El efecto Shein

La UE considera que Shein vulnera la legislación europea de protección al consumidor por la falta de transparencia en las informaciones proporcionadas a los consumidores

    Centre de distribució de comerç electrònic Shein
    Centre de distribució de comerç electrònic Shein
    Josep-Francesc Valls es uno de los grandes expertos en la clase media | Marc Llibre
    Profesor y periodista
    03 de Junio de 2025

    La UE se está tomando un año sabático en la aplicación de las tasas digitales, de las sanciones por el incumplimiento de la normativa en las redes sociales, y de las directivas de sostenibilidad medioambiental. Los vientos del oeste ralentizan la producción legislativa de vanguardia y relajan la diligencia a la hora de sancionar a las empresas que incumplen. Por este hecho, llama poderosamente la atención de qué prospere la investigación a la empresa china Shein, de productos de moda rápida y low cost, por atentar contra los derechos de los consumidores europeos. Es bueno que en medio de la confusión del momento, Europa continúe apostando por liderar la clave del futuro: conducir la era tecnológica y la sostenibilidad del planeta a favor de las personas y seguir siendo el faro para el resto del mundo.

     

    El hecho es que hasta finales de mes, esta empresa con sede en Singapur deberá justificar que su plataforma no comete irregularidades en el uso de los descuentos aparentes, no etiqueta engañosamente, y no hace trampas en las devoluciones y los reembolsos; igualmente, la UE considera que Shein vulnera la legislación europea de protección al consumidor por la falta de transparencia en las informaciones proporcionadas a los consumidores, usando señales digitales que presionan a los clientes para cerrar rápidamente las compras una vez iniciada la operación.

    La UE considera que Shein vulnera la legislación europea de protección al consumidor por la falta de transparencia en las informaciones proporcionadas a los consumidores

    La empresa china es el prototipo de moda rápida que opera a través del comercio electrónico. Su CEO, ChrisXu, la creó en la provincia de Nanjing con la denominación originaria de Nanjing Dianwei Information Technology para dedicarse a la venta de ropa de mujer a través de la red, y a cazar tendencias de moda rápida. Empezó en 2008 con los vestidos de novia, pero pronto aprovechó la oportunidad de ampliarse a toda clase de ropa, preferentemente de mujer, a la decoración, al bricolaje, a la cosmética, a los accesorios, con un catálogo de productos baratos o superbaratos. En la década pasada, la ausencia de marco jurídico en todo el mundo, y en Europa también, le permitió consolidarse en la mayoría de los países. Las plataformas norteamericanas y chinas han tenido veinte años de campi qui pugui sin obstáculos para acceder a los mercados; hasta bastante más tarde, el deslumbramiento de la era digital no puso a trabajar a los legisladores europeos.

     

    De los 100 empleados de 2013, la compañía china ha pasado a los 11.000 en 2025. Fábricas, maquillas y subcentrales deslocalizadas por todo el mundo abastecen su plataforma de venta; unos cien millones de personas de media interactúan cada mes en Europa, preferentemente jóvenes; y su capitalización bursátil supera los 60.000 millones de dólares. Con la pandemia la reventó cuando los millennials se engancharon de verdad; hoy opera en todos los países europeos.

    Abro la plataforma. Un reloj me va marcando el tiempo de compra para que tome rápidamente la decisión. Ahora mismo puedo adquirir un vestido de mujer de color lila por 18,05 euros; una silla para conferencia por 230,50 euros; una luz de mesa, por 5,32 euros; bolsas de maquillaje, por 2,52 euros; un par de calcetines, por dos euros; un cepillo de ropa, por 2,34 euros; o un lote de alimento líquido Brit Paté & Meat, por 5,50 euros. Shein ocupa el espacio olvidado por las marcas tradicionales y ofrece aquellas tallas que el mercado no cuida. A frontal de sus páginas web, tira millas mostrando productos baratos a los públicos de menor poder adquisitivo presionándolos a comprar deprisa. ¿Precios baratos? Ahora los quiere bajar más aún para ingresar en el mercado norteamericano, pero en Estados Unidos ya les ha cortado las alas con la folia de los aranceles de Trump: hasta hace unas semanas, todas las mercancías que no superaran los 800 dólares podían pasar la aduana sin pagar nada.

    Asedio a la moda rápida

    Europa dispone de suficiente legislación en la actualidad para plantar cara a este modelo de empresas low cost de moda rápida de baja calidad y bajo precio
    Europa dispone de suficiente legislación en la actualidad para plantar cara a este modelo de empresas low cost de moda rápida de baja calidad y bajo precio | iStock

    El proceso de la UE contra Shein no es nuevo. Hace tiempo que sus prácticas agresivas están en el punto de mira de la Comisión. Está perseguida por incumplimiento de la Ley de Mercados Digitales (DMA, la normativa madre) y la Ley de Servicios Digitales (DSA), por los mismos motivos que Amazon, Meta, TikTok, Facebook, Apple, Meta, Instagram, WhatsApp, Alphabet, AliExpress o Temu, algunas de ellas con fuertes multas impuestas. Igualmente, la nueva Ley de Aduanas comunitaria grava a la moda rápida con una tasa de dos euros por paquetes cuyo valor no supere los 150 euros. Unidos estos dos procedimientos en marcha, el actual aparece más grave pues le impedirá la salida a bolsa que ya tenía prevista para 2023.

    Europa dispone de suficiente legislación en la actualidad para plantar cara a este modelo de empresas low cost de moda rápida de baja calidad y bajo precio. Para poder vender estos productos, la fash fashion debe abaratar constantemente los procesos de fabricación y de transporte; esto conlleva el tratamiento especial de la mano de obra. 

    El informe de la ONG Public Eye del 2020, denunciaba unas cadenas de suministro iniciadas a la espalda de los trabajadores que realizan jornadas entre 12 y 18 horas seis o siete días a la semana, a precio de esclavismo, que incluso contravienen las leyes laborales chinas, niños trabajando incluidos. Naciones Unidas considera que existen tres razones para rechazar la moda rápida. La primera, las emisiones de carbono de la industria de la moda es la más contaminante después de la petrolera. 

    Europa dispone de suficiente legislación en la actualidad para plantar cara a este modelo de empresas low cost de moda rápida de baja calidad y bajo precio

    La segunda, que el sector es el de mayor gasto de agua y energías. Y tercera, que los productos tóxicos utilizados en los procesos del teñido y del estampado ensucian los ríos. A estas tres razones, Greenpeace, por su parte, añade unas cuantas más: las piezas pueden contener sustancias tóxicas que se acaban convirtiendo en montañas de basura con escasa capacidad de reciclaje; y los microplásticos de las fibras más utilizadas acaban contaminando los océanos.

    Amparadas las compañías en técnicas de venta engañosas, el low-cost que empezó a inicios del milenio democratizando el consumo a fuerza de transformar los procesos productivos ha acabado convirtiéndose en un modelo de negocio que penaliza a los trabajadores hasta hacer retroceder cien años las condiciones laborales, y dañando gravemente el medio ambiente. En cuanto a los clientes, estos modelos de negocio les han acostumbrado al circuito de barato, urgente, poner y tirar. Muchas compañías de moda, también de precios asequibles, desarrollan modelos de negocio justos que equidistan de estas prácticas en el siglo XXI.

    A pesar de las dudas momentáneas, la UE es la única capaz de seguir adelante al hacer cumplir las normas digitales, garantizar la competencia y proteger el medio ambiente hasta que lleguen tiempos mejores.