Cómo gestionar el cambio vital de un futbolista

Para adaptarse a una nueva compañía se necesitan alrededor de tres meses, posiblemente esta cifra se haya duplicado fruto de la dificultad de establecer contactos físicos

Carlos Soler, jugador del PSG | PSG Carlos Soler, jugador del PSG | PSG

Las generalizaciones siempre nos llevan a decir, en especial si somos aficionados a un club y éste nos importa emocionalmente, que un futbolista suele moverse por dinero y un agente es la herramienta para conseguirlo. Como si la mayoría de las personas no reaccionaran a una mejor oferta de trabajo, incluso partiendo desde una empresa familiar.

Al mismo tiempo, merced a la pandemia y al teletrabajo hemos vivido en carne propia la dificultad de los onboarding en los últimos dos años de nuestra vida. Si habitualmente, para adaptarse a una nueva compañía se necesitan alrededor de tres meses, posiblemente esta cifra se haya duplicado merced a la dificultad de establecer contactos físicos o empaparse de la cultura y la forma de trabajar diaria de cualquier firma.

Todo esto, trasladado al deporte profesional, genera una exigencia de rendimiento inmediata, independientemente de las circunstancias que rodeen un fichaje. No se perdona una adaptación acorde a los tiempos normales, pese al impacto interno que supone mudarse a una nueva ciudad, conocer personas con quienes apenas has coincidido antes, adaptarte a una nueva filosofía de juego o incluso aprender un idioma que no dominas.

No se perdona una adaptación acorde a los tiempos normales, pese al impacto interno que supone mudarse a una nueva ciudad

No suelen existir en las compañías no deportivas perfiles específicos que te ayuden en esa transición. Una suerte de Head of Welcome que te diga dónde sentarte, cómo usar el software, cuáles son las tareas prioritarias para comenzar a realizar o si los viernes se toman cervezas.

Sin embargo, en algunos casos (no en todos) los jugadores sí pueden despreocuparse de la mayoría de estos aspectos. Porque muchos representantes únicamente les acompañan en su presentación, sí. Pero otros se involucran en todo el proceso posterior.

El caso del agente Javier Cordón

Javier Cordón estudió INEFC en la Universitat de Lleida y posteriormente Ciencias Empresariales en Barcelona. Lleva más de diez años como agente de jugadores y técnicos como Roger Martí, Pedro Chirivella, Celso Borges, Luis Milla, Nacho Vidal, Viente Moreno o Carlos Soler. Lo que significa que les acompaña desde que eran adolescentes. Y ya en aquel momento, buscaba no solo orientarles a ellos y a sus familias en aquello que podría venir (y que ha llegado) sino tratar de cambiar la percepción de que su gremio solo sirve para aprovecharse del trabajo de otros y que además lo hace sin apenas ética.

Con el ya jugador del París Saint Germain le une una relación especial. Durante mucho tiempo convivió casi a diario con su familia (Carlos tenía 12 años, pero Javi ya lo había visto jugar con ocho), que no le contó que tenía un representante sino alguien que les asesoraba en su crecimiento futbolístico. Y esos lazos supusieron un plebiscito general a la hora de debatir la salida del club donde había querido jugar toda su vida.

En las dos últimas semanas de mercado, con el valenciano queriendo quedarse en la entidad para ayudar al menos hasta enero (donde ya era libre de negociar un nuevo contrato a seis meses de finalizar el suyo, pero con la intención de generar dinero para un club casi en bancarrota a través de las varias ofertas recibidas), Cordón tuvo que negociar con el equipo galo para solicitarles un esfuerzo extra que generara algo más de dinero a las arcas del Valencia. Negociar las condiciones del contrato en base a las peticiones de su cliente y sus allegados. Convencer al futbolista que la salida hoy será más fructífera para el equipo de su vida que en cuatro meses. Organizar el viaje. Pasar con Carlos sus primeros días en París. Ponerse a su disposición, por más que el PSG dispone de personas para ocuparse de ello (la figura del Player Manager and Family Care, inexistente en la mayoría de entidades), para ayudarle y asesorarle en la búsqueda de la que será su nueva casa. Asegurarse de que sus primeros días de entrenamiento transcurrían con normalidad. Y establecer un nuevo protocolo de comunicación toda vez que su cercanía geográfica había variado respecto a la de la última década.

¿Ha ganado dinero con la operación? Por supuesto. Porque en eso consiste su trabajo. Pero también, durante mucho tiempo, se ha posicionado a sí mismo como una persona confiable, con dotes de negociación y a quien los directores deportivos respetan. Lo que redunda en beneficio de las personas con las que trabaja. Todas ellas, por cierto, con un perfil muy marcado por una buena comunicación, un discurso que se sale de tópicos y un comportamiento intachable.

Como soñaba cuando, recién acabadas sus dos licenciaturas, pensaba que había otra forma de gestionar el talento.

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