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¿Qué será el Catalunya Media City? Innovación en un entorno vintage

Un edificio emblemático, en desuso, dentro del área metropolitana y justo frente al mar. ¿Qué más se podía pedir?

Las tres chimeneas de Sant Adrià del Besòs | iStock
Las tres chimeneas de Sant Adrià del Besòs | iStock
Barcelona
23 de Septiembre de 2022

Los burócratas se te agarran a los tobillos como setos y hacen todo lo posible para que no puedas seguir avanzando. Su trabajo de desgaste contra cualquier buena idea nunca se detiene y, desde su sillita otorgada por razones políticas o por haber superado un examen hace un montón de años, frenan todo impulso de cambio. El riesgo, la inteligencia y el emprendimiento son, desde su punto de vista, enemigos a batir y no sabe muy bien por qué. Sin embargo, de vez en cuando algunas buenas ideas logran superar la barricada de funcionarios y cargos políticos, llegando a transformarse en proyectos palpables que benefician al conjunto del país. Y también hay casos -quizás los menos- en los que la iniciativa privada y la administración pública andan de la mano y pese a algunas ineficiencias y desavenencias en el trayecto, acaban generando frutos interesantes para la sociedad. Éste último es el caso del Catalunya Media City, una infraestructura que se está gestando en el área metropolitana de Barcelona y que posiblemente antes del 2030 ya estará a pleno rendimiento.

 

Lo primero que llama la atención de esta instalación del mundo audiovisual es su ubicación, que será en las tres chimeneas de Sant Adrià del Besòs (no confundir con la instalación homónima del Paral·lel), justo al límite municipal que hace frontera con Badalona. Esta antigua central térmica ha pasado de ser rechazada enérgicamente por los vecinos -durante su construcción hubo una fuerte oposición vecinal- a ser indultada por los propios ciudadanos de dos generaciones después. El propósito inicial de su propietario, Endesa, era derribarla una vez había terminado su ciclo productivo, pero un Sant Adrià carente de referentes arquitectónicos positivos -lo más conocido históricamente eran los bloques del barrio de la Mina- apostó por mantener las tres torres derechas y darles algún uso cívico.

Un edificio emblemático, en desuso, dentro del área metropolitana y justo frente al mar. ¿Qué más se podía pedir?

La historia empezó en 1970, cuando Fecsa (hoy en día absorbida por Endesa) decidió que, para hacer frente a la creciente demanda eléctrica producto de los notables incrementos de población del área de Barcelona, ​​era necesaria una nueva fuente de producción de electricidad. El resultado fue la central térmica de las tres chimeneas, levantada frente a la propia playa. El proyecto, encargado al arquitecto Juan Ignacio Coscolluela Muntaner fue terminado en 1976. En medio, protestas de los trabajadores por las condiciones laborales que acabaron con la muerte de uno de ellos, Manuel Fernández, asesinado por la policía franquista. Durante los primeros años de funcionamiento de la central, la producción de electricidad se basaba en la combustión de gasóleo, pero progresivamente se fue incorporando el gas natural, una fuente energética menos contaminante. El cierre definitivo de la central se produjo en el 2011 y el destino de la instalación era ser derribado, pero una mayoría de vecinos optó en referéndum por mantener las torres de pie y dedicarlas a actividades sociales.

 

Cuando Catalunya Media City buscaba una ubicación para establecerse, encontrar esta antigua central fue como una revelación y los ideólogos del proyecto no dudaron más. Un edificio emblemático, en desuso, dentro del área metropolitana y justo frente al mar. ¿Qué más se podía pedir? La irrupción del CMC hizo descabalgar a uno de los principales candidatos a establecerse en las chimeneas, como era el “Hub para el Desarrollo Sostenible y la Paz”, una denominación tan alineada con el neolenguaje de los tiempos que corren como aparentemente vacía de contenido.

Para definir qué es el Catalunya Media City (CMC) utilizaremos ese anglicismo tan de moda: el CMC es un hub. O sea, un centro neurálgico en el que deben pasar cosas relevantes, en este caso cosas vinculadas al sector audiovisual. Oficialmente, debe ser un centro de producción, investigación e innovación del ámbito audiovisual, del videojuego y del terreno digital. Por tanto, mucho más que un espacio con platós para hacer grabaciones. Un factor adicional que merece la pena destacar es su sesgo social, porque a nadie se le escapa que el futuro centro estará ubicado junto a zonas vulnerables de la gran metrópoli y es precisamente por eso que se pretende que el CMC sea un banco de oportunidades profesionales para los jóvenes de estos barrios de la orilla del Besòs. La inversión total para que el centro empiece a andar es de unos 400 millones de euros, que deberían ser aportados a partes iguales entre la Generalitat, el Estado (que debería invertir los fondos Next Generation de la Unión Europea) y los operadores privados. En este último segmento, uno de los más implicados es Jaume Roures, a través de su firma Mediapro.

La inversión total porque el centro empiece a andar es de unos 400 millones de euros, que tendrían que ser aportados a partes iguales entre la Generalitat, el Estado y los operadores privados

El sueño de los promotores del proyecto es llegar a ser el principal polo creativo del sur de Europa, pero aquí existe un obstáculo difícil de superar como es Madrid. La capital de la meseta circula ya a una considerable velocidad de crucero gracias a ser la sede de todas las grandes cadenas de televisión del Estado, tanto la pública (TVE), como las privadas (Antena 3, Cuatro, Telecinco y la Sexta). En lo que están de acuerdo todos los stakeholders del CMC es que una de las premisas del nuevo centro deberá ser tan repetido y tan poco aplicado al mundo empresarial como es generar y retener talento. La voluntad es dar un salto de calidad, pasando de mercado local a internacional (y no sólo con rodajes), y de taller artesanal a una industria con cara y ojos. Su actividad deberá formar un binomio inseparable con la otra gran instalación del sector que existe en el país, como es el Parc Audiovisual de Catalunya, ubicado en el antiguo Hospital del Tórax de Terrassa. Si consideramos este sector en sentido amplio (entretenimiento audiovisual, comunicación y medios), la facturación agregada en Catalunya alcanza los 6.700 millones de euros y emplea a más de 25.000 trabajadores.

Seguiremos atentos a la evolución del CMC, no sea que una entidad tan prometedora sufra algún obstáculo por el camino que haga reducir o demorar las expectativas. No sería la primera vez que nos encontremos.