¿Catalunya está transformando su modelo productivo?

Aquellos países con mayor ratio de inversión productiva por trabajador son también los que tienen productividades más elevadas y, en consecuencia, mayores niveles de bienestar

La terraza de un restaurante en la Plaza de la Independencia de Girona | ACN La terraza de un restaurante en la Plaza de la Independencia de Girona | ACN

Cuando hablamos de transformar el modelo productivo de Catalunya, el objetivo intrínseco que hay detrás es acercarnos al nivel de bienestar económico que tienen los países del centro y norte de Europa. El nivel de bienestar lo medimos a través del indicador de PIB per cápita. ¿Qué hace que países como Austria, Dinamarca, Países Bajos o Alemania tengan un mayor PIB per cápita que nosotros? Fundamentalmente que sus economías tienen un nivel de productividad más alto. La relación entre el PIB per cápita de Catalunya y el del núcleo europeo (UE-5) es hoy similar al que había en el año 2000. Es decir, no hemos convergido en bienestar económico con los principales países de Europa en las últimas dos décadas. Y, de la misma manera, el nivel de productividad (PIB por hora trabajada) es un 27% inferior y la brecha se ha reducido muy poco en los últimos años.

La productividad de un país puede aumentar de dos maneras. Ya sea porque aumenta el peso de los sectores que son más productivos en el total de la economía, o bien porque aumenta la productividad en cada uno de los sectores económicos. En Catalunya, en los últimos cuatro años los sectores más productivos han ganado peso en el total del PIB y del empleo. ¿Cuáles son estos sectores de más valor agregado? Básicamente tres: la industria, el sector TIC y parte del sector de actividades profesionales y técnicas (dejamos de lado el sector financiero y el inmobiliario). La industria es el más importante de los tres, ya que representa el 18,6% del PIB catalán en 2023, no muy diferente del 19,5% que representaba en 2019, según el Idescat.

De hecho, hace más de una década que la industria mantiene un peso en la economía catalana bastante estable alrededor del 19-20%. En cambio, el sector de servicios tecnológicos es el que más ha crecido últimamente (un 35% a precios constantes entre 2019 y 2023), hasta alcanzar un peso en el PIB del 4,4% (aún reducido). Finalmente, el sector de actividades profesionales, científicas y técnicas, el segundo que más ha crecido en relación con la prepandemia, representa el 11% del PIB. Por lo tanto, estas tres actividades suman en conjunto el 34% de la economía catalana, pero su contribución al crecimiento real del PIB entre 2019 y 2023 ha sido muy importante (la suma de los sectores TIC y actividades profesionales explican 3,0 puntos de los 3,2 puntos de crecimiento acumulado en los últimos cuatro años).

Més info: Urge la reforma de la administración pública

Sin duda, es una gran noticia. Pero, ¿qué pasa con el restante 66% de la economía? También deberíamos ser capaces de mejorar la productividad en la construcción, el transporte, comercio, hostelería, salud, educación y la administración pública, aprovechando las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías. Varios estudios han demostrado que incluso si tuviéramos la misma estructura sectorial que Europa, la brecha de productividad solo se reduciría en una pequeña parte, porque en todos los sectores económicos nuestra productividad es más baja. El objetivo, por lo tanto, debe ser hacer crecer la productividad en todos los sectores económicos, tanto industriales como de servicios. ¿Cómo hacerlo? Aumentando la inversión por trabajador, que es la variable que más determina el nivel de productividad de un país. Aquellos países con mayor ratio de inversión productiva por trabajador (no se incluye la residencial) son también los que tienen productividades más elevadas y, en consecuencia, mayores niveles de bienestar.

Deberíamos ser capaces de mejorar la productividad en la construcción, el transporte, comercio, hostelería, salud, educación y la administración pública, aprovechando las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías

La inversión productiva (en tangibles: maquinaria; o intangibles: patentes, tecnología, marca...) por ocupado ha crecido menos en Catalunya que en los países europeos entre 2000 y 2019, a pesar de partir de un nivel inferior. De hecho, la inversión productiva ha caído un 3,3% en 2023, siendo la única variable macroeconómica que aún no ha logrado recuperar el nivel previo a la pandemia.

¿Qué está frenando la inversión?

Hay diferentes motivos, algunos estructurales y otros coyunturales. Entre los estructurales, destaco tres. Primero, los obstáculos que impone el sector público a la actividad económica, ya sea en forma de sobrerregulación, burocratización, retrasos en los permisos, inseguridad jurídica o inestabilidad política. Segundo, la falta de inversión empresarial en innovación, ya sea por falta de apoyo público, porque no encuentra incentivos, dado que dispone de mano de obra abundante y barata, o porque el sistema de transferencia tecnológica entre universidades y empresas no está funcionando como debería. Tercero, la dificultad para encontrar talento. La falta de ajuste entre la oferta y la demanda laboral, junto con la fuga de talento y las condiciones salariales, hacen que este sea uno de los obstáculos principales que encuentran las empresas a la hora de invertir.

Todas las expectativas que se habían depositado en la gran oportunidad que nos ofrecían los fondos Next Generation no se están materializando

En el ámbito coyuntural, los elevados costes de financiación debido al aumento de los tipos de interés y la expectativa de los fondos Next Generation, podrían también haber pospuesto decisiones de inversión hacia más adelante. Lo que está claro es que todas las expectativas que se habían puesto en la gran oportunidad que nos ofrecían los fondos Next Generation -160.000 millones de euros disponibles para invertir en la gran transformación del modelo productivo- no se están haciendo realidad. Pero aún quedan dos años y medio para aprovecharlo. No es tarde si tenemos claras cuáles son las tres grandes prioridades de país para transformar nuestra economía: talento, innovación y reforma de la administración.

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