"Señorita", "niña", "¿traes los cafés?", "guapa", "preciosa", "eres histérica", "estás exagerando", "¿que tienes la regla? Estás alterada", "no te lo tomes así", "a las mujeres siempre dos besos y a los hombres la mano", "sonríe que estás muy sería", "y tú, ¿ya tienes novio?", "ya pago yo la cuenta que soy el hombre", “espera, que te abro la puerta” o “déjalo, que esto es de hombres”. Estos micromachismos son reales y conforman la cotidianidad del entorno laboral de las mujeres en Catalunya. Ejemplos de discriminación débiles y a menudo imperceptibles, pero que fomentan la desigualdad entre hombres y mujeres. Se ven todos los días y suceden incluso en los ambientes más progresistas. Nadie escapa.
Un recorrido por la historia
"Históricamente, el movimiento feminista ha tenido una evolución positiva" apunta Immaculada Amat, presidenta de Amat Inmobiliaria y vinculada a Femcat. Para la empresaria "en los años 70 es cuando hubo una explosión de feminismo entre gran parte de las mujeres intelectuales que empezaron a estudiar en las universidades y muchas de ellas formaban parte de los sindicatos". "Era muy reivindicativo visibilizar la figura de la mujer en el mundo laboral, como por ejemplo que tuviera independencia económica a fin de que tuviera capacidad de decidir en cada momento", continúa Amat.
“Quizás las nuevas generaciones no lo saben, pero muchas de las mujeres cuando se casaban debían dejar de trabajar y perdían la independencia económica o, incluso, muchas de ellas para poder abrir una cuenta en el banco debían llevar la autorización del marido”, continúa Amat.
Amat (Amat Immobiliària): "Muchas de las mujeres, cuando se casaban, debían dejar de trabajar y perdían la independencia económica"
Sin embargo, uno de los grandes triunfos del feminismo es que se haya hecho más transversal y haya llegado a la mayoría de las capas de la población, desde las clases más acomodadas a todos los hogares. "Se ha conseguido las pastillas anticonceptivas, el derecho al aborto y la lucha por una igualdad salarial", destaca la empresaria. "Hace décadas la mayoría de hombres no tenían sensibilidad ni perspectiva femenina y muchos de sus comentarios eran despectivos y enfocados al físico de las compañeras".
"Por suerte, ha habido un cambio espectacular en el entorno laboral y, después de 50 años en el sector, sí que puedo afirmar el cambio, aunque nunca es una línea ascendente en el feminismo, pero hay momentos de todo", concluye Amat.
Trabajar en un entorno masculinizado
¿Cómo es trabajar en un entorno sin referentes femeninos? En estos momentos existen ámbitos como la comunicación, el marketing o los recursos humanos de las empresas con una elevada presencia femenina, incluso con cuotas del 80%. Otros ejemplos comunes son las profesiones relacionadas con el cuidado de las personas, la atención directa de la gente, el comercio o la educación infantil. Según apunta en varias conferencias Anna N. Schlegel, “donde se diseña el producto, se codifica y utiliza la inteligencia artificial cuenta con un 85% de los hombres". Y lo cierto es que, según Schlegel, "son cifras que hacen pensar".
Schlegel: "Las mujeres debemos levantar la mano en las reuniones"
La líder tiene una petición para los hombres: "Os pido que invitéis a mujeres a reuniones, que detallen cómo se llevarán a cabo, dar proyectos para liderar y formar parte del día a día", apunta la olotina. "Y a las mujeres, sobre todo, levante la mano", continúa. "Eh, ¿puedo venir al viaje a Japón?", "Eh, quiero estar en la reunión de trabajo de Múnich", relata Schlegel. Es lo que conocemos como intencionalidad. Y funciona.
Las claves del liderazgo femenino según Schlegel: estudiar, cambiar de empresa, participar en reuniones con hombres, ver cómo funcionan, cómo negocian y de qué hablan. Hay que estar. Y una cifra curiosa: que la mujer se integre plenamente en el mundo laboral permitiría incrementar la riqueza un 18% en el mundo.
"Mama, yo de grande quiero ser CEO de una compañía"
Ante la pregunta “Y tú, ¿qué quieres ser de mayor?”, son muy pocas las chicas y adolescentes que contestan que sueñan con dirigir un hospital, tener un puesto de responsabilidad en un banco, ser la presidenta de una gran compañía o crear su propia empresa emergente. Porque no hay profesiones de chicos y chicas. La carrera profesional sólo debería importar la valía de cada persona. Aspirar a llegar a lo más alto en la vida laboral no debería implicar renunciar a nada.
"Solo el 1,1% de las mujeres que trabajan en el Estado se dedican a la tecnología y es una cifra insuficiente, ya que necesitamos tecnología más inclusiva. Las mujeres somos las que tenemos trabajos más inestables, las que pedimos jornadas reducidas, en un sistema donde las empresas y los planes de igualdad brillan por su ineficiencia", destaca Anaïs Pérez, directora de comunicación de Google España y Portugal.
Artigas (secretaria de Estado de digitalización e inteligencia artificial): "Las mujeres hemos pasado de la visibilidad, a ocupar lugares y ahora ya estamos en la mesa. Y hablamos. Y nos empiezan a escuchar"
“Los conceptos de ambición y autoridad parecen ser positivos para los hombres y, en cambio, negativos para las mujeres”, señala Carme Artigas, secretaria de Estado de digitalización e inteligencia artificial. Artigas explica que “las mujeres hemos pasado de la visibilidad, a ocupar sitios y ahora ya estamos en la mesa. Y hablamos. Y empiezan a escucharnos. Pero nos falta la sensación de pertenecer. Y el empoderamiento de sentir que podemos cambiarlo todo”.
¿Cuáles son los grandes deberes pendientes?
"Desgraciadamente, no se puede hablar de igualdad efectiva en ningún país", apunta Consuelo Chacartegui, vicedecana del Grado en Relaciones Laborales de la Universidad Pompeu Fabra en VIA Empresa. "Sin embargo, los países nórdicos son los que tienen un mejor balance de igualdad entre hombres y mujeres, básicamente en el aspecto salarial y en la corresponsabilidad", continúa la catedrática.
La gran asignatura pendiente, según todas las fuentes consultadas, son los planes de igualdad en las empresas. De hecho, las normativas encaminadas a conseguir la igualdad en la empresa han tenido importantes avances marcados por los plazos establecidos de obligado cumplimiento. Aunque el plan de igualdad ya existía obligatoriamente para empresas de más de 250 trabajadores, en 2021 se implementó la obligatoriedad de su establecimiento y registro en las empresas públicas y privadas de más de 150 trabajadores. Por último, en marzo del 2022, llegó el turno para el último tramo que quedaba por adaptarse a la normativa, es decir, las empresas con más de 50 trabajadores. En estos momentos más de 6.750 empresas catalanas deben presentar su plan.
Consuelo Chacartegui (UPF): "Desgraciadamente, no se puede hablar de igualdad efectiva en ningún país"
Mentxu Gutiérrez, secretaria de Mujeres y Políticas de Igualdad de CCOO Catalunya, crítica que hay "pocos recursos para afrontar los planes de igualdad". Y lo ejemplifica de la siguiente forma: "Hay compañías que nos buscan para cumplir con su obligación, pero que no tienen nada de interés a negociar medidas que realmente transformen la empresa y erradiquen la brecha salarial".
En estos planes las empresas deben realizar un diagnóstico de la situación laboral de hombres y mujeres en el centro de trabajo partiendo de un mínimo de nueve puntos: proceso de selección y contratación, clasificación profesional, formación, promoción profesional, condiciones de trabajo – incluyendo la auditoría salarial–, conciliación, infrarrepresentación femenina, retribuciones y prevención del acoso sexual.
Gutiérrez (CCOO Catalunya): "Ejecutar el plan de igualdad es una herramienta imprescindible para abordar la situación de desventaja laboral que vive el conjunto de las mujeres y que confluye en la brecha salarial"
Desde CCOO explican que ejecutar el plan es una herramienta "imprescindible" para abordar la situación de desventaja laboral que vive el conjunto de las mujeres y que confluye en la brecha salarial. Estas discriminaciones, sean flagrantes o sutiles, hacen que, en promedio y según datos objetivos, las mujeres cobren menos y lleguen a la edad de jubilación con una pensión más mala que la de los hombres. Unas reivindicaciones que, combinadas con los micromachismos del día a día, no permiten avanzar tanto como gran parte de la sociedad quisiera.
Y, por último, los deberes para padres, tíos, primos y gente que tenga chicas en el entorno. Para Schlegel "tenemos que permitir que las niñas puedan explicarse, hablar y saber lo que piensan. Hay que sentirse importantes desde las primeras etapas de la vida". Y, reforzar la "sororidad". Y contar con las amistades entre mujeres como gran fuerza revolucionaria en el ámbito profesional y personal.