Las gafas del sol: un mundo de color sepia

Las gafas de sol pueden ser un símbolo de estatus social, pero para mí siempre han sido un símbolo de salida de la rutina

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Gafas de chula era una expresión que utilizaba cuando, de pequeña, me ponía las gafas de alguien de los mayores y corría por toda la casa haciendo el burro. Era una manera de sentirme adulta, porque los pequeños llevábamos sombreros y gorras mientras los adultos tenían, cada uno, sus gafas tintadas. Cuando me hice mayor descubrí que protegerse los ojos era, de hecho, una manera inteligente de ir por el mundo y que, más allá de la buena apariencia que te dan las gafas, también te permiten ver la realidad de otra perspectiva. Fue entonces cuando crecí un poco y empecé a tener mis gafas de sol, que empecé a almacenar recuerdos de color sepia. Y como en verano, especialmente durante las vacaciones, siempre llevamos las gafas de sol puestas, los recuerdos de la infancia o de mi temprana juventud los tengo bajo una pátina de ese color.

Hay personas que llevan las gafas de sol todo el año, y otras que nos las dejamos en todas partes y ya no nos compramos porque sabemos que las perdemos. Las gafas de sol pueden ser un símbolo de estatus social, pero para mí siempre han sido un símbolo de salida de la rutina, porque nadie lleva gafas de sol en la oficina, en las conferencias o mientras teletrabaja por casa. Un símbolo de lo que te pones cuando quieres hacer algo fuera de la normalidad. Por eso, el filtro de color sepia de las gafas de sol también puede ser un filtro de realidad, una pátina de color que nos transporta a ver las cosas de otra forma ya otro ritmo. Las playas doradas, las olas del mar y esa sal reseca que queda incrustada en las gafas cada vez que vamos a la playa, o la sensación de sudor en la frente cada vez que vamos a la montaña son propias de la vivencia del verano bajo las lentes.

Las gafas de sol pueden ser un símbolo de estatus social, pero para mí siempre han sido un símbolo de salida de la rutina, porque nadie lleva gafas de sol en la oficina, en las conferencias o mientras teletrabaja por casa

En las últimas décadas ha surgido el concepto de "ver el mundo desde unas lentes" y un color que relaciona con un movimiento social. Lentes rojas, lentes lilas o lentes verdes han sido formas de explicar que la realidad puede ser percibida e interpretada desde una determinada óptica. Las lentes de color sepia son, por esta norma, la forma de ver el mundo desde el descanso: las imágenes lentas, la desconexión de la rutina o la calma de no tener nada que hacer en todo el día que no son propias de otros momentos de la rutina. Si durante el año veríamos las calles ajetreadas, un tráfico infernal o pensaríamos en todos los recados que debemos hacer para mantener la vida. Ante la urgencia de todo el año de ver la realidad según diferentes ópticas, durante las vacaciones deberíamos poder ponernos otras gafas, materializadas en las de sol, para ver la realidad a cámara lenta, de forma pausada y fuera de las angustias cotidianas.

Por eso, a pesar de mi torpez, procuro llevar gafas de sol cuando viajo, descanso o llevo a cabo alguna actividad fuera de la rutina. La pátina de las gafas de sol no sólo te permite almacenar recuerdos estéticos, sino también entrar en el marco mental de que, efectivamente, estamos de vacaciones y necesitamos descansar. Y tal vez, así, podamos evitar mirando el correo en las horas de descanso, terminar cosas que "no cuestan nada" y "son un momento" y entrar completamente y profundamente en el objetivo de las vacaciones: el dolce far niente.

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