
Estamos inmersos en un mundo caracterizado por cambios acelerados, incertidumbre permanente y transformaciones tecnológicas que ponen a prueba la capacidad de adaptación de las personas y las organizaciones. En este escenario, donde las reglas del juego cambian constantemente, las empresas se ven obligadas a repensar sus estrategias para sobrevivir y crecer.
¿Cómo tomar buenas decisiones cuando todo es incierto? ¿Cómo construir ventajas competitivas en un contexto tan volátil? Estas cuestiones estuvieron en el centro del debate durante el XI Congreso de la Asociación Catalana de Contabilidad y Dirección (ACCID), celebrado la pasada semana en la UOC, donde se analizó el impacto de la tecnología, la sostenibilidad y el cambio de modelo productivo en la gestión empresarial. En este marco, la conferencia inaugural corrió a cargo del profesor Enric Serradell, de la UOC, con una ponencia titulada Dirección de empresas en la era de la disrupción: IA, Bitcoin y estrategias para un mundo VUCA. Su intervención fue un recorrido lúcido por las grandes transformaciones que afrontan las empresas en la actualidad.
Según estudios recientes de Protiviti, el World Economic Forum, BCG y ManpowerGroup, las principales preocupaciones de los CEO giran en torno a la disrupción tecnológica, la guerra por el acceso al talento, los riesgos geopolíticos, la sostenibilidad, la ciberseguridad y la necesidad de adaptación a nuevos modelos de trabajo. En este entorno, las recetas tradicionales ya no funcionan. Hace años que hablamos de un mundo VUCA —Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad. Pero hoy ya estamos entrando en un nuevo paradigma aún más exigente: el mundo BANI, acrónimo de Brittle (frágil), Anxious (angustiante), Nonlinear (no lineal) e Incomprehensible (incomprensible).
La diferencia es clara: si el mundo VUCA pide adaptación y flexibilidad, el mundo BANI exige resiliencia, empatía, capacidad de desaprender y coraje para actuar en entornos incomprensibles. En este nuevo mundo, ya no basta con adaptarse al cambio: hay que aprender a navegar sin mapa, gestionar la fragilidad, convivir con la ansiedad, interpretar lo que es no lineal y actuar en medio de la incomprensión. Serradell recuerda que muchas empresas han sobrevivido décadas gracias a la adaptación estratégica. En los años sesenta dominaba la producción masiva y los mercados locales. En los ochenta se impulsó la internacionalización y la economía global. A partir de los años 2000, la transformación digital y los nuevos modelos de negocio empezaron a romper las reglas establecidas. Hoy, la inteligencia artificial, la sostenibilidad y los ecosistemas colaborativos se convierten en claves. La lección es clara: quien se adapta, perdura.
Hay que aprender a navegar sin mapa, gestionar la fragilidad, convivir con la ansiedad, interpretar lo que es no lineal y actuar en medio de la incomprensión
De acuerdo con informes como los del World Economic Forum el mercado de trabajo está experimentando un cambio radical. Los trabajos repetitivos desaparecen y emergen nuevas profesiones relacionadas con los datos, la sostenibilidad, la inteligencia artificial, la gestión de personas y la ciberseguridad. La mayor parte de los trabajadores necesitarán recalificación durante los próximos años. Las profesiones que crecen más rápidamente son las de analistas de datos, especialistas en IA, expertos en sostenibilidad, desarrolladores de tecnología blockchain y formadores en habilidades humanas. Ante esto, el liderazgo debe transformarse. Ya no es sólo gestión de recursos; es activación de talento, generación de confianza y creación de cultura organizativa.
En este entorno, las ventajas competitivas ya no se basan sólo en el precio o la capacidad de producción. Hay que identificar el "moat" estratégico de cada organización -concepto que hace referencia al foso defensivo que rodeaba los castillos para protegerlos de los enemigos-. Aplicado al mundo empresarial, el moat representa aquellos elementos que dan una protección sostenible ante la competencia: puede ser la marca, la fidelidad de los clientes, el efecto red, los costes de cambio, las patentes o una estructura de costes ventajosa. Detectar y reforzar este foso estratégico es clave para mantener una posición competitiva sólida a largo plazo. Puede ser el coste de cambio para el cliente, los activos intangibles como la marca o la cultura, el efecto red, la ventaja en costes o una escala eficiente.
Aplicado al mundo empresarial, el moat representa aquellos elementos que dan una protección sostenible ante la competencia
Pero incluso estos factores pueden ser imitables. Lo que no es fácilmente reproducible son las competencias humanas. Los soft skills se convierten en la verdadera ventaja competitiva en un mundo donde la tecnología puede automatizar casi cualquier tarea. La creatividad, el pensamiento crítico y la inteligencia emocional son las competencias más buscadas y también las más difíciles de automatizar.
Hay que repensar el liderazgo y la estrategia empresarial. La incertidumbre ya no es una anomalía; es la norma. Por eso, se necesitan organizaciones ágiles, personas preparadas para aprender constantemente y equipos directivos centrados en el propósito y los valores.
Como decía Peter Drucker: “no se debe tomar una decisión si no hay desacuerdo”. En un mundo de cambios constantes, la colaboración y el debate son más necesarios que nunca. Y el profesor Serradell concluye: “la incertidumbre es la única certeza”. Pero podemos convertirla en una oportunidad si damos, cada día, un pequeño paso hacia el futuro que queremos construir.