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75 años de Seat, una marca que empieza a jubilarse

En 1957, nacería el mítico 600, todo un símbolo de la motorización masiva de la población española

    El CEO interino de Seat, Markus Haupt, interviene durante el acto de celebración del 75 aniversario de Seat, en Fira de Barcelona, a 9 de mayo de 2025 | EP
    El CEO interino de Seat, Markus Haupt, interviene durante el acto de celebración del 75 aniversario de Seat, en Fira de Barcelona, a 9 de mayo de 2025 | EP
    Barcelona
    16 de Mayo de 2025

    El 9 de mayo de 1950 se fundó en España una nueva compañía de automóviles bautizada como Sociedad Española de Automóviles de Turismo SA, con el acrónimo Seat, unas siglas que pretendían recordar al gran fabricante italiano Fiat, que a su vez quería decir Fabbrica Italiana Automobili Torino. El motivo de la semejanza es que los italianos tendrían un peso muy importante en el proyecto, como veremos más adelante. Para entender la relación de la Fiat con la producción de automóviles en el estado español hay que viajar muy atrás en el tiempo, hasta 1919. Aquel año se había constituido en España la sociedad Fiat Hispania, que era una subsidiaria de carácter comercial del fabricante italiano (es decir, esta firma fue la plataforma del fabricante turinés para vender sus coches en la península). Más tarde y ya pasada la Guerra Civil, en 1940, se creó la Sociedad Ibérica de Automóviles de Turismo (SIAT), liderada por el Banco Urquijo y con futuros accionistas como Banco Hispano Americano, Banesto, Hispano-Suiza y la italiana Fiat, entre otros (los italianos tendrían un 25% del capital). El objetivo era fabricar automóviles en una factoría que estaría situada en el País Vasco. Después de años de negociaciones, las disputas entre el Instituto Nacional de Industria (INI), el Ministerio de Industria y los italianos provocaron que el proyecto quedara encallado definitivamente.

     

    Pero a finales de la década de los cuarenta el panorama había cambiado mucho y también los intereses del régimen franquista (la Segunda Guerra Mundial había finalizado y los equilibrios geopolíticos eran otros). Con esta nueva coyuntura, en 1947 el INI volvió a contactar con la Fiat para tratar de reabrir el proyecto que un lustro antes había fracasado. En este segundo intento, el Banco Urquijo perdió el protagonismo que había tenido en el proyecto SIAT en beneficio del INI, mientras que los italianos cedían sus modelos a cambio de un canon por coche fabricado. Basándose en criterios objetivos, se consideró que la ubicación ideal de la fábrica sería el área metropolitana de Barcelona, primero en la franja de terreno entre el río Besós y Sant Andreu de Palomar -una localización que se acabó descartando- y después en unos terrenos cerca del puerto de la ciudad, dentro de la Zona Franca.

    La aparición de la marca Cupra, que ha terminado por fagocitar a su "marca madre", Seat

    En este segundo y definitivo intento, el capital de Seat quedó repartido entre varios accionistas, pero era un requisito imprescindible que el INI retuviera un 51% del capital. Por detrás estaba el pool de bancos con el 42% (este grupo bancario estaba formado por el Urquijo, el Hispano-Americano, el Banesto, el Central, el Bilbao y el Vizcaya) y los italianos de la Fiat con el 7% restante. Más tarde, en la década de los sesenta el fabricante transalpino incrementaría su participación hasta convertirse en el máximo accionista, junto con el INI. En noviembre de 1953 salió el primer turismo Seat fabricado en la factoría de la Zona Franca, un modelo 1.400 que estaba totalmente inspirado -era clónico- en el 1.400 que hacía tiempo que comercializaba la Fiat. Años más tarde, en 1957, nacería el mítico 600, todo un símbolo de la motorización masiva de la población española.

     

    En 1979 se produjo un hecho que cambiaría para siempre el futuro de Seat, cuando el gobierno español propuso a los italianos que se hicieran cargo íntegramente de la compañía. Pero en el proceso de análisis del negocio, lo que hoy llamamos due dilligence, los italianos descubrieron un agujero contable de 20.000 millones de pesetas y decidieron salir pies en polvorosa del país (vendieron su participación al INI por una peseta). En el período 1980-1986 la firma de la Zona Franca fue totalmente española, y fue justo cuando surgió un gran conflicto con los antiguos accionistas italianos. El caso es que uno de los últimos modelos fabricados bajo licencia Fiat fue un vehículo llamado Ritmo, un coche de diseño muy innovador que se comercializó entre 1979 y 1982. Una vez la Fiat estuvo fuera del accionariado, los españoles produjeron un nuevo modelo llamado Ronda que era extremadamente parecido al Ritmo. Cuando la Seat inició los movimientos para exportar este coche, los italianos pusieron el grito en el cielo asegurando que los nuevos gestores de la empresa española habían incumplido el pacto relativo a que los nuevos modelos debían tener cierto número de componentes diferentes de los de los modelos anteriores. A finales de 1983, los tribunales sentenciaron que el Ronda era lo suficientemente diferente del Ritmo y, por tanto, se podía exportar sin problemas.

    Después de este episodio judicial y con la marca española con muchos problemas para subsistir, en 1986 se encontró un salvador para la compañía, los alemanes de Volkswagen, que pasaron a ser los nuevos accionistas mayoritarios de Seat. La entrada de los germánicos permitió sanear las cuentas del fabricante español, que sumaba ejercicios de pérdidas abundantes, y también impulsar el proyecto de la nueva planta de producción en Martorell (Baix Llobregat), que estuvo activa desde 1993.

    El sector del automóvil es difícil de pronosticar, sobre todo por las dificultades de expansión que tiene el coche eléctrico y la gran competencia china

    El último giro a la trama tiene relación con la aparición de la marca Cupra, que ha terminado por fagocitar a su "marca madre", Seat. Aunque la histórica firma nacida en la Zona Franca no tiene que desaparecer en el corto plazo, las preferencias de los gestores de la empresa se han alterado y ahora es Cupra la gran apuesta de futuro, mientras que Seat estará vinculada a la vida de los motores de combustión, según aseguró el año pasado el máximo responsable de la compañía, Wayne Griffiths. Precisamente, hace unas semanas este ejecutivo comunicó que dejaba la empresa y el grupo lo sustituyó temporalmente por Markus Haupt, un hombre de la casa.

    Hoy en día, el sector del automóvil es difícil de pronosticar, sobre todo por las dificultades de expansión que tiene el coche eléctrico y la gran competencia china. Sería bueno que Seat o Cupra o como le queramos llamar sea capaz de subsistir con éxito porque no deja de ser uno de los pilares de la economía productiva catalana.