Empezamos mirando las cifras globales, aunque no hay muchas. Un estudio reciente del IVIE -del 4 de noviembre de 2020-, a pesar de que está centrado en las relaciones entre el País Valencià y Madrid, ya nos muestra datos que reflejan el vivo intercambio económico que existe con la vecina Catalunya. Vemos que las ventas del País Valencià en Catalunya en 2016 eran de 9.214 millones de euros; es el segundo cliente (después de Madrid) y aglutina el 8,6%. Por otro lado, las empresas valencianas compraron este año a las catalanas (en este aspecto sigue siendo el segundo en importancia) por un valor de 18.588 millones de euros, que representa el 13,7% de las compras.

Si nos acercamos a las zonas limítrofes, desde la mancomunidad de la Mesa del Sénia -formada por 27 municipios de los cuales 15 son valencianos, 9 son catalanes y 3 son aragoneses- señalan que la industria "no ha tenido problemas" y se mantienen las relaciones comerciales porque la frontera se puede cruzar por motivos de trabajo; por este motivo, observan las empresas que sí que se han visto perjudicadas son las relacionadas con el sector turístico, hostaler y el comercio al por menor.

Un bar, un vivero, una tienda de muebles y una casa rural

Pisemos el terreno. Primera parada: el bar Tic Taco de la cala la Roca Plana, en Vinaròs, a menos de 3 kilómetros de Catalunya. Nos atiende la propietaria, Raquel Mendoza, quien no duda al señalar que el cierre "claro" que les ha afectado. Asegura que muchos clientes habituales son de Ulldecona, Alcanar o Las Casas de Alcanar y estima que cerca del 30% son catalanes y el 70%, valencianos. "En fines de semana, puentes y festivos, todavía recibimos a más catalanes", añade. Cuenta que Vinaròs, al tratarse de uno de los pueblos "más grandes de la comarca", muchos catalanes que trabajan aquí y viven allá y al revés. "A escala comercial, es la ciudad más cercana para muchos servicios para muchos pueblos de los alrededores, así que sí, se ven muy afectadas las economías", afirma.

Mendoza: “A escala comercial, Vinarós es la ciudad más cercana para muchos servicios para muchos pueblos de los alrededores, así que sí, se ven muy afectadas las economías”

Mendoza pide a los ayuntamientos que tengan más "iniciativa" a la hora de ayudar a la hostelería en la crisis y observa que en el caso de Vinaròs pueden hacer más: "Yo porque tengo una amplia zona de jardín y terraza... pero otros muchos no. Y aquí tenemos grandes espacios libres, de cara al mar, que se podrían habilitar porque la hostelería trabajo de cara al exterior. El clima siempre es muy bueno y en otras ocasiones, el pueblo organiza actividades en el exterior como la feria de la tapa, que están en la calle durante dos semanas. Por qué no se ha hecho lo mismo en estas circunstancias?".

 

Seguimos el recorrido por la frontera invisible -ahora visible, por algunos controles policiales- y llegamos a Vivers Queralt. El amo de la empresa, Isidro Queralt, suspira que "se nota el cierre perimetral": "Estamos en medio de pueblos que tienen una relación muy habitual, la frontera, o la franja que digo yo, es invisible. Ahora los del otro lado ya no pueden venir a comprar". Calcula que el 60% de los clientes son valencianos, y el 40%, catalanes, y habrán visto caer la facturación estos días alrededor de un 50%. Les afectó especialmente la venta de flores a particulares con motivo de Todos Sants. Por otro lado, también venden muchos árboles frutales, como naranjos. "El labrador que no ha podido venir, no ha venido; esperamos que venga después. En el confinamiento de marzo, sufrimos mucho, pero cuando se levantó, se alargó la campaña y fuimos recuperando. Esperamos que esta vez pase lo mismo", ruega.

Sauch: "Cómo estamos en el extremo de Tarragona, tenemos muchísima relación. Prácticamente no hay ninguna semana que no vamos, al menos dos veces, a Vinaròs"

Atravesamos la frontera y llegamos a Ulldecona. Entramos en una nave de muebles e interiorismo llamado Mobilandia. Dentro, la propietaria, Isabel Sauch, explica lo mismo: "Nosotros aquí tenemos suficiente clientela de la zona de Castelló, tanto de los pueblos del interior como de la provincia. Estos días, claro, no están viniendo. Lo hemos notado". Sostiene que tienen alrededor de un 60% de clientes de Catalunya y un 40% del País Valencià y estima que la facturación ha bajado un 30%. Las relaciones, tanto sociales como comerciales -si es que se puede desatar la una de la otra-, son frecuentes: "Cómo estamos en el extremo de Tarragona, tenemos muchísima relación, sobre todo con las poblaciones vecinas. Prácticamente no hay ninguna semana que no vamos, al menos dos veces, a Vinaròs. Allí hacemos compras, disfrutamos del ocio... todo".

Desde la pequeña población de El Castell -que pertenece en Ulldecona, y por lo tanto, a Catalnya- cruzamos un puente de piedra y, en sólo 100 metros, ya volvemos a estar en el País Valencià. Concretamente, entramos en Sant Rafel del Riu. Aquí conocemos la casa rural Al-Vir, regentada por Juan Francisco Fuentes, que también es el presidente de la cooperativa valenciana de alojamientos de interior Turistrat. Dice que han sufrido una cancelación el fin de semana de Todos los Santos, pero otros muchos clientes directamente no han llamado por motivos obvios, por el cierre perimetral. Estima que la mitad de los clientes son valencianos, y la otra mitad, catalanes, por lo que les ha "afectado mucho". "Estamos en el mismo ríe Sénia, que es la frontera virtual, así que igual vienen de aquí que de allá, atraídos sobre todo por los Puertos y por el Delta del Ebro", sostiene.

Fuentes pide a las autoridades que dejen de hablar tanto de "la España vaciada" y que la cuidan más. Dice que escribió una carta a Turismo de la Generalitat Valenciana para que se los tuviera en cuenta en las ayudas de los fondos europeos: "A ver si tienen un poco de miramiento para el turismo de interior y las casas rurales, que sea todo playa. Nosotros estamos colaborando mucho en mantener la vida en los pueblos rurales, y en cambio, no recibimos ninguna ayuda. Estamos muy abandonados". "Ahora bien, sí que nos hacen muchas recomendaciones y exigencias por la Covid que después no tienen los pisos turísticos ilegales que hay en los alrededores", suspira.

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