En un artículo anterior les comenté que en un viaje a Francia se me planteó una paradoja: el servicio en restaurantes y cafeterías era muy educado y llevado a cabo por gente del país. Mientras tanto, en nuestro país los bares, en términos generales, dan asco. En general, todos los servicios de hostelería en el país están en un nivel de degradación muy acusado. Dándole vueltas he querido cruzar una serie de datos para tratar de averiguar qué nos está pasando. Y pienso que, básicamente, tenemos un problema de oferta y demanda en dos áreas: entre el cliente y el establecimiento, y entre el establecimiento y el empleado.
La primera constatación es que el día tiene 24 horas, hecho que nuestros políticos pretenden ignorar. Se habla de que los índices de lectura son bajos. Como también lo son las actividades ligadas a hobbies diarios cotidianos. Quiero decir que, una vez cruzada la Jonquera, las librerías son mucho más importantes y frecuentes -sólo tienen que observar las publicaciones que se venden en las áreas de servicio de las autopistas francesas- y el número de fabricantes y tiendas de hobbies es enorme comparados con los que hay por nuestros alrededores. Y es que los catalanes hemos pasado a practicar un vicio que, cuando yo era pequeño, se criticaba mucho: ir al bar cuando no se trabaja. Se hacía mofa del resto de España, una España "cañí" a la que se acusaba de vaga. Nuestras terrazas de bar constituyen un cáncer social -promovido por los ayuntamientos- que nos debería preocupar. Estamos ante un estilo de vida que poco tiene que ver con la Europa evolucionada con la que algunos soñábamos. ¿Lo digo yo? No, lo dice la Generalitat, a escondidas, claro, porque de lo contrario el mensaje es poco populista. Datos de Idescat.
Si observan el epígrafe 55-56 (Servicios de alojamiento, comida y bebidas), observarán que este sector contribuye en un 9% al total del sector servicios. Más que España, el 390% respecto de Alemania, el 240% respecto de Francia y el 170% respecto de Italia. Este hecho debería ser motivo de preocupación: económica y social.
Estamos ante un estilo de vida que poco tiene que ver con la Europa evolucionada con la que algunos soñábamos. ¿Lo digo yo? No, lo dice la Generalitat, de manera encubierta, claro, porque de lo contrario el mensaje es poco populista
Entonces, estamos frente a una sobredimensión en el número de bares y restaurantes. ¿Cómo se cubre este sobredimensionamiento? Pues cobrando poco y pagando menos. Miren, si no:
La hostelería es el sector más mal pagado (INE dixit). Casi la mitad de lo que se paga en Francia (INSEE dixit), teniendo en cuenta que allí trabajan 35 horas semanales estrictas. Y, atención, estamos hablando de salarios medios. Imagínense qué gana el camarero común.
Estamos ante una sobre dimensión en el número de bares y restaurantes. ¿Cómo se cubre este sobredimensionament? Pues cobrando poco y pagando menos
A partir de aquí, ustedes mismos. Pero todo parece indicar que estamos en un entorno de baja productividad donde el cliente frecuenta los establecimientos con mucha más asiduidad que el resto de europeos (españoles incluidos), quiere pagar poco y se explota un servicio que, debido a las características salariales, solo puede ser cubierto por la inmigración.
Todo parece indicar que tal vez deberían reducirse el número de visitas a los bares, pagar más por visita y, así, no tendríamos la certeza de que la Europa civilizada se detiene en los Pirineos.