"Sin formación ni relevo generacional, el oficio de carpintero está condenado a desaparecer"

Montse Borniquel (AEF) reclama que "las multinacionales no exploten nuestros bosques"

Montse Borniquel es la presidenta de l’Associació de Fusters de Lleida (AEF) | Cedida Montse Borniquel es la presidenta de l’Associació de Fusters de Lleida (AEF) | Cedida

Nombrada a principios del mes de febrero, se ha convertido en la primera mujer en conseguir el cargo. Más allá de este dato, reclama reforzar las pequeñas empresas del territorio y poner su experiencia al mundo de la madera, que conoce desde muy pequeña, para desarrollar el sector, basándose en aspectos como la recuperación del prestigio del oficio y la sostenibilidad. Con 42 años, ingeniera de caminos y formada en la gestión y dirección empresarial, está al frente de la compañía familiar, Fustes Borniquel, originaria del Pallars Sobirà, a pesar de que está establecida en Lleida desde hace más de 40 años. En un mundo que lucha por erradicar las dificultades de las mujeres para acceder a los cargos directivos, reivindica la competencia profesional por delante del género. Valores como la formación, el relevo generacional o la recuperación del esfuerzo son los que repite para ofrecerse a sí misma una brizna de optimismo vista la situación del oficio. La apuesta por el producto local o una correcta gestión forestal son las herramientas para lograr este camino. Ella considera que es el material del futuro.

¿Cómo afronta el cargo en un momento global tan complejo siendo la primera mujer en un mundo tradicionalmente asociado al liderazgo femenino?

Ciertamente, no tenía demasiado planificado el hecho de asumir la presidencia. Quizás lo que me impulsó es hacer posible un cambio de perfiles, de personas. En mi caso, al añadido de ser mujer, también se tiene que tener en cuenta que represento una generación más joven, que coge el relevo con mucha ilusión. Ahora que llevo algo más de un mes, me doy cuenta que el cargo me permite nuevas experiencias enriquecedoras que me hacen salir de mi día a día y me dan una visión más amplia de las cosas. Al final, todo se resume en dar y recibir.

Las cuotas positivas tienen que existir para contrarrestar las dificultades de conciliación

En su caso, la formación y la profesión se ha asociado a los hombres. ¿Cómo lo ha vivido? ¿Ha sido un camino difícil?

Desde muy pequeña, me he creído el discurso de que tengo las mismas posibilidades que un hombre. De hecho, estudié una carrera, donde la presencia femenina no llegaba al 30%. Al hacer el salto al mundo laboral, he ido a parar a un sector, como el de la construcción, en el que los hombres quizás son más visibles. Precisamente es en estos ámbitos donde las mujeres nos lo tenemos que creer. Lo podemos hacer bien de una forma igual de profesional. Por suerte, no me he encontrado ningún problema por ser mujer. Considero que algunas actitudes están empezando a cambiar. El camino se está iniciado, pero todavía queda mucho por recorrer. A veces, me parece que las cuotas positivas tienen que existir para contrarrestar las dificultades de conciliación. Personalmente, nunca hago una distinción entre un hombre y una mujer, pero me siento privilegiada por las oportunidades que he tenido. Aún así, tenemos que continuar luchando por los derechos.

Pero las estadísticas dicen que, sobre todo, en los lugares de responsabilidad, la brecha de género cuesta de reducir...

Mi creencia es que la valía de una persona es más alta cuando más lo es su posición. Es decir, cuanto más arriba escalas, no importa tanto el género. Mi experiencia me dice que en los cargos directivos, la importancia de la competencia profesional deja de lado el sexo de la persona. Durante mi carrera, no he tenido que demostrar más por el hecho de ser mujer. Aunque tenemos determinadas circunstancias adversas, como las dificultades para conciliar, la crianza de los hijos, las ayudas... creo que el trabajo por objetivos o por rendimientos despacio sustituirá el sistema por horarios y nos será de gran ayuda.

¿Cuáles son los primeros retos que se marca al frente de la asociación de carpinteros?

En todos los sectores vinculados a la madera, uno de los peligros más graves es la carencia de formación, que provoca que no haya relevo generacional. En el caso de los almacenes de madera, les falta una opción más clara para el producto local, mientras que los rematantes y las serrerías tendrían que asegurar que el material que comercializan tenga un valor añadido. Los carpinteros y ebanistas tenemos un problema importante ante la carencia de relevo generacional.

¿Cómo se ha llegado a esta falta de atractivo por la profesión?

Resulta paradójica que, tratándose de una profesión de futuro que tiene mucha demanda, tanto las empresas como las administraciones no hemos sabido vender que estamos ante un oficio bonito y con posibilidades. Ahora estamos sin personal especializado. La Administración tiene la obligación de potenciar más los estudios de Formación Profesional (FP), motivando a los alumnos. Por ejemplo, en Centroeuropa, el oficio de montador de estructuras tiene mucho prestigio, estableciéndose un recorrido que implica unos estudios, seguidos de una acreditación profesional para llegar a ser oficial. Sin formación ni relevo generacional, el oficio de carpintero está condenado a desaparecer". Pese a la alta demanda para ejercer de carpintero, estamos inmersos en una situación en la que no solo nos hace falta gente formada, sino incluso jóvenes que tengan interés en hacerlo. Estamos ante un oficio desprestigiado en el contexto de una sociedad que no valora la cultura del esfuerzo.

¿Qué papel juega la madera en el escenario de la sostenibilidad? En Catalunya todavía somos deficitarios.

Es cierto que necesitamos importar madera para cubrir nuestras necesidades. Es una lástima porque tenemos una gran cantidad de bosques que si recibieran una buena gestión, se podrían aprovechar como material, a la vez que se conseguiría reducir la huella de CO2 que supone adquirirla y transportarla desde el extranjero. Tendríamos que ser capaces de tener más disponibilidad del material y no depender tanto del exterior. Obtendríamos un producto de valor y sostenible. Primero, nos tenemos que sacar los prejuicios sobre el fuego... que si es un elemento peligroso o un material con poca vida útil.

¿Cómo están viviendo las empresas los efectos de la pandemia y la crisis de suministros?

El año 2021, en general, fue muy malo. En Canadá, el principal mercado suministrador de EE.UU., sufrieron problemas de plagas, lo que hizo que Europa sirviera allí, quedándose desbastida. Además, por la parada de la pandemia, el mercado también se colapsó. Los presupuestos solo se podían mantener durante una semana o 10 días porque no había disponibilidad de material. Este año, con la carencia de materias primeras, es difícil obtener y los precios están por las nubes, agravados por los costes del transporte y de la factura de la luz. No hemos llegado todavía a los registros de 2021, donde el encarecimiento de un material como la viga laminada doble llegó a ser del 200%.

No pedimos inversiones faraónicas, sólo que las multinacionales no exploten nuestros bosques

¿Qué se puede hacer desde aquí para amortiguar esta situación?

Explotar mejor el producto local sin mirar tanto al mercado exterior. En el caso de mi empresa familiar, utilizamos madera de los bosques leridanos, pero en muchos casos no es así. La Administración se tiene que poner las pilas para cuidar los bosques. Talar un árbol no es destrozar el paisaje, sino que implica tener cura del territorio y aprovechar la acción para fabricar una cubierta que te dure 100 años, dando una segunda vida noble al material. Al final, la gestión forestal implica un hecho tan sencillo como que el bosque esté sano. Eso sí, lo tenemos que hacer respetando el tejido empresarial local en un mundo en el cual existe mucha demanda y donde la madera se ve como un material de futuro.

¿Qué estrategia sería la más adecuada para desarrollar el sector de la madera en Catalunya?

Ante todo, tenemos que dejar de mirar lo que hacen los grandes fabricantes europeos, que no pueden ser nuestros referentes. Nos da miedo que nos desmantelen el pequeño tejido empresarial. No pedimos inversiones faraónicas, solo que las multinacionales no exploten nuestros bosques. Lo único que deseamos es hacer un estudio de mercado que determine proyectos viables y sostenibles. Además, las empresas tienen que poner el foco en la tecnología para modernizarse, ser más eficientes en los procesos y administrarse mejor.

Més informació
La economía azul en Catalunya, ¿estamos preparados?
Un acto de amor en Lleida
¿La sostenibilidad es un requisito para las empresas?
Hoy Destacamos
Lo más leido