Leer sobre empresa: El gran engaño

Para cambiar el rol de la consultoría se tiene que modificar completamente nuestra idea de lo que es la economía

Da igual como sean de complejas las máquinas y cuántas inteligencias diferentes puedan desarrollar, el caso es que no tienen moral | iStock
Da igual como sean de complejas las máquinas y cuántas inteligencias diferentes puedan desarrollar, el caso es que no tienen moral | iStock
Ariadna Romans
Politóloga y filósofa
17 de Agosto de 2024

En abril de 2022 fuimos a Nueva York con dos amigos. Fue el primer gran viaje que hacía en mucho tiempo, y también el primero desde una etapa personal muy complicada. Supongo que por eso, sumado a la gran narrativa de la ciudad, lo vivimos como un sueño. Un sueño en el que tuvimos un poco de todo: museos, conciertos, teatros, restaurantes y otros lujos que hacía mucho que no disfrutaba. Dábamos paseos por los parques, bailábamos de noche y encontramos y reencontramos amigos muy interesantes. En una de las últimas noches, uno de ellos, con el que ya habíamos salido algunas veces, nos preguntó cuáles eran nuestros planes para el sábado, antes de marcharnos. Le dije que probablemente iríamos a dar una vuelta, a alguna librería que nos había quedado pendiente o a comer algo antes de irnos.

 

— Qué lástima, porque pensé que querrías venir conmigo a Columbia a ver a la Mazzucato...

Me hundí por dentro. Llevaba meses siguiendo a Mariana Mazzucato en temas de política, intentando incluirla en cada informe que hacía en el trabajo y, sobre todo, pensando que era una de esas personas en el ámbito académico que aún quieren cambiar las cosas. Me invadió una sensación extraña, miré a los dos amigos con los que viajaba y me sonrieron:

— Ari, ni siquiera sabemos quién es, pero por la cara que has puesto, parece que te hará mucha ilusión.

Llegó el sábado y fuimos al campus central de Columbia University. No hace falta decir que llegué una hora antes y comencé a recorrer el campus: la capilla, la entrada de la librería, la cantina, la librería y la tienda de recuerdos. Como si fuera una estudiante preuniversitaria, me enamoré del lugar y, al cabo de un rato, me encontré con mi amigo y fuimos a la Constellations Conference. Al entrar, la vimos, serena, hablando con su interlocutor. Y cuando llegó el momento del descanso, mi amigo me tomó por el hombro y me dijo: “¿Quieres venir a saludarla?” Yo estaba nerviosa, pero mi amigo estaba muy confiado. Nos acercamos y él se presentó, explicándole que tenían trabajo en común y que sus grupos estaban colaborando. Yo, como si fuera una fan enamorada, no dejaba de mirarla.

And you are...? - me dijo, notando que había alguien en la conversación a quien no se estaba dirigiendo. Nerviosa, sin saber qué decir que pudiera ser interesante para ella, solté:
A huge fan!

 

Y me quedé en silencio el resto del tiempo, sin siquiera recordar lo que me dijo ella. Qué vergüenza, podría haber dicho cualquier cosa y dije una tontería monumental. El caso es que, después de ese breve pero intenso encuentro, ahora siempre surge esa huge fan cada vez que ella publica un libro o hace un artículo en algún medio nacional. La miro y pienso qué suerte tengo de que sea famosa y que probablemente no recuerde a esa chica avergonzada que le dijo tres palabras con los nervios y la vergüenza más grandes del mundo.

El último libro de Mazzucato se llama 'El gran engaño' y habla de la estafa que es el mundo de las grandes consultoras; no hace una crítica del trabajo del consultor o la consultora sino de estas grandes corporaciones transatlánticas, opacas y de poca transparencia

Su último libro se llama El gran engaño (The Big Con) y habla de la estafa que representa el mundo de las grandes consultoras. Y es importante decir "grandes" porque Mazzucato y Rosie Collington, como coautoras, no hacen una crítica al trabajo del consultor o la consultora (que, por otra parte, ejerzo como modo de vida junto con escribir e investigar), sino a estas grandes corporaciones transatlánticas, opacas y poco transparentes, que asesoran e influyen en las empresas y gobiernos más grandes del mundo. Deloitte, KPMG, PwC y Ernst & Young (EY), las cuatro conocidas como big four, son, según las autoras, agentes que generan una dependencia de nuestras economías que se convierte, a largo plazo, en un freno a la innovación, una difusión de la responsabilidad empresarial y una obstaculización de la misión colectiva de prevenir el colapso climático.

Entre algunas de las principales objeciones que expone Mazzucato, encontramos una revelación de algunas de las grandes dinámicas y efectos nocivos de esta gran industria. Nada, sin embargo, que no sepamos ya a partir del testimonio de aquel amigo que trabajó allí una temporada o de aquella compañera que tenía una hermana que acabó con un burnout que la obligó a no trabajar durante un año. O de aquella amistad que nunca vemos porque siempre tiene una reunión de última hora, un informe que terminar o una presentación muy importante en la que está en juego su trabajo. Pero si al menos el trabajo que hacen estas grandes empresas con representación en todo el mundo fuera para el bien común, aún podríamos resolverlo. Sin embargo, ese no suele ser el caso, ya que el principal consejo que dan a sus clientes es reducir el riesgo y los costes y aumentar el beneficio cueste lo que cueste.

En lugar de centrarse en el bien común, estas empresas se centran en aquello que se puede resolver a partir de la cuantificación

Este pensamiento, que además debilita a las empresas, no permite la capacidad crítica ni el cambio de mentalidad en la mayoría de ellas, reduciendo sus problemas complejos a problemas fáciles de resolver mediante la sistematización de casos particulares como modelos tipo. En lugar de centrarse en el bien común, se concentran en lo que se puede medir. Así, debilitan a las empresas en su capacidad de estrategia propia e infantilizan a los gobiernos, lo que acaba en una perversión de lo que es y debe ser la economía.

El libro no revela ninguna verdad desconocida, pero sí plantea preguntas interesantes sobre el sector de la consultoría, enfocándose en la tarea de acompañar a las empresas y sectores públicos en la realización de sus procesos estratégicos y en buscar formas de innovar sus dinámicas internas. Para cambiar el rol de la consultoría se debe modificar completamente nuestra idea de lo que es la economía, y viendo los fracasos que ha traído el capitalismo duro y la imposibilidad actual de cambiar el sistema, necesitamos adoptar nuevas dinámicas, marcos mentales y formas de trabajo que nos permitan evitar este gran engaño.