Hartarse de verdad esta Navidad

Las conductas de compra, el derroche de la comida y un año más de fiestas confinadas

El consumo durante las fiestas de Nadal | iStock El consumo durante las fiestas de Nadal | iStock

Todo empezó en el Speakeasy. Los participantes de la tertulia La Cadira de Gaudí de íbamos llegando a la puerta (toc toc: "Montini…Papá") . Este anochecer de un lunes de diciembre, nos encontramos para celebrar la Navidad, como en los años anteriores. Algunos de la pandilla se quedaron en casa por prevención, coincidiendo con el empeoramiento de la situación sanitaria provocada por la pandemia durante los primeros días del mes. La reescalada de la covid llegó en un pésimo momento por los establecimientos, que se iban recuperando mejor de lo previsto después de unos meses encerrados y de escasa actividad comercial. Han caído las reservas de los grupos, sobre todo de los más numerosos; por el contrario, las familias que habían decidido ir a comer al restaurante los días más señalados en suficientes trabajos han cancelado; son datos que me facilita el presidente del Gremio de Restauración, Pere Chias. A la vez, me confirma que la recuperación de la facturación en los últimos meses, hasta inicios de diciembre, ha frenado el cierre de establecimientos de restauración. El cese de la actividad no supera ahora el 15% de los bares y restaurantes de Barcelona, cuando las peores previsiones apuntaban a que desaparecería un de cada tres. Este flujo de dinero hacia la restauración está produciendo el milagro.

Un cóctel espléndido de nuestro anfitrión y contertuliano Javier de las Muelas nos entonó antes de pasar a la mesa. Era un Tommy's Margarita, cítricos, gusto de tequila y sal en las esquinas del vaso. La cena se compone de unos aperitivos a base de snacks, langostino crujiente, croqueta de púlpo con mayonesa de cítricos y salmón fumado con algas wakame; de unos platos a base de sopa con galets con albóndigas, suprema de dorada sobre trinxat de Cerdanya, y pollo de labrador a la catalana; y de unos postres con una sopa de frutos del bosque con helado de yogur. Excelentes vinos blancos y negros y cava.

A la misma hora que nosotros disfrutábamos en el Speakeasy, unas horas antes del mediodía, o más tarde por la noche, de cualquier fecha de diciembre, miles de grupos hacían el mismo que nosotros en alguno del 7.500 bares o restaurantes de la ciudad. A una media de 30-50 euros las comidas de grupo y de 40-60 los de los días señalados con la familia, multiplicado por dos celebraciones de por persona dan cifras millonarias.

En casa

La encuesta anual de Deloitte avanza que el gasto medio de los españoles en Navidad será de 631 euros. Separando partidas, el estudio de la OCU indica que el 15,5% de esta cantidad se dedicará a las comidas familiares y con los más íntimos, mientras que el aplicado a los bares y restaurantes, con amigos y compañeros, será del 4,9%. Es decir, la partida alimentaria en el hogar triplicará la de fuera de casa. Si comparamos la evolución del gasto anual en alimentación y bebidas en el último quinquenio, vemos que no varía demasiado, excepto en 2020, que subió de forma extraordinaria como consecuencia del confinamiento. De este modo, no sería exagerada, pues, la previsión del aumento del gasto navideño 2021 que augura el estudio de la OCU (un 22%), aunque parecería más ajustada la de Deloitte (14%). En cualquier de los dos escenarios, estas fiestas significan el regreso a unos parámetros de consumo alimentario en el hogar parecidos a los que se mantuvieron de forma sostenida entre 2016 y 2019, cuando representaba una séptima parte del presupuesto global de las familias.

Los consumidores españoles aseguran que acaban tirando entre el 10% y el 20% de la comida comprada o cocinada durante las fiestas

Junto a esta recuperación de la conducta de compra, hay un dato que desgraciadamente no cambia. En una encuesta de la app TooGoodToGo, los consumidores españoles aseguran que acaban tirando entre el 10% y el 20% de la comida comprada o cocinada durante las fiestas. En el mismo estudio, la mayoría declara que compra demasiado de todo -turrones y polvorones, carne, pescado y marisco, por este orden-. A pesar de la nueva actitud de racionalidad y ahorro de la población, aireada en la mayoría de las encuestas. A pesar de los efectos visibles del cambio climático. A pesar de los esfuerzos de los grandes, medios y pequeños de la distribución. A pesar de las campañas públicas. Pues bien, estas Navidades tampoco patentizarán este cambio de mentalidad.

Daría la impresión que nos hemos puesto a cantar nuevamente las palabras de la canción de Leiva, como en 2019: "Hazlo como si no supiéras que se acaba, como si fueras a morir mañana". Los fenómenos de consumo entre los que tienen posibilidades de gasto se producen con esta secuencia: 1) dinero en el bolsillo; 2) motivación afectiva vinculada a estados de ánimo -aprovechar la Navidad para desterrar los malos sonidos de la primera fase de la pandemia, por ejemplo-; 3) incitación directa al consumo -calles iluminadas, presión publicitaria y publicística-; 4) decisión de compra; y 5) impulso a comprar más del necesario.

Dislexia del comprador. Quiero y no puedo.

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