
Las cerca de 2.500 cabinas telefónicas que todavía sobreviven en las calles de Catalunya tienen los días contados; a finales de año dejarán de prestar servicio. La irrupción de la telefonía móvil las hizo caer en desuso. De hecho, según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), el 88% de la población del estado español reconoce no haber usado nunca una cabina de teléfono. El propio organismo apunta que solo el 1% de los individuos ha utilizado una cabina en el último año. El gobierno español había ido prorrogando año tras año su mantenimiento, pero ya ha decidido poner fin al servicio, según el anteproyecto de ley general de Telecomunicaciones, prevista para aprobar en el segundo semestre de este año.
Fuentes de Telefónica explican a la ACN que la desaparición de estas instalaciones se producirá de acuerdo con la disposición transitoria novena del anteproyecto de la ley general de Telecomunicaciones, que se prevé que entre en vigor antes de final de este año. Hasta ahora, el gobierno español obligaba a Telefónica a mantenerlas como servicio universal. Año tras año, el concurso para gestionar el servicio quedaba desierto y la compañía se ha ido haciendo cargo de él. El servicio está asegurado hasta el 31 de diciembre, pero las cabinas ya pueden ser retiradas, si los ayuntamientos así lo solicitan a la compañía, al margen de que el número de cabinas quede por debajo del mínimo fijado por el real decreto de 2011 -según el cual, tenía que haber al menos un teléfono público en los municipios de más de 1.000 habitantes, con una exigencia de un teléfono adicional por cada 3.000 habitantes-. La propia CNMC llevaba años solicitando el fin del servicio.
Muchos ayuntamientos se están acogiendo a esta posibilidad de pedir a Telefónica que las retire. "Telefónica no puede hacerlo por iniciativa propia, aunque no registren ni una sola llamada en meses o años", afirman fuentes de la compañía. A nivel general, las cabinas de teléfono registran una media de 0,5 llamadas al día, es decir, una llamada cada dos días. Más de la mitad de las cabinas distribuidas en todo el estado español no registran ni una llamada en todo el año.
Recorriendo la vía pública se hace evidente la fase de desidia que atraviesa este servicio de telefonía público. En Tarragona ciudad, donde quedan 44 cabinas por sus calles, se encuentra la última cabina con la estructura tradicional de cuatro paredes de vidrio y techo. Es el modelo 'garza', como lo conoce Telefónica, uno de los más antiguos que se conservan. Fueron desapareciendo porque se cerraban con puertas y no eran accesibles para personas con movilidad reducida.
En Barcelona, la última que quedaba de este modelo cerrado, en la calle del Lladoner, en el barrio de Sant Genís dels Agudells, fue cedida al Ayuntamiento. Será rehabilitada y se convertirá en punto de intercambio de libros que se ubicará en la plaza Meguidó, el punto neurálgico del barrio. La de Tarragona está inutilizada: le arrancaron el auricular, no tiene puerta y está llena de grafitis y pegatinas. A pesar de ser a menudo objeto de vandalismo, son muchas las cabinas que todavía funcionan en Catalunya y admiten hacer llamadas, con monedas o tarjeta.