Francesc Arrufat: "Tenemos que dejar que los jóvenes vivan emociones negativas"

El presidente del Clúster de Salud Mental de Catalunya, que este año celebra 10 años, hace un diagnóstico de nuestra sociedad y propone un tratamiento

 Francesc Arrufat, presidente del Clúster de Salut Mental de Catalunya | Mireia Comas Francesc Arrufat, presidente del Clúster de Salut Mental de Catalunya | Mireia Comas

Francesc Arrufat es médico especialista en psiquiatría, con una amplia formación en gestión sanitaria (ESADE, IESE). Fue director de Psiquiatría y Salud Mental del Consorci Hospitalari de Vic y, desde el 2017, es el director médico del Insitut Pere Mata. Preside el Clúster de Salut Mental de Catalunya, cargo que ejercerá hasta el 2025, habiendo cumplido los cuatro años máximos de presidencia. Arrufat nos recibe en el DFactory Barcelona, desde donde ha decidido celebrar los 10 años del Clúster que, por cierto, es el único clúster de salud mental certificado del mundo. Mientras nos sentamos, sacamos el papeleo que hay encima de la tabla, pero nos pide, con orgullo, dejar un cartel: el certificado Gold Label, el máximo reconocimiento de excelencia que concede la European Secretariat for Cluster Analysis (ESCA).

Como psiquiatra, y con la visión global que le otorga el clúster, ¿qué diagnóstico haría de la salud mental de nuestra sociedad?

Si ya desde hace años sabíamos que hay una problemática en la sociedad respecto a la salud mental y que una de cada cuatro personas sufriría, en algún momento de su vida, un trastorno de salud mental, desde la pandemia la situación ha empeorado. Se han agravado los casos de personas con enfermedades mentales y, además, ha aparecido un fenómeno nuevo: el bienestar emocional. Y, por consecuencia, el malestar emocional, que se tiene que separar de lo que es una enfermedad mental, aunque tampoco se puede despreciar porque afecta a la calidad de vida de las personas.

 Francesc Arrufat, presidente del Clúster de Salut Mental de <apertium-notrans>Cataluña</apertium-notrans> | Mireia Comas
Francesc Arrufat, presidente del Clúster de Salut Mental de Catalunya, junto al certificado Gold Label | Mireia Comas

¿Por qué ha incrementado este malestar? ¿Qué estamos haciendo mal?

El problema viene, principalmente, por nuestro modelo de sociedad. Ya en el 2008, en una conferencia que di en la Universitat de Vic, hablé de tres elementos que estaban incidiendo en la salud mental de la sociedad. Eran el I+D+I. Es decir, impaciencia, dependencia e inmigración.

¿Inmigración?

Sí. Yo vivía en Osona, una comarca que en aquel momento tenía un porcentaje muy elevado de inmigración, y para mí este era también un reto social porque podía afectar a la salud mental. Y es un elemento muy vigente hoy en día, especialmente por los procesos de aculturación. Los recién llegados pueden escoger diferentes caminos: integrarse, no integrarse (y mantener su cultura propia sin mantener contacto con la otra) o, por último, ser absorbidos. Estas dos últimas opciones generan un sufrimiento muy grande: implican rigidez o gran renuncia; y esto afecta a la salud mental.

Desgranemos el resto de la fórmula, la impaciencia y la dependencia.

Somos una sociedad impaciente. Queremos las cosas para ahora mismo. Y es difícil combatirlo con modelos que nos ofrecen continuamente inmediatez, como Telepizza o un cajero automático.

También somos una sociedad cada vez más dependiente de los servicios de los demás. Para domesticar al perro contratamos a un encantador de perros, cuando queremos ser más productivos contratamos a un coach… Estamos continuamente buscando que alguien nos conduzca o asesore. Y la dependencia tiene un factor importante en la salud mental.

"Estamos continuamente buscando que alguien nos conduzca o asesore"

Un ejemplo práctico.

Pongamos el caso de una persona que sufre un accidente de coche y se lleva un buen susto, pero sin que le haya provocado una fobia por estrés postraumático. Nuestros padres o abuelos, lo que habrían hecho es ir a la autoescuela y hacer una clase de repaso para recuperar la confianza. ¿Actualmente qué hacemos? Vamos al psicólogo porque asumimos que tenemos una fobia. La diferencia de esto, aparte de la medicalización y la psicologización de la población, es que en un modelo adoptas un rol activo y en el otro uno pasivo. Alguien te tiene que hacer las cosas.

¿Cómo ha afectado, a esta fotografía del 2008, la aparición de las redes sociales?

Las redes sociales han incrementado todavía más esta inmediatez y han aportado más presión, especialmente a los más jóvenes. Están expuestos a mucha información y tienen un cerebro todavía en desarrollo, muy emocional, que tiene menos capacidad de racionalizar y discernir.

También hay un efecto multiplicador peligroso: en mi época si en mi clase a un chico le hacían bulliyng, normalmente eran 3 o 4 chicos que agredían a uno. Actualmente, en las redes sociales no son 3 o 4 chicos: son 300, 500 o miles. También las redes sociales han provocado una idealización que suma todavía más presión: la gente muestra su mejor imagen, física y moral, que no se traduce a la realidad.

Francesc Arrugat, presidente del Clúster de Salut Mental de <apertium-notrans>Cataluña</apertium-notrans> | Mireia Comas
Francesc Arrugado, presidente del Clúster de Salud Mental de | Catalunya Mireia Comas

Ante este diagnóstico, ¿qué tratamiento podríamos recetar?

Lo que se está empezando a hacer, desde el punto de vista de los que planificamos, es trabajar en el bienestar emocional desde la prevención. En el momento en el que hay la patología, ya has llegado un poco tarde. La puedes tratar, sí, pero si puedes evitar que aparezca el diagnóstico, mejor.

Y esta prevención, pero, se tiene que hacer bien, justamente para no generar patologías donde no había. Por ejemplo, si tú quieres hacer prevención sobre trastornos alimentarios, no puedes llevar a un psicólogo a una escuela a hablar de las enfermedades y los síntomas. Al contrario, se tiene que hacer en positivo: hablar de una alimentación saludable, trabajar la autoestima…

¿Otro tratamiento?

También hay otro campo que se está empezando a tratar: el uso de los móviles y las pantallas en los más pequeños, una medida encaminada a proteger que, a la vez, tiene que procurar preservar la libertad.

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La prevención desde la salud mental positiva lo que busca es trabajar la resiliencia, especialmente en los jóvenes, que cada vez son menos resilientes.

"El error es pensar que podemos evitar que sufran, porque el sufrimiento es inherente al ser humano"

¿Los hemos protegido demasiado?

No es tan fácil de responder. Quizás ellos ahora tienen que asumir una presión que nosotros no teníamos.

Lo que sí que nos encontramos es que no saben gestionar las emociones negativas. Y les tenemos que dar herramientas para gestionarlas.

¿Cómo se enseña esto?

Hoy en día, para protegerlos del sufrimiento, se busca que no lloren, que no se desesperen, que no tengan miedo. Pero les tenemos que dejar vivir las emociones negativas. Les tenemos que dar herramientas para gestionarlas. Nunca evitarlas.

El error es pensar que podemos evitar que sufran porque el sufrimiento es inherente al ser humano.

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Este quizás sería un tratamiento más encaminado a los niños y gente joven, pero los adultos y gente mayor, ¿qué hacemos? ¿Vamos tarde?

Para el resto de la sociedad hay otro gran reto a tratar importante: la soledad de la gente mayor. Tenemos que promover que las generaciones interaccionen entre ellas. Que jóvenes y abuelos se ayuden entre ellos.

También tenemos que velar por el envejecimiento saludable; conseguir que la gente mayor tenga más autonomía y también redes de apoyo. Es otro reto, porque cada vez la población será más grande.

"Tenemos que velar por el envejecimiento saludable; conseguir que la gente mayor tenga más autonomía y también redes de apoyo"

Hace unos años, en la carrera de Periodismo se decía que era mejor no hablar de suicidios para no alentar a nadie a hacerlo. Esto últimamente ha cambiado. En linea con la prevención en positivo, ¿qué protocolos tendríamos que seguir?

Cuando estaba en Osona hice un plan contra el suicidio en toda la comarca y trabajamos diferentes agentes para combatirlo. Para la prevención del suicidio hay dos líneas: aquellas personas que tienen un problema de salud mental, que sean atendidas en el menor tiempo posible, y -el reto más difícil- detectar aquellas personas que tienen problemas pero no están dentro del sistema. El 50-70% de personas que se suicidan no estaban diagnosticadas y no estaban en ningún tipo de tratamiento ni red de atención primaria o salud mental. Habían pasado desapercibidas. ¿Cómo luchas contra algo que no tienes detectado?

Aquí entra la importancia de los gate keepers: personas que están en contacto con colectivos vulnerables. Se les tiene que formar para que puedan detectar estos posibles casos. Los gate keepers son, normalmente, gente que está en contacto con colectivos jóvenes, con gente mayor o, incluso, el personal de atención primaria. Hay estudios que demuestran que muchos de los abuelos que se suicidan el mes anterior habían ido al médico de atención primaria por alguna molestia física, que de alguna manera era una somatitzación de un cuadro depresivo.

Esto lo hicisteis en Osona.

Si, en Osona lo hicimos sin fondos, pero paralelamente em otros municipios como Sabadell se estaba siguiendo un modelo parecido, dentro de un programa estructurado que formaba parte de la Alianza Europea contra la depresión. Y la Alianza Europea lo que dice es que no nos tenemos que enfocar tanto en hablar de prevenir el suicidio, sino en detectar la depresión. El 90% de las personas que se suicidan tenían un cuadro de depresión.

 Francesc Arrufat, president del Clúster de Salut Mental de <apertium-notrans>Cataluña</apertium-notrans> | Mireia Comas
Francesc Arrufat, presidente del Clúster de Salud Mental de | Catalunya Mireia Comas

¿Cómo funciona el Clúster?

El Clúster de Salud Mental es una organización que trabaja para generar un ecosistema alrededor del sector de la salud mental. Actualmente, tenemos 96 socios y contamos con agentes de la cuádruplo hélice. Es decir, tenemos a representantes de Administraciones, también centros de investigación y universidades, proveedores de salud mental y sociales y, por último, tenemos al tercer sector, familias y usuarios.

Todos juntos, por ejemplo, participamos en un laboratorio de creación, el Living Lab, desde donde analizamos un problema, hacemos una reflexión sobre la situación de la cuestión y concluimos un decálogo, una hoja de ruta. Hemos hecho un Living Lab sobre el autismo, uno sobre envejecimiento y otro sobre deterioro cognitivo en personas con enfermedades mentales. Y a partir de estos encuentros, se pueden poner en marcha procesos de cocreación, buscar nuevas estrategias, tratamientos…

También tenéis el Mind Excellence.

Sí, una plataforma de formación para profesionales. Tiene dos líneas, una sobre el bienestar emocional (con formaciones sobre la salud mental a las empresas o la prevención de riesgos laborales) y otra para profesionales de la salud mental.

¿Qué implicación real hay de la administración en el Clúster?

Con la administración, por ejemplo, estamos trabajando con el Plan director de salud mental y adicciones. Por ejemplo, hemos hecho conjuntamente una formación de la psicosis incipiente.

Justo ahora también acabamos de entrar en el Pacto Nacional de Salud Mental, con el cual algunos proyectos se canalizarán a través del clúster.

"Si una cosa tienen en común los problemas de salud mental, el envejecimiento o los problemas de neurociencia es que pueden afectar a la autonomía de las personas"

¿Cómo valoras este pacto?

Necesario y ambicioso. Y, por lo tanto, tenemos que ver cómo se desarrolla, porque reúne a mucha gente. Pero se está haciendo muy buen trabajo y la hoja de ruta es buena. Está bien que la salud mental entre en todas las políticas: en la educación, en justicia, en derechos sociales…

¿Cómo celebráis los 10 años del Clúster?

Primero haremos un recorrido por los 10 años del clúster. Se tiene que aprender del pasado para ganar en futuro. Y después presentaremos un cambio de imagen y una nueva estrategia: queremos orientarnos en trabajar y potenciar la autonomía de las personas. Si una cosa tienen en común los problemas de salud mental, el envejecimiento o los problemas de neurociencia es que pueden afectar a la autonomía de las personas.

No tenemos que enfocarnos tanto en la dependencia, sino potenciar la autonomía. Y esto se puede trabajar pensando en modelos sociales y también a través de desarrollo tecnológico.

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